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Poemas

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Lo menos

Quiero decir lo menos y me ahogo,
escribir casa, perro, mujer, desocupado.
Pero atino siempre incorrecto,
termino por complicarlo,
sin unión no consigo ser sencillo
y decirlo como es:
casa, perro, mujer, desocupado.

 

Peticiones, exigencias, determinaciones

Ton’s qué.
Me pides que deje colgadas las ganas de ser actor porno.
Los meses impúdicos donde anuncio con cinismo mi afición
por las caguamas y el billar sin reglas.
Que me peine el pelo con una peineta de tu pinche tío el peluquero
que me ponga horas extremas a estudiar piedras preciosas
y ciudades de gente a la viaje moda del taparrabo y el penacho.
Que los versos sean verdes con florecitas y acantilados,
que un culo abierto no vale los minutos sagradísimos de tu lección,
que baile el nuevo tex-mex para purgar la exquisita
tersura de Bet Gibons.
Me pides que tome la misma ruta de tus zapatitos de a mil,
que del brazo te acompañe,
que de besito diga adiós,
que con el meñique abra la portezuela del taxi,
que te deje comer primero de mi extra extra barquillo de pistache.
Me pides elimine de mi inventario muscular los kilos abundantes de grasa,
que mande al caño los rizados pelos de mi cara.
Que trabaje más de un mes,
para por lo menos vestirme como los bonitos muchachos
que estudian arquitectura y miden con el barómetro
las construcciones chuecas de su pervertida ilusión de
bajarte la tanguita.
si me prestas cien varos,
si te pones en ángulo recto,
si tú pagas los boletos,
si tú descorchas los finos vinos,
si tú me dictas las estrofas,
si tú lanzas los dados,
yo barajo las cartas,
y armamos el cotorreo.
Ton’s qué.

 

Mal dormir con deseo

La novedad del día de siempre
no vendrá envuelta en sábanas
de cortesana alguna,
pero el dolor de mal dormir
seguirá a pesar de aspirinas sofisticadas
y programas aburridos
de televisión por cable.

No alcanza el insomnio
para rellenar los falso-verdadero
de la prueba de miedos que has deslizado
por debajo de la puerta de mi inercia.

Una gota de aburrida palabrería,
derrotada, es verdad,
por la sencillez de la honesta lujuria
y en una frase doliente
que no termina jamás
porque ha sido dicha con la boca cerrada.

Te deseo con mi erección
de oficinas aulas transportes,
con temblores cuando me acuerdo y babeo.
Mal vendría ahora un sermón
por eso no tiemblo más
y apuesto por reafirmar: te deseo.

 

Versos para una mujer que agitó su cuerpo casi junto al mío

Fue honesta cuando dijo,
con las manos formando una caverna:
me cae muy bien este viejo.
Le hacía un gesto para no perder su aplauso.

¿Habrá artefactos dentro de su cuerpo,
mangueras de hule, agujas, suero?
¿Qué importa un ridículo
deseo pedido al cometa fugaz,
cuando la fragilidad de ambos se detiene
bajo la almohada de la cama del hospital?

Ella esta en coma,
ella está sepultada,
ella ha donado sus órganos.
El noticiero de las dos de la tarde me lo ha dicho,
no fueron los amigos, no el teléfono,
el noticiero de las dos de la tarde
mientras tiraba a la basura una pieza de pan dulce
que las hormigas no terminaron de comer.

¿Cómo esperan que la visite,
cómo esperan que asista al funeral?

Es imposible llorarla
después de que sus nalgas hincharon
la habitación donde el truco del ilusionista fracasó
y en verdad bailamos.
A las cuatro de la mañana
no atino a poner sobre este papel un punto final
y lo guardo aquí para que lo pongas después (.)

 

Digamos, un caminante

En las recrudecidas llagas del asfalto de carretera
un caminante, digamos, de pronto se ve solo y hambriento.
Y sin colmillos de fiera ni erudición de rata
se abalanza presto de entusiasmo febril y abrillantado
al puesto de fritangas que a menos pasos de su destino encuentra.
Pide una orden de tacos.
En el televisor una tetona
y un idiota en buen traje hablando.
Chale con estos tenis que raspan los talones,
garra vieja y mugrosa sobre saliva disecada.
El andante ataca, adereza, endulza.
A la hora de mostrar la billetiza:
en la madre, lo sabíamos todos, el andariego sin un varo,
el taquero filero en mano,
los comensales asustados,
un taxista fuma y espera cliente,
las cebollas chillando, humo apestoso en el local;
sablazo de experto en despedazar cerdos, reces, chivos.
El caminante rebanado esculca en las secciones de su ajuar
sin calma y a todo temblor,
no encuentra rápido pero cuando encuentra empuña
dispara billetes que no sirven para darle tranquilidad al rebanador,
billetes de juego, billetes charros, billetes sin sazón.
Otro sablazo, otra vez dentro de él la accidentada dentadura del guisador.
Un caminante, digamos, da una patada fuerte al aire y deja de respirar.

 

Presta el mordelón

Sólo si así sostengo
las locas lamidas
de tus deseos destrozados,
tengo tentación terrible
por platicarte para
impedir incluso
tu sucio suicidio.

Sólo si así sostengo
tus tersas tetas
con pezones como colmenas
y machín masajeo tus nalgas
no esperes no encontrar nada.

Presta la concha babienta
presta el castorcito bigotón
presta el mordelón.

Sólo si así sostengo esta erección
mientras gritas: ¡mételo más adentro!
doy lamidas a tu lengua
estiro los pelos de tu axila.

Tírate un pedo
Tírate dos
Presta el castorcito
Presta el mordelón.

 

Presencia del amargado

No puedo atinar a nada que me comprometa,
a nada que de mí, de mis cosas, de mis amuletos,
se permita no permanecer en las líneas verticales
del cuaderno.

Pulir un trofeo de ocio,
colarme como bacteria a las fiestas,
no me angustio y escribo en el excusado
una disculpa arrogante, vieja, con
los desechos que la misma anfitriona
me negó.

Al contrario de cuando estoy en las cavernas
frente a los que saben bailar y los que hacen
ejercicio, no espero sino retirarme a tiempo
con mi silencio doblado en la bolsa secreta del saco,
andar con él las calles mismas de todos,
despacio, para que mis pies no caminen.
Acaricien.

 

Breve declaración de felicidad

Ya me voy a quitar el antifaz,
ya estuvo bien de hacerle al maricón.

Pongo sobre este minuto
mi bandera de conquistador de la alegría.

No es falso el gesto,
no es ficción mi engaño,
estos dientes están aquí porque sonrío.

No fue hereje mi apatía,
encontré en lo pésimo mi fiesta.

Qué tan malo es
hacer llorar a los demás
para cagarse de la risa.

 

Poema del silencio de Isabel

Quiero freír un pez de ruido,
gritar cuando hablamos de la nada del diario,
nunca encallar mis manos
en la parte de tu cuerpo que no tiembla,
y fingir que puedo decirte que te quiero
con un roce apenas insinuado de mi agobio.

 

Poema rimado del marihuano sin un varo

En tu ausencia estoy:
enyerbado, mal pasado,
atascado, descarriado.
chismoso ahuevonado,
marihuano sin un varo.

Chafa con las chavas
gandalla en lo ganado,
marihuano sin un varo.

Enfermizo sin permiso,
sin aviso el descontón,
borracho agresivo,
macizo por votación,
bato tumbado,
marihuano sin un varo.

Cochino aniñado,
cachondo amanerado,
ratero conocido,
cocido sin sabor,
mamoncito en paro,
marihuano sin un varo.

 

Historia cursi de A y O

A le dijo a O que deseaba atravesar el campo de fruta con él.
O pensaba que A era la mujer precisa
para hacer el viaje y empacó ternura y lujuria en una sola maleta.

A le dijo a O que estaba arrepentida,
que los habitantes de los campos de fruta
no estarían contentos con O en sus terrenos,
y lo escupió en la cara, le negó la ternura y la lujuria,
parecía una corte para decapitación.
O bebió y maldijo y miró la televisión y se masturbó
durante meses y años.
A encontró un jinete a la altura,
la montaba y ella le chupaba el pito con gran destreza.
El jinete decía que A era la mujer indicada para chuparle el pito,
que necesitaba de ella siempre.
A se sentía una muñeca rusa y dijo a su madre: me voy con el jinete
a los campos de fruta.
O se mordía las uñas y vivía de empleos mal pagados
y paginas de sexo anal virtual,
y botellas de mezcal matarratas,
y amigos hipócritas que pujaban para sacar algunas lágrimas
y poder decir: ya pasará ¿tienes cerveza?
A escribió a O contándole que el jinete había domado
más hembras y que estaba lista para que ella y O
atravesaran el campo de frutas.
O se moría de la risa luego de leer el punto final de la carta de A.
O encontró en una página porno a otra A.
Está A tampoco quería atravesar el campo de fruta con él
pero al menos nunca se lo prometió.