Letras
Poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Dime niña ven, tómame, ráptame.
Seré tu niña eternamente, si haces de mi una mujer.
Niño te diré que sí, si me dejas contigo huir.
He pintado de colores el alma en tu coche.
Me sangran las dudas de muerte del dolor.
Dicen que tal vez no murió, quizá tan sólo se fugó.
Iré descalza sobre pétalos de rosa.
Caminaré...
Te hago dueño de mi oxigeno.
Me vuelvo para mi dueño, su aire.
Me rindo, sin aquellas armas que me hicieron valiente.
Ahora soy valiente tan sólo por creer.
Me hago fuerte en mi propia debilidad, al dejarme vencer.
Dime niña ven, sabes que iré.
Tómame de la mano y tan sólo llévame.
Mis párpados descansan en ti.
Mis manos se ofrecen al cielo como retribución.
Me he despojado de mis armaduras y he salido a combatir desnuda.
¡Que llueva!, que ya no pare de llover...
Y mi boca te nombra, y mis labios te suspiran.
Te pronuncio débilmente, pero de modo convincente.
Permíteme habitar tus sueños, que ya tú haces nido en los míos.
Me encontraré ahí cada noche contigo.
Golpea mi pecho la emoción, me sacude fuerte.
Me retumba de manera violenta en el estómago.
Sé mi espía, mi guardia de seguridad, mi guía espiritual.
Seré tu vigilia en las noches.
Seré tu viaje a la luna cuando los sonidos del día en las calles te atormenten.
Tu refugio en el cielo, tu columpio en las estrellas.
Tu tiempo afuera del gris.
Sólo toma mi mano, y dime niña ven.
Tapa mis ojos con vendas, y llévame.
Te diré niño ven, dentro de mi vida, ven.
Y yo en silencio, me dejaré llevar donde digas.
Caminaré....
Con los ojos tapados, con los labios cerrados...
Caminaré...

 


 

Fuera de mí, lejos...
Así te quiero
Ausente de mi cuerpo y de mi vida.
Carente de recepción a mis caricias.
Extraño a mis recuerdos, a mis lamentos.
Ausente del cielo que pinté en mi techo, y de los sueños que colgué en mi ventilador.
Fuera del reflejo de mis ojos, y de los lazos que por las noches enredan mi pelo,
Cual pasiones dilatadas y su dosis de reniego.
Ajeno a la astucia de mis manos al dibujar sobre mi almohada tu cuerpo.
En tratamiento aún mis ánimos de amar.
En terapia y exhaustivo control,
Mi inocente romanticismo colegial.
Lejano de mis caricias ansiosas por pecar,
Lejos de mi reincidente manía de errar.
Fuera entonces, de todo aquello que me nombre,
Te destierro de mis sueños de día, de mis miedos de noche.
Te despido, te encomiendo al cielo, si es que te reciben,
Sin preguntas ni reproches.
Me dedico ahora, a guardar recuerdos en cajones,
A cerrar puertas, a olvidar rencores.
Lejos te quiero de mis deseos reprimidos,
Aun más lejos de mis actos fallidos,
y del agua vertida al recordar lo construido.
Fuera de mis caudalosos ríos.
De las aguas escurridas en mis ojos,
Del sudor furioso que desprendía por los poros,
al envolvernos la pasión.
Te condeno a mi olvido,
Por el daño vertido sobre este corazón.
Te condeno a lo mismo,
A mi mismo dolor.
El día que me desterraste de tus sueños,
Sin previo aviso ni indemnización.

 


 

Tienen memoria mis dedos,
Que recorren cada noche tu cuerpo,
Cual camino maltrecho.
En fantasías, sumidos en sueños.

Tienen memoria mis sueños.
Que se reciclan en mi cama,
Y atraviesan mi ventana golpeando feroces mi pecho.

Mi pecho...
Mi pecho tampoco se priva de aquella memoria.
Cuando recuerda la noche en que te volviste su dueño.
En que ejerciste soberbio sobre este vientre tu poder.

Se nutre de aquel recuerdo mi piel.
Sumisa y tímida se deja vencer.
Haz de mí tu voluntad.
Tu orden será mi ley.

Sólo tengo recuerdos de tu boca.
Y de la paranoia que provoca la abstinencia de tu ser.

Añoro tanto mi escondite en tus brazos.
Que mi memoria corre rauda para estrechar contigo lazos.

Se fuga el pasado en puntitas de pie.
Me abandona despacio.
Y no lo quiero ver.

¡Que salga de mí!
¡Que se digne a huir de una vez!

Ya no quiero memoria del pasado distante.
Sólo memoria del tacto de tu piel.

Resucitan mis sueños.
Y escribo mis memorias a la luz de la noche.
Es mi dermis mi papel.
Afloran por mis poros los recuerdos de este amor
Y sus ansias de trascender.

 


 

Que se calle la luna, que se calle.
Que con sus huellas nocturnas de amores distantes,
Me colma de dudas el colchón.

Que haga silencio también el sol.
Que pretende despabilarme,
Con falsas emociones errantes,
Que intentan arrebatarle el equilibrio a mi razón.

Que no se exprese nadie por hoy.
Llevo el corazón por delante y en lista de espera el dolor.

Traigo una lágrima colgando de la pupila.
Se mecen los anhelos dilatados, en mis retinas.

Si tan sólo pudiera respirarle la nuca a la vida...
Susurrarle mis sueños, besarle suave el cuello...
Dejarle una colección de besos nuevos sobre las heridas.

Si pudiera sumergir mis miedos.
Remontar bien alto los sueños.

Si aprendiera a faltarle el respeto de un modo más sutil a la luz de cada día.

Que hable la luna, que murmure dormida.
Simularé que no la oigo.
Simularé que ya es de día.

Traigo el mismo brillo en los ojos,
Que me enseñó a reflejar el sol.

Que calle entonces mejor mi razón.
Que quede sin palabras mi coherencia.
Que me colme de carencias y de dudas,
La incongruente pasión.