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Premio Anaya para el escritor español Martín Casariego
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Martín Casariego (Madrid, 1962) obtuvo este 12 de abril el IV Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil con su obra El camino de Ulectra, una novela de aventuras futurista, seleccionada entre un centenar de originales. El galardón, dotado con 30.000 euros por Anaya y Ámbito Cultural de El Corte Inglés, fue dado a conocer en Granada y entregado al escritor madrileño en el Salón de Plenos del Ayuntamiento por Fernando Marías, triunfador en la convocatoria de 2005.

El ganador se alzó en 1997 con el Ateneo de Sevilla por La hija del coronel, su obra más conocida, pero también es guionista y autor de varios relatos dirigidos a niños y jóvenes.

Por el camino de Ulectra cuenta las aventuras de Miguel y Glaster, dos jóvenes de quince años que tienen la misión de recuperar la capacidad de lectura, que los humanos perdieron en la “antigüedad”, allá por 2065. En el mundo de 2314, los seres humanos están programados para morir a los 75 años y, aunque no pueden leer, tienen implantados en el cerebro unos chips que les dotan de amplios conocimientos. Son engendrados en probetas y cada uno tiene un único padre o madre.

En esta sociedad futurista, el fenómeno del amor es controlado por una píldora que permite, a quien la toma, vivir una apasionada pero intrascendente aventura de una semana, ya que otro chip protege de los sobresaltos del corazón. Pese a ello, Glaster está locamente enamorada de Miguel. Tras la muerte de sus padres en extrañas circunstancias, ambos deciden seguir la misión en la que aquéllos trabajaban y viajar a los confines del Universo, hasta Ulectra, donde está el gobierno del mundo —el Gran Ordenador—, para salvar a la humanidad de su analfabetismo y recuperar la lectura y, a través de ella, la libertad.

“Es una historia de aventuras algo disparatada, con mucho humor, pero por debajo hay un tema más serio, que es la importancia de la lectura”, explicó el autor en rueda de prensa. Afirmó, además, que escribir una historia para jóvenes es “tan fácil o tan difícil” como hacerlo para adultos. No obstante, el tono es “más desenfadado”. A su juicio, el truco es que el propio escritor se divierta: “El único aliciente que tengo para empezar y terminar una novela es que me esté gustando a mí”.

En su opinión, la frontera entre libros para jóvenes y para adultos es “permeable”. “No sabría decir si El principito (de Antoine de Saint-Exupéry) es infantil, juvenil o para mayores como yo”, argumentó. “Como escritor, mi gran aspiración cuando escribo una novela juvenil es que pueda gustar a gente de mi edad”.

Casariego lamentó que la literatura infantil y juvenil esté “bajo sospecha”, porque algunos consideran que es “más fácil o peor. Pero hay de todo, como en la de adultos”. En ese aspecto, dijo que las historias para niños y jóvenes pueden “crear o destruir lectores. Si no te gusta lo que has leído hasta los 16 años, ¿por qué seguir leyendo?”. De ahí la “gran responsabilidad” que soportan los autores de este género.

Sobre el trasfondo serio de su obra, admitió estar “preocupado” por los bajos índices de lectura, ya que los libros son “una puerta a muchas habitaciones” y un mundo sin ellos “sería muy triste”. Sin embargo, reconoció, a veces tiene la tentación de pensar: “Si la gente no quiere leer, ellos se lo pierden”.

El representante de Anaya, Antonio Ventura, explicó que el jurado valoró en el texto de Casariego su capacidad para “crear un universo de ficción literaria” y hacer de una novela juvenil “una obra literaria”. “A partir de la página veinte, lo fascinante no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta”, dijo.

El premio se dedica a obras infantiles y juveniles en años alternos. En esta edición se premiaba una novela juvenil.

Fuente: Ideal Digital