4.
Intentar algo contigo es inútil como tomarle fotos al sol con una kodak 4.1 y echarse bronceador en Río de Janeiro. Es divertido como las películas de terror en blanco y negro y frustrante como los sueños del elefante enamorado de la tortuga de altamar.
Intentar algo contigo es ridículo como decir esternocleidomastoideo a la hora de la eucaristía o saltar de un quinto piso gritando tu nombre sin más red que una piscina llena de turistas. Es cruel como una pizza congelada a las tres de la mañana o ganarse la lotería en pleno cáncer terminal. Intentar algo contigo es irse de cara contra el puño de tu hermano. Es placentero como un dolor de estómago en las puertas del cielo y triste como aplaudir en el entierro de alguien que nunca conocimos y que por alguna razón nos ha dejado solos.
6.
Si quieres puedes irte, que me conozco tus mentiras como las madres reconocen la sonrisa de sus hijos muertos. Puedes irte, aunque deba confesar que me faltarían tus dedos en punta cambiándome de radio, tu sistema óseo violentando mi abrazo de australopithecus macho en celo. Me faltaría pagar por una película criminalmente estúpida a las diez de la mañana y cerrar los ojos cuando me hables de tu año nuevo en San Bartolo. Ni qué decir de tus talones martillando la punta de mis pies, tus suaves y melancólicos talones haciéndome la vida un poco menos ortográfica. Tus iliacos pregonando obscenidades en mi dolor de espalda, tu juguito de piña y tu forma de mirarme sólo porque aplaudes hasta el hueso mis infartos de sapo enamorado. El mismo sapo enamorado que tiembla cuando, de casualidad o de pura borrachera, tus labios se estrellan con los míos por un rato, para luego regresar a la pista de baile como se alejan las olas del mal: amenazando con volver.
7.
Para quedarse con la chica es preciso convencerla de que somos la mejor opción de rana ejecutiva que ofrecen en los supermercados. Las rosas rojas podrían verse como una maniobra recomendable para cualquier boticario con remedos de galán. Nosotros usaremos jabones de mandarina y puercoespines silvestres cuya mayor predilección sea la de recitar poemas en francés. Luego, cuando la chica haya comprendido nuestras intenciones de quedarnos con ella, daremos rienda suelta al sentido del humor como armamento sorpresa. ¡Hágala feliz, señor! Que suelte la risa burlona que derriba hoteles y luego desaparezca como los grandes. Bórrese del mapa sin mayor aviso, hágase el interesante y ruegue que los puercoespines sepan improvisar canciones de amor cuando se les termine el repertorio... o el francés. Lo que venga primero.
Frustración 6: pintar un desnudo tuyo
Sería bueno
no ser tan malo pintando
porque así tendría
un pretexto antibalas
para vestirme mal
y quitarte la ropa.
Instrucciones
Para que tengas la sonrisa de Jenna Jameson
debemos copular como huérfanos sin Ministerio de Educación,
como despeinados debajo de un puente sin serpiente.
Levantaré tu falda hasta taparte la cara
y cederán tus calzones a la fuerza de una sorda erección.
Debemos copular durante horas
para que tengas la sonrisa de Jenna Jameson
y aunque la falda te borre la cara, yo sabré cuándo parar
yo sabré cuánto herirte
hasta que seas ella y no la misma que se afeita dos veces por semana
y no la misma que le gusta cocinar y llega muerta del trabajo
como la primera dama que no sonríe ni por los orgasmos
ni por los billetes que recibe.
Desde hoy, te llamarás Jenna.