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“Un grito de lucha por la libertad”, de Sandra Soler FerrerBosquejos del más allá —indagatoria

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Nadie nos escribió con ese remite, desde allí no nos llegan testimonios fehacientes, las señales tampoco son nítidas. Cuestan sobremanera los planteamientos sobre las posibilidades eternas, primero como una cuestión de inconformismo mental, para una persecución posterior de los indicios, inquiriendo respuestas donde quizá no estén, destapando ilusiones y quién sabe si intuyendo lo esencial de la vida.

 

I. Escenario

Cualquiera de las circunstancias ambientales, sobre todo las más próximas, se nos viene encima con una velocidad y un ritmo variables. Nos aturden como una lluvia inmisericorde plena de mensajes o nos estimulan en las diferentes facetas a nuestra disposición.

Los horizontes siderales van tejiendo unas bambalinas apropiadas, moleculares, quánticas, sólidas o vegetales; entre ellas efectuaremos los desplazamientos propios de la condición vital que nos anima. Más tarde podremos participar en la modelación de ese tablado, para buen lucimiento o para expresión de mal gusto y necedad. Disponemos de una armazón básica, de toda una tramoya. En ellas podrá llevarse a cabo la actuación existencial.

Todas las posibles procedencias o mecanismos de llegada serán incógnitas de variable consistencia, según los avances en el conocimiento y en las técnicas de observación de que seamos capaces.

 

II. Patio de vecindad

Lo mismo le sacuden el polvo desde las ventanas que le retumban los oídos por estridencias de variadas vibraciones; auténtico descubrimiento, se superó el número 1, como mínimo ya somos unos cuantos.

Los linderos, los espacios de cada ocupante terrenal, son uno de los primeros obstáculos, esta sí que es la ocupación más antigua del hombre, procurarse y defender sus lindes. Hasta aquí, o no pases de allá, entran a formar parte de un repertorio cotidiano. Después del aterrizaje forzoso, entre aquellos linderos y los contrincantes hallados habrá simples vecinos, prófugos y otras gentes. Entre llegada y partida existe esta confluencia espacial.

La inmensidad terrestre nos permite apreciar el espectro inmenso de posibilidades, como trogloditas muy pegados a las rocas, ubicados en auténticas cementeras o ligados a unos acercamientos muy virtuales. Desde una ocupación esporádica, se va pasando a una saturación ocasional, pasando por presencias intermedias. Congregados o dispersos, pero con algún tipo de contacto.

Sombrajos o verdaderos panales soportarán esas inevitables relaciones, el escenario inicial se torna espeso y quizá fuente de conflictos.

 

III. Horizontes naturales

El ambiente natural transmite impulsos de vida desde los comienzos. Elementos esenciales como el agua y el aire, partículas y seres vivos de una gran variedad. Estólidos minerales fraguados en avatares tormentosos, junto a una animación vegetal y animal de difícil filiación. Nuevos compañeros en la aventura.

Aportaciones a la vez estimulantes o amenazadoras. Las posibilidades se desarrollan abriéndose a este panorama, se imbrican en un conjunto simbiótico de límites imprecisos, siempre con renovados descubrimientos. Este trasfondo natural se convierte también en una amenaza permanente, catástrofes o cataclismos, frialdades o calentamientos. No existe una escapatoria eficaz. Estamos abocados a una permanente disyuntiva crucial.

Quizá tendemos a olvidar las relaciones con este inmenso panorama en el que aparecimos sin haber echado una instancia. Lo cercano y sencillo nos oscurece las relaciones más rebuscadas, desde otros mundos o universos a las moléculas de enrevesada constitución. Natural no es equivalente a simplicidad.

 

IV. Grandezas inabarcables

En la medida de unos desplazamientos, cada vez a mayores distancias, alcanzamos metas insospechadas; quedó atrás la Luna y los proyectos son más ambiciosos. Pues bien, pese a los largos recorridos, los rasgos cósmicos continúan siendo fantasmagóricos, por lo inalcanzable y misterioso de sus enjundiosas profundidades. Enormes simas galácticas, fuente inagotable de sorprendentes hallazgos.

Además de las distancias, son inmensas las emisiones de señales complejas, son tremendas las repercusiones de intensos calentamientos, sin faltar áreas con gélidos panoramas. Irresolubles grandezas que nos traen de cabeza y nos arrastran a la brava, como una tiranía de la física, aunque nos esforcemos en aparentar lo contrario. Los tamaños y las descomunales dimensiones escapan a la medida precisa de los hombres.

Aunque se trate de otro orden de cosas, además de paradójica, resulta graciosa la extensión de la grandeza hasta el interior de muchas molleras, endiosadas y fatuas en grado sumo, próximas al estallido ocasionado por sus grandiosos contenidos a los que no les atisban ningún límite sus propietarios.

No conviene confundir la grandiosidad de ciertos parámetros o cualidades, con los engreimientos y apariencias.

 

V. Perspectivas

Cuando uno observa una bella imagen fotográfica se enfrenta a varias formas de valorarla; asociados a la fijación de lo percibido —un tren, una persona, un paisaje—, los detalles se ofrecen generosos a la calibración por parte del observador. Para la obtención de esa fotografía y sus resultados disponemos de un trípode básico: pasado, presente y futuro.

Casi de una forma instantánea se deja ver el pasado, qué le vamos a discutir; el transcurso del mínimo tiempo acelera las tendencias que imposibilitan eso de tener asido al presente, se nos ha ido aceleradamente. Por fugaz, no vamos a desdeñar la magia que posibilita el presente. Constituyendo la tercera pata del trípode está la reverberación que surge de cada instantánea. ¿En qué quedó o qué pasará con ella? Con ser una tríada poderosa, no reúne todas las posibilidades de apreciación.

La perspectiva se origina de forma peculiar según el observador, dependiendo de los fenómenos físicos del entorno, ligada a ocultamientos parciales o condicionales por variaciones ilimitadas a las que tan dada se muestra la Naturaleza. El poliedro tiende a un crecimiento indeterminado, quizá infinito, para desesperación o disfrute de los humanos.

 

VI. Puntos de captación

Se trata de pequeñas consolidaciones repartidas por todo el amplio cosmos. Son a modo de registros de señales; podemos denominarlos también como detectores de ese algo especial que nos ocupa, preocupa y nunca podemos asimilarlo en plenitud. Ni siquiera podremos precisar las más de las veces si la esencia de lo captado es física, mental o una mera entelequia. Tampoco resultan fáciles para una enumeración exhaustiva.

La captación de energía simbólica, de una fuerza inusitada, no enciende luces; establece corrientes interiores de imposible disimulo. ¿Magnetismo peculiar? ¿Psiquismo estricto? A través de la NATURALEZA nos llega gran número de esas cargas indicadoras de maravillas infinitas, constituye una de esas vastas salas de recibir. Ocurre otro tanto con el verdadero ARTE, redescubre esas misteriosas y cambiantes realidades que se nos ocultan.

El simple CONTACTO entre personas posee un halo distintivo, a él podremos referirnos como algo intrascendente o desconocido; ahora bien, ejerce con ese añadido de ser sensaciones de una catalogación inabarcable. Seguramente contra el disgusto de muchos, los detentadores de esas mentalidades obsesivas por abarcar todo lo de los demás. El mero detalle de la EXCELENCIA profesional, esa marca de las buenas realizaciones, lleva implícita esa capacidad receptora de inmensidades. En esta línea argumentativa sitúo las VIBRACIONES AMOROSAS, ¿cómo vamos a negar su relación con lo más excelente? Sus variantes son amplificadoras de su significado y brío.

Existen otros núcleos de captación, quizá también infinitos, a la espera de su aplicación y puesta en marcha.

 

VII. Pozos del subconsciente

Auténticas reservas de un contenido ambiguo y a la vez insustituible, fuerzas insospechadas e impulsos autónomos. Inaccesibles, como fuentes ocultas. ¿Qué hilos les conectan a nuestras entendederas? Convendremos en una aseveración, su acceso parcial o imposible permite su conservación porque nos movemos en ambientes depredadores y sus garras acabarían con todo. Así podremos disponer de esta reserva. ¿Conserva?

En estas misteriosas funciones, ¿quién impulsa a las moléculas de una determinada manera? ¿Se trata de moléculas? ¿Cómo se organizan sus múltiples relaciones? Una vez descubierto ese fondo, se manifiestan sus niveles más allá de la conciencia. Si notable fue el descubrimiento de estas profundidades, maravillosas son sus capacidades de elaboración y reparación forjadas en su seno. ¿Qué sucede con el material desechado? ¿Quién lo sabrá y cuándo?

En estos asuntos resulta presuntuosa una afirmación rotunda, como también la negación radical. Representan necias respuestas sobre unas desconocidas realidades e ignorados fundamentos. Un simple y minúsculo avance en su conocimiento amplía de forma panorámica nuevas sendas hacia lugares desconocidos. Sin menospreciar sus utilidades, entramos en una poderosa escapatoria para las esencias del sujeto humano. Una vez situadas allí las circunstancias, regresarán a la conciencia, desaparecerán o se transformarán en entes diferentes. Un simple sondeo se convierte en un serio inconveniente, con notorias dificultades para su utilización más concreta.

 

VII. Orden caótico

No nos llevamos bien ni con la sencillez ni con la complejidad. Lo más simple somos capaces de enredarlo hasta no reconocerlo después. En cuanto a lo complejo, no siempre disponemos de la suficiente inteligencia o mecanismos para captarlo; faltando en no pocas ocasiones esa dedicación o esfuerzo necesarios, la tenacidad suficiente. El desconocimiento deviene en unas interpretaciones caóticas de los acontecimientos y circunstancias.

Un aspecto principal en este territorio del caos radica en un contraste notorio y muy próximo a nosotros, una curiosa paradoja, la pequeña entidad de los seres humanos se enfrenta a la valoración de otros órdenes que circulan con mayores magnitudes. Nadie está más allá del orden caótico, allí no disponemos de ningún representante. Y más aquí sólo se entreven aproximaciones. Estamos ante otra intuición de notable alcance y escasas comprobaciones.

La soberbia innata puja por colocarnos en unos pedestales que difícilmente nos corresponderán, veamos como ejemplo lo acontecido con los antecesores y los barruntos surgidos del presente más fatuo.

Tenemos un sino pleno de posibilidades, definido sin embargo por las frustraciones, tropezones y fronteras. Sí, sí, la ambigüedad nos acogota por todas partes.

No se trata de renunciar o no a nuevos datos, a estudios brillantes; sin necesidad de esa renuncia, es evidente que no damos la talla para empresas de la totalidad. A esas grandezas las podremos denominar, Caos o Filiberta, da igual; están excesivamente a desmano.

 

IX. Creencias

No podemos entenderlas como un soliloquio neuronal, caprichoso e inconsistente. Con esas trazas no pasaríamos de unas ocurrencias banales. Se podrá creer en una ocurrencia, pero sólo constituye un primer tramo en las afirmaciones, una simple opinión, escasa de equipaje e intrascendente. ¿En qué podría repercutir tan poca cosa? Las estadísticas y las tendencias constituyen un canto a la vacuidad de esas opiniones sin nervadura intelectual, mera deposición de unas sobre las otras. Sobre ellas cuesta hasta la indagación, ¡hay tan poco dentro!

El espíritu humano dispone de otros recursos de más enjundia psíquica, de unos razonamientos más elaborados. Con todo, lo venía comentando, la certeza y la plenitud no conforman nuestros hábitos. Marcados por los topes y la diversidad, llega un momento en el que apuntamos a un infinito del cual conseguimos atisbar muy poco; no estamos ciegos, pero sí nos domina la ignorancia sobre las verdaderas visiones.

En este punto se impone una distinción de actitudes; entre una creencia y una pose, de manera especial. La pose busca sobre todo la repercusión social, sin importarle demasiado la búsqueda de los fundamentos, los cambios no le suponen una dificultad excesiva. Las creencias, aunque no dispongan de certezas, llevan el distintivo de ese anhelo conducente a la persecución de los indicios, para intentar el logro de unas explicaciones cercanas a las esencias.

Desde fuera de una persona no podemos calibrar meticulosamente sus creencias, y desde dentro de uno mismo se multiplican los matices. Con esto se deberían descartar las imposiciones en este terreno, una de las calamidades muy habituales. Dicho esto, las creencias brotan y brotarán mientras existan los seres humanos. La entidad de cada creencia, más acertada o desquiciada, únicamente está escrita en el último sello. Ni la ambición, ni la benevolencia, ni la maldad llegaron a conocerlo.

 

X. Tragedias sobrepasadas

Este destino trágico no requiere complejas definiciones, se demuestra sobradamente con el devenir existencial. La fugacidad del presente y de la vida en sí es el sueño calderoniano, unas veces con ilusiones reconfortantes y muchas otras con la desesperanza en el núcleo de los sentimientos íntimos. Llegados al límite, quedamos enfrentados a los horizontes, se pierden los equipajes y la aventura personal más auténtica cumplió sus objetivos.

Desquiciados o no, con todas las variables implícitas en cada vida —deficientes mentales, demenciados, hemipléjicos, sanos, altruistas, crueles, asesinos, inteligentes, sabios y necios. Sean como sean los antecedentes, la culminación es trágica.

¿De dónde surgimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué significa la capacidad de pensar? Aunque se acumulen las preguntas, nos engañemos con los proyectos o pintemos bucólicas estampas existenciales; no hay manera de esquivar el trágico fin. El sentimiento unamuniano o los estudios más elitistas, acaban igual en ese final común para cada uno en particular, la muerte y desaparición después de muchos avatares. Por el momento, ese más allá no parece contar con nosotros como individuos, entendiéndonos como tales al uso común del término. ¿Otros entes? ¿Qué propiedades? ¿De qué sirvió la tragedia?

La trágica desaparición nos incluye en un magma desconocido.

 

XI. Bosquejos de aquí y de allá

El repaso efectuado refleja unas salpicaduras ligadas de lleno a la vida de este mundo. Latidos y pensamientos se ven involucrados. Insoslayables para cada sujeto. Permanecemos asombrados ante esos goterones, salpicaduras que salen disparadas en dos direcciones; hacia cada uno de los seres humanos y esparcidas sobre un algo distante e impreciso. ¿Irreal? Para desazón de hombres y mujeres no conseguimos una ratificación eficiente, salpicados y trágicamente finalizados, no hemos superado las intuiciones.

Aunque seamos muy dados a las bambalinas y a los decorados, al disimulo y a las tomaduras de pelo, en la convivencia está muy próximo el roce y afloran los detalles, las miserias y las penurias. Si con estas andanzas estamos entretenidos, no por eso evitaremos las aportaciones de la Naturaleza. ¿Cómo escapar de las servidumbres genéticas? Si fuera por los deseos de cada uno, ya se hubieran establecido nuevas condiciones naturales, somos muy dados a esas ensoñaciones, apenas nos inclinamos por el respeto y la conservación.

Arrastrados por ambiciones desmedidas, la codicia y mil formas de endiosamiento, no esquivamos los abismos, nos acucian severamente, sean cósmicos, psíquicos, existenciales o simplemente geográficos. ¿Qué captamos entre esas marejadas? ¿Qué nos dicen los signos detectados? Naturaleza, Arte, Relaciones, Excelencias, Amores y Desamores. Muchos micrófonos abiertos pendientes de una recepción cuidadosa y una síntesis ¿Imposible? ¿Nuestro fin trágico lo arrasó todo?

 

XII. A modo de conclusión

Dimensiones

Sin historia de la primera explosión,
Leyendas épicas de la segunda,
y cuentos sin fuste de la Facunda.
¿Hemos superado la simple ilusión?

Apenas encontramos cruda expresión,
Pasamos una primera torunda,
sin llegar a la herida profunda,
sin nitidez en la futura extensión

No salimos de la gran barahúnda,
precisamos control de la confusión
Dónde cada vida es sima profunda

Aunque suponga una dura convulsión
Aunque la oposición será tremenda
¡Peregrinos de la propia dimensión!