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Poemas

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No era amor, era cortesía

Tan amable ella,
con todos tan dulce y afectuosa,
su mirada y su sonrisa contagiosa
la hacían más atractiva, más bella.
A todos saludaba sin distinción
con un tierno besito
o con un inocente abracito
y todos la adoraban con veneración.
Vestida de elegancia y sencillez
sólo despertaba respeto y admiración,
tal vez ocultando fantasías atrevidas
de que ella fuera la mujer de sus vidas.
Yo un día
de ilusión prendido
le pregunté si me quería.
Ella me contestó asombrada
que yo la había malentendido.
Así perdí el amor que soñaba
y su simpatía.

 

La felicidad viene sólo de visita

La felicidad viene sólo de visita
a la humana morada
de mi existencia,
a veces brevemente,
a veces con frecuencia.
La felicidad viene sólo de visita
a veces con sorpresa,
sin previa cita.
Nunca se queda indefinidamente,
se va con la promesa
de volver oportunamente.
Estará siempre servida la mesa
y abierta la puerta
de mi alma y de mi vida
para su bienvenida.
La felicidad viene sólo de visita,
así es la vida,
si triste es su partida
dulce será su próxima venida
para volver a ser feliz,
volver a amar
a soñar, a cantar,
a trabajar, a descansar,
volver a la patria, al hogar,
a la salud, a la normalidad,
de nuevo la habitual actividad,
de nuevo la felicidad.
Qué bueno sería
a su presencia acostumbrarse
pero ella no viene para quedarse.

 

Aquellos tiempos difíciles

Primeras horas
de una mañana cualquiera.
El acostumbrado café
antes de las faenas del día.
En la barra de la cafetería
en las mesas desnudas
las gentes de siempre
taciturnas, casi mudas.
Una patrulla tempranera,
al trote por la acera.
En la emisora
las palabras del líder a toda hora.
Recelosas miradas
hacia el recién llegado:
misterioso, callado,
desconocida su identidad:
tal vez un agente de la Seguridad,
un vecino, un forastero.
Un delator, un extranjero,
un transeúnte, un taxista
un funcionario, un turista.
Una voz hesitante, con temor:
“¿gusta un café, señor?”
La expresión de anuencia
del desconocido.
Sensación de un tiempo vencido.
Aroma de café humeante
en tazas de peltre brillante.
Son amigos en un instante.
Un apretón de manos calurosas,
agradecidas, amistosas.
Mañana en esta cafetería
sabrá mejor el café de cada día.