La visita de Dios
Los días amarillos llegaron sin anunciarse,
tocaron a su puerta, no preguntaron
si podían entrar y con absoluta solemnidad
entraron, tampoco saludaron y de a pedacitos
fueron acomodándose en su humanidad.
Ahora con paciencia y majestad
de anciano va rememorando nombres, colores,
siluetas, caminos y toda una geografía
de lugares, amores, canciones, fantasías.
No quiere que la memoria se esfume.
De la fábula va rescatando página a página
la historia de su vida, aquellos días
del rebullir de hormonas
y de galopes desbocados,
aquel tiempo intenso
que ahora desanda con saudades.
Solemnidad y fábula trazaron
apretadamente en una antigua agenda
un itinerario intrincado de rutas desahuciadas.
Aquella tarde gris, que aún carga mi alma
cantaba recuerdos de infancia
tejidos con fragancia de mastranto
y adornados con estrellas madrinas
y barcos de carbón y hojalata
con cargas de limón y mandarinas
que recorrían rutas de antiguos marineros
en los charquitos del patio.
Aquella tarde gris como la lluvia
en una cárcel de mujeres
comprendí que aquella santa humanidad
estaba preparado
para el viaje sin boleto.
Mis ojos se encontraron con los suyos
y aquella mirada profunda y sostenida
fue nuestra singular despedida.
Él lo sabía y yo también,
y esos silencios nuestros
fueron la promesa diciente
de que algún día y en algún lugar
nos volveríamos a encontrar
para seguir la fábula en otra dimensión.
Solemnidad y fábula
esperan, en paz, la visita de Dios.
(del poemario Las manos del tiempo).
Reverón y Arráiz Lucca
Poeta:
hoy te invito a romper
la cotidianidad, ese ritual citadino
que día tras días bebes hasta emborracharte.
Hoy no vayas a las aulas de siempre.
Vente a mi castillo,
quítate la corbata, el saco y la camisa,
deja que los vientos azules
embadurnen tu piel hasta el cansancio,
remángate los calzones,
tira los zapatos por ahí
y camina descalzo
para que sientas el tiempo y la vida en cada piedra
y los recuerdos de abuela en los musguitos del patio.
Vive la diferencia de los días
en este castillo transparente y primitivo,
levantado con estas manos que profanan
los rigores del ritual de la costumbre y la etiqueta,
escribe un poema de amor con quince letras
rompiendo normas gramaticales,
describe con Victor Hugo el arte de lo azul,
y camina con los ojos cerrados hacia el mar
y cuando sientas que puedes tocar las olas,
ábrelos para que te embriagues
con estallidos de luces y colores.
Ahora toma a tu mujer, siéntala sobre una roca,
desvístela y píntala de azul,
y cuando la gente de Macuto pregunte si éstas loco
grita y grita a todo pulmón:
“hoy me dio la real gana
de pintar a mi Guadalupe de azul ¿y qué?”.
(del poemario De la vida y el amor).
Poeta es aquel
Mis amigos dicen que soy poeta
porque suelo jugar con las palabras,
para no ahogarme en las tristezas,
nunca he creído que lo soy, no por falta de deseos,
sino por abundancia de ausencia del ingenio.
¡Qué poeta voy a ser yo!
si todavía, con líneas de expresión a mi pesar
que el verdugo del espejo me devuelve,
no he aprendido a conjugar el verbo amar.
Poeta fue Neruda que escribió versos en el bosque,
en la lluvia y en el mar, cantó a las minas ajenas
y a sus mineros de pechos abiertos y desnudos,
exhibiendo una dignidad numérica, dolores y miserias.
Cantó Odas Elementales a los objetos más elementales,
y al caído, al expatriado, y a la patria sometida;
a Terusa, a Delia, a Antonieta, a mil amores más,
y a su Matilde, el amor de la unidad, cien sonetos de
madera,
salidos del perfume y del alma de la selva chilena.
También cantó a Rangoom y a sus dioses de verdad y de
mentira,
a la Hermana Cordillera, a las reinas de salón
y a las prostitutas de los puertos, que siempre amó
sin amar.
Poeta fue Rilke que cantó y canta todavía
con voz antigua, versos antiguos a los ángeles sin
tiempo.
Poeta fue Vallejo que dando Traspié entre dos
estrellas
cantó al que tiene chinches,
al que lleva zapato roto bajo la lluvia,
al que vela el cadáver de un pan con dos cerillas,
...
al que lleva reloj y ha visto a Dios
y al Parado en una piedra... a la orilla del Sena.
Poeta fue Andrés Eloy Blanco que cantó a los
angelitos negros
y a una loca, por allá en la cordillera andina,
Luz Caraballo se llamaba y decían que era bella
y bordaba frailejones, con los deditos de las manos.
Poeta es el tío Camilo Balza que escribe versos azules
y canta a las estrellas dormidas, al Árbol, a la
Ciudad y al Eco,
y se ha pasado la vida inventando silencios,
y haciendo Preguntas que no tienen Respuestas.
Poeta es aquel que canta a la descomposición social,
al desarraigo del hombre de su entorno natural,
a la humanidad deshumanizada.
Es el que decodifica códigos antiguos
escuchando el llanto de las hojas al caer
o la risa del rocío al amanecer;
es aquel que escucha y obedece
las voces de sus muertos y celebra las risas de sus
vivos,
es aquel que entiende que las flores son la sonrisa
de los árboles y que las estrellitas fugaces
son esperanzas desvanecidas.
Poeta es aquel que llora el entierro de una hormiga
como si fuera el entierro de su mejor amiga.
Es el que estando solo se siente acompañado;
es aquel que escribe en el azul y recoge
en el desierto las estrellas licuadas por el viento;
es aquel que tiene el corazón hecho de agua, de pan,
de sal,
de azúcar, de miel, de savia y de cristal.
(del poemario De la vida y el amor).