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Vargas Llosa recibe doctorado honoris causa de Universidad de Málaga
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El escritor peruano Mario Vargas Llosa recibió el miércoles 25 de abril un doctorado honoris causa por la Universidad de Málaga (UMA), en una ceremonia a la que asistieron representantes de la institución académica y personalidades de la ciudad española.

El acto fue presidido por Adelaida de la Calle, rectora de la UMA, y por la madrina del doctorado, Guadalupe Fernández Ariza, quien destacó que Vargas Llosa “es un testimonio sublime del compromiso de un escritor con su vocación de artista y asimismo con su época y con la continuidad de los hombres; un testimonio que se basa en las premisas del amor y de la libertad”.

Una vez investido, el escritor rememoró su trayectoria personal, recordando vivencias de su infancia, su familia, aventuras, viajes, amigos y su pasión por la lectura.

“Hay influencias que ahogan la originalidad y otras que permiten a un escritor descubrir su propia voz”, señaló Vargas Llosa, frase en la que está incluido William Faulkner, “maestro supremo de tantos novelistas de mi generación”.

En cuanto a su vocación, expresó que “todo lo que he inventado, como escritor, tiene unas raíces en lo vivido; fue, en sus orígenes, algo que hice, vi, oí, pero también leí y que mi memoria retuvo con una terquedad singular y misteriosa, algunas imágenes que, más pronto o más tarde, se convirtieron en un desasosiego fantasioso, en el punto de partida de toda una construcción imaginaria”.

En este sentido, el autor de La ciudad y los perros y Conversación en La Catedral manifestó a los presentes la gran importancia de la lectura en su vida. “Todo escritor es, antes de serlo, un lector, y ser escritor es también una manera distinta de seguir leyendo”, y admitió que “no me incomoda nada, todo lo contrario, reconocer que en mi vocación y en mis ficciones hay un flagrante parasitismo literario”.

Asimismo, recordó que a su madre y a sus abuelos les encantaba la afición que él tenía por la lectura, y lo alentaban a aprenderse versos de memoria y a recitarlos. El primer libro “maldito” que leyó en su vida, a escondidas, fue Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda.

Con relación a la lectura, el escritor consideró que su generación probablemente fue la última de niños lectores, “para los que la necesidad de una vida ficticia se aplacaba sobre todo con la lectura”. Las que vinieron después, señaló, “saciarían esta sed cada vez menos con palabras y más con imágenes, primero las de las historietas, luego las del cine y por fin las de la televisión”.

Fuentes: Diario La TorreRPP