Y si los dioses
y si los dioses vieran por fin la ruina
de no sernos propicios
si al ocaso llovieras en mi boca
copioso y loco
yo tomaría en mis manos el copal
quebrantado al vaciarse
para pegarlo con mis labios
pero saturno a simple vista
no es más imposible por ahora
lirio destemplado arremeto
solo de piano a dos manos
casa sola de rizos tristes
Rompes el yugo
rompes el yugo del desencanto
aunque tu yugo es lo mismo que morir
ensimismada el alma en sus azares
comiendo de la mano que suple
el cianuro exultante y necesario
no me quiero quedar aquí
estoy rota soy espuma sucia
déjame los labios intactos
todavía me queda una canción
Incongruencias
muda el alma de piel
y el cuerpo
de lo tenso a lo rugoso
de lo inocente a lo perverso
en el camino el jirón
el beso reventado
el refugio del adiós
en la mano derecha mientras
la izquierda se acomoda
solicitando un nuevo desengaño
todo es fugaz
pasajeros del último andén
nos vemos sin piedad
quedamos muchos
diríase que en este viaje
no hubo sencillamente
vagones para todos
Imposible negar el sufrimiento
El universo no sabe nada: es a lo sumo, un junco pensante.
(Conde de Lautréamont)
también los juncos enloquecen
cuando el cisne apura el vuelo
no pueden alzarse
y sin el imposible aletear
colindante del agua turbia
en el suspiro evanescente
de sus talles gimen
noviembre es el mes más cruel
Maleable
de vocación insular a remolino
me bastan tus ojos rasgando
mi corazón papel de china
atracadero de tus brazos
madero oliendo a su árbol
me apoltronaré en la tierra
hasta que vengas
hay rutas de estrellas que nadie sigue
por tres monedas te diré la suerte
Roma esperó y hago lo mismo
en el tiempo de las nueces la sed
pero si llama tu voz entibiezco
gacela desprevenida se me doblan las piernas
en el azul imposible armo el olvido
cebra indistinta entre la fronda
rota amaneceré cuando tus brazos