Letras
Instantáneas

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1

He llegado a conocer, en el calor silente,
el aroma de tu cocina, mujer de manos ligeras,
y monitoreo la calidez de las cebollas
con que acitronas lentamente el alma.

 

2

Marqué el árbol de la vida
y te enredaste, serpiente,
dentro del fuego de los días.

 

3

Se abren campanarios
el crucifijo investigó mis adentros
cayó el templo
los cuervos se llevan las hostias hasta el río
renazco del agua a los tres días.

 

4

La mirada creciente de tu cuerpo
naturaleza muerta en el brillo de tu espalda
dónde ha quedado el equilibrio de los bosques
el agua resbalando sus sentidos
                   esa noche de tu cama perdí la brújula
y las clavículas manejaron mis deseos.

 

5

Es el día sólo una obsesión de sol y grietadura
voz de cobre que nada significa
Tú en la sombra que vierte las fuentes
entre mis labios de sierpe sin escamas
exploré tus muslos de agua enfebrecida.

 

6

Sangré después de la mortaja
nadie quiso cargarme al cementerio
Ese olor tan mío a cuervo en aletazo
escapó con la niebla de tu Tiempo.

 

7

Y pesqué monedas al aire
en esa esquina cantan los faroles
las azucenas se tiñen de licor:
      nadie espera su paga en la sonrisa.

 

8

No pudo atraparme
me levantó hasta la noche amarga
al cerrar los ojos
desaparecí en la lentitud del amanecer.

 

9

Ella, enfurecida,
excavó en las paredes
buscaba los ojos de la amante
la música del grito de la muerte
la horca en que ha dejado su lujuria
y al no encontrar sus dientes
emparedó los sueños de mi carne.

 

10

Caminó tu boca en mis rodillas
y yo me hice niño en tu regazo.

 

11

Hasta sangrar con las cebollas
desprender las células sin lágrimas
horadar la noche con el grito
enfriar la cama en el disparo del insulto.

Hasta que ya no me persigan
no me muevan de la imagen
donde me he dejado envanecido
llorando la canción de Marte
              lucha feroz hasta el olvido.

Hasta que ya nada reviente
en las pupilas que se ha llevado el rencor
y sean las puntas del diamante
                  la sensación de estar despierto
                  sin la sangre.

Hasta esta noche arrulladora
en que la música de niños
no pueda calmarnos la violencia.

Hasta ahí
renunciaré a tu lento caminar en el espejo
me arrancaré los ojos
al silenciar el sueño.

 

12

Te dedicaste a explorar mi árbol
y me fugué en el fruto matutino.

 

13

El crucifijo ha pescado mis violencias
como se pescan las estrellas en el mito.

Ya nada esperan de la noche
los pescadores que corren con el viento.

 

14

Sus clavículas atraparon las miradas
y el cuervo saltó del escondite
esa piedra inmortal en que se esconde
la mirada agria de tu cuerpo.

 

15

En sus muslos caminé los días
y un aroma de tierra detuvo la fuga
regresé hasta el sabor de tu mirada
en esa voluntad que brindan tus mordidas.

 

16

He monitoreado su mortaja líquida
y no pude hallar el canto del cardumen
mar de corrosión constante
en que doblegó el espíritu
su invicta podredumbre.

 

17

Investigué tus ojos de moneda
jugué en la Bolsa y perdí el aliento.

Con tu ropaje de dólar en silencio
me cobijaste la voluntad de imperio.

 

18

Nada pudo la noche contra mi taquicardia
ni los aullidos ni los pasos en el techo.

Me he refugiado en el silencio
que brinda el surco atroz de tu recuerdo.
Excavé en el templo de tu angustia
soledad artera que padezco.

 

19

Pido manejar la luz de tus paredes
ese vitral que encienden tus adentros.

Ir por el prisma como el arco iris
desnudar de mí ese color a viento.

 

20

Naciste de la lengua de polen
y tu boca ha marcado mi dolor.