Letras
Tres cuentos

Comparte este contenido con tus amigos

Hecatombe

Pobres animales de la televisión, la niña dice desde la sabiduría de (algunos) infantes que miran el mundo desde el no compromiso inicial. A nivel nuestro tratamos de suprimir la presencia de esa masacre en que consiste nuestra existencia misma de carnívoros. El primate humano echó a caminar sobre el lodo, que era rojo y mezclaba la tierra arcillosa primordial con la sangre. En las ciudades se tapa el origen de bisteques, costillares y hamburguesas. Ya no hay carnicerías con hombres de delantal blanco que descuartizan cuerpos colgantes, cabezas de cerdo y vacuno con ojos vidriosos y enormes que nos persigan en sueños. Se venden las partes en envase plástico, selladas al frío en bandejitas de polietileno que acelerarán la corrupción de este ambiente hacia la pureza inorgánica de su contaminación. Peor es nada. Porque esta historia es pecaminosa. Pero no somos creyentes. Ya los niños no son llevados de la mano por la empleada a la feria para escoger gallinas que allí mismo beneficiará el puestero ante su mirada inocente. Cuando uno come carne, después quiere seguir comiendo más y más, uno duerme inquieto, se da vuelta. Digo. Francisco dice que el hombre nació carnívoro, dice además que el sexo masculino es mutación del femenino. Dice otras cosas que prefiero callar. Pero pienso en la horda de gallinas, pollos, codornices, cerdos, patos, seres marinos. Las langostas emiten chillidos al hervirse. Cuadrúpedos, conejos en primera fila, que nos esperarán cuando después de muertos en el mito cristiano nos vayamos caminando hacia las Puertas del Paraíso. Sus ojos nos harán retroceder a los infiernos. Sin mediar espada de fuego. Gracias a Dios que por aquí por lo menos no somos creyentes.

 

Pintura

Para mí la pintura, el dibujo, las artes plásticas son el camino que no seguí. En la encrucijada de mis dieciséis años vi pasar a una niña alta, pelo negro, perfil acentuado, blanquísima. No me vio. Pero en las horas que siguieron le hice un poema con rima. Traté de hacerle una témpera. La imagen distó del original y de lo que tenía en la cabeza. Cuarenta años después tomé clases para pulir mi técnica y poder reproducir lo “real”, dizque (ahí me aprieta el zapato). La pintora trató de que centrara la atención en lo visto, pero seguí haciendo lo que tenía en la cabeza. Pintaba redonda la parte inferior de una botella porque sé que tiene base curva, aunque en realidad todos la ven derecha, recta. Me dijo “vas a tener que pasar diez años educando la mirada”. Lo que a mi edad es mucho tiempo. “La fotografía liquidó a lo real en la pintura”, le dije. Cerré la puerta al irme. Su olor me persiguió y me sigue en sueños. Confieso que me gustan los impresionistas, que deforman al objeto por el lado de la luz. Me detengo a la vera de las instalaciones, del arte conceptual, que se agota en una sola idea, más al ritmo actual de mis neuronas. Pero siempre tengo a la pintura como el señorón latino mantiene amantes escondidas que visita a veces. Hago afiches para eventos, portadas de libros, dibujos varios, “monos”, como decimos. Trato de vez en cuando diversos materiales y formas, con cuidado, sin pretensión profesional. Porque esta otra terminaría por obsesionarnos. A nuestra edad ya no sabríamos satisfacerla.

 

Cuervos

“Cría cuervos y te sacarán los ojos”. Mentira. Más crueldad verás en esa bandada de gorriones que persiguen a picotazos al miembro débil o enfermo hasta ocasionar su muerte. A vista y paciencia nuestra que paseamos por una calle bastante moderna, no te creas. Estoy haciendo un poema largo llamado gorriones —hace años de esto— y ella propone hacer un change and replace y ponerle en cambio Codornices, inglés quail. Los cuervos de un parque en British Columbia le copian a patos y aves exóticas y nadan en la fuente o se sacuden el agua para que les tiren comida los turistas. Negros se remontan con mariscos en el pico junto a las gaviotas y los dejan caer desde lo alto para romper caparazones y conchas y comerse las entrañas. O disputan a los buitres la carroña de incontables animalitos que aplastan los autos en las interminables carreteras del país. El cuervo es el delfín de los pájaros, Francisco dice, desplegando ante nosotros el pavor de la biología. Los pollos recién brotados del cascarón mueren de hambre sin un pájaro al lado del que puedan aprender cómo comer. Los nazis ya estaban empezando a adiestrar cuervos para que transportaran cámaras y bombas como los delfines de los gringos. En la cadena sin fin y circular de la lucha por la supervivencia en este planeta y otros, no somos nada. La naturaleza a lo más es un espejo de nuestros talentos y limitaciones.