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Gloria Cepeda VargasGloria Cepeda Vargas, colombianista, pensadora y poeta

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Gloria Cepeda Vargas es una mujer de fibra gruesa. Parece nacida en la sierra o en la mitad de una guerra. Y por sus venas corre caliente sin pausa la poesía. Tiene en su frente el sello de la palabra, dura, como  hierro candente sobre la injusticia. Ese fue el bautismo que desde el vientre materno la consagró.

Nadie hubiera barruntado que en aquella chicuela, un tanto escuálida y morena, había un manantial de donde la poesía brotara espontánea y sin esfuerzo. Ella confiesa sin vanidad que siempre ha pensado y escrito en verso. A los tres años su madre Mina, fotógrafa, autónoma e impaciente,1 la veía correr por la casa con su naricita afilada y sus pómulos prominentes repitiendo unos versos que nadie le enseñó. Se los dedicó a su padre, a quien su madre llamaba gato marrullero porque todas las noches salía a jugar billar en la vecindad:

Este es un gato que estaba
de cocinero en un billar
y decía manzanilla, manzanilla
y no lo podían olvidar.

Gloria María Cepeda nació en Cali el 16 de mayo de un año que ella ha colgado del brazo del olvido. Después de peregrinar por Armenia y Buenaventura, en donde su madre la confinó de cuatro años al kinder de Estercita Patarroyo, porque era una niña insufrible, peleona y desobediente hasta más no poder, de siete años llegó a vivir a Popayán, ciudad a la que ha quedado unida como a cordón umbilical. Allí entró al colegio-convento de las salesianas a estudiar. Comió deliciosas galletas, pero nunca pudo digerir a la Santísima Trinidad.

A los 13 años, recuerda, se escapaba de las clases pues los versos le brotaban a borbotones y el río de palabras no se aguantaba en su garganta y tenía que ir a casa a escribirlos. A los 18 años, después de cursar cuarto de bachillerato, interna en el colegio-fortín de monjas en Silvia, Cauca, como cualquier insensata que se respete, se casó con el venezolano Francisco Cabrera, quien se la llevó para Caracas. Venezuela es su otro amor del que no se separará ya nunca. Gloria tomó para sí los versos de Billo Frómeta, en Mediodía en Caracas: “Para cantarte a ti puse al arpa / todas las cuerdas de oro...”. Allí, en cinco años, tuvo cuatro hijos entre carros desbocados, teteros, pañales y madrugadas que peleaban con su adolescente corazón. Después de 30 años de casada se divorció de aquel hombre que la vigiló sin tregua durante más de 25 años. Lo recuerda hoy en el poema “¿Fue?” de Caracas en el viento, uno de sus tres libros inéditos:

¿Fue eso morir?
Los días sin cabeza
mi frente de veinte años
surcada por un río de ceniza.
Un perro de mil ojos
vigilaba
libros que me querían
sin poder confesarlo
un siglo o un minuto
verdugos de mi flor.
¿Fue eso vivir?
¿En qué rincón de aquella
casa ciega
te quedaste
muchacha?

Así como Gloria Cepeda se declara caminadora irredenta de una ciudad —­su amada Caracas— que no le ocultó sus secretos, también se reconoce2 hija de La Poesía, esa palabra omnipotente y firme, que a pesar de los años y los ríos crecidos, me nace y puebla, más implacable cada día:

Ábreme tus brazos, Poesía
y deja que tus aguas me calcinen.
...En tus aguas ilímites
como una flor de espuma
viaja mi alma.

Así, entre el trasegar, la independencia, la intemperie de su suerte y la dulce compañía de la escritura ha vivido esta mujer fuerte como un batallón de palabras.

Murieron de viejos y de tradiciones sus padres y murió bajo la boca de un fusil artero su hermano Manuel en 1994. La lejanía de sus hijos, la ausencia del país que la adoptó en su seno y el dolor por la muerte injusta de su hermano la acompañan en la esquina de la calle 17 en Popayán desde hace 11 años que volvió a Colombia.

Quien conoce a Gloria Cepeda ve en ella la estampa de la mujer enhiesta, sin rebozo, con palabras por riqueza, amistad por don y tristeza por la patria. Si en ella hay memoria es para recitar sin pestañeo versos y párrafos o capítulos enteros de su autoría o de los maestros del idioma. Si en ella hay memoria es para acordarse de la justicia que se quedó en los libros, en los héroes y en la historia, pero que abortó en Colombia.

De cara recia y ademanes resueltos, Gloria deja entrever el carácter indómito de una mujer de fácil conversación, cristalina en el manejo del idioma y poseedora de una escritura que atraviesa los recovecos del laberinto de la realidad y la fantasía.

Gloria María Cepeda tiene dimensión continental. Su pluma ha extendido su tinta y sus colores por toda América y también Europa ha sentido su carne herida a través del Internet.

Su obra es extensa, pues su vocación de escritora es tan ancha que rebasa su faceta de poeta y su pluma prolífica ha llenado espacios en periódicos escritos y virtuales. Autora de ocho libros de poemas y de cientos de artículos sobre temas literarios, sociológicos y políticos, es reconocida por su estilo directo y punzante. Pertenece al Círculo de Escritores de Venezuela, en donde inició el ejercicio público de las letras. Hoy, en Popayán, ciudad que la considera su hija adoptiva, la Cámara de Comercio le acaba de honrar con el título de Personaje Cultural del año 2006. Sin embargo, ni su tierra natal ni Colombia le han reconocido su tenaz capacidad y el aporte a la vida de la palabra castellana por más de 50 años.

Escribió su primer libro de poemas en 1954, Bajo la estrella. Sus versos son fáciles, dedicados a sus padres y a su esposo. Tienen una clara influencia modernista, aunque también deja ver su gusto por el clásico soneto. Sentimientos de joven, encontrados y confusos se entreveran por doquier. La tristeza, los recuerdos, las promesas, el escape de la realidad son temas recurrentes. Como en “Confesión”:3

A ti te debo esta alta melodía,
                ...
         y te debo también esta tristeza
infinita y lejana, que me empieza
cuando muere la tarde entre mis manos.

O en “Azul”:

                ...
Azul la inmensidad ultramarina
y azul mi corazón en este vuelo
de gaviotas... azul como el desvelo
el azul horizonte que se inclina
a besar el oleaje, en una fina
explosión de zafiros... ritornello
de recuerdos azules como el agua...

o en “Todo lo fuiste para mí”:

                ...
Al conocerte, mi alma soñadora
—nave sin capitán ni timonel—
sintió el deslumbramiento
de quien ve el mar por la primera vez.
                ...
Pensar que fuiste tanto..., pero tanto en mi vida...
adoración... dolor... ¿qué no te di?
y hoy, ni siquiera nube, ... solamente un recuerdo.

Su segundo libro, Poemas de los hijos, parece que fuera un sucedáneo para la soledad que ya la embargaba. Es testimonio de la solicitud y entrega a cada uno de los hijos que apenas iniciaban la vida. Registra hechos como la enfermedad, los juegos y las rondas, el estudio, su vestido, los primeros pasos, la inquietud por su futuro. “Libros”, “Ronda”, “Sueño”, “Zapatitos negros”, “Enferma”, “Tengo cuatro soles”, “El castillo de arena”, son algunos títulos. Encuentra, sin embargo, espacio para contar su inconformidad en “Esta noche...”:4

Esta noche se tiende bajo el cielo
como una mujer pálida
llena de lejanías y recuerdos
y de impalpables lágrimas.
                ...
Noche para creer en la mentira,
maravillosa y blanca,
erguida sobre globos de colores
de regalo de pascua.

El dolor por el asesinato político de su hermano le compele a escribir Carta a Manuel,5 una serie de 14 elegías en las que se vierte en canto maduro a su alma gemela muerta. “Hora de cantar” expresa su impotencia y aviva la esperanza:

Es hora de cantar
ya hemos llorado
tanto que un largo río
espejea a lo lejos.

Es el tiempo
de cantar a tu cielo de turpiales
a tus pies caminantes
a tu empeño
sembrador
a tu diálogo
sostenido en cuclillas
con las hormigas y las mariposas.

Voy a traer la caja de Pandora
y a abrirla nuevamente
para que salga a recorrer el mundo
tu esperanza de botas incansables.

En 1995 Gloria se hace merecedora del Premio de Poesía Jorge Isaacs de la Gobernación del Valle del Cauca con su libro Cantos de agua y viento.6 Este libro contiene 39 poemas de alto vuelo lírico en el que se destacan “Mea culpa”, “Canción por el invierno”, “Monólogo”, “Noche”, porque en ellos deja ver su ser de mujer completo. La poeta tiene un sello único con el que rubrica su producción. Es un lenguaje del más refinado crisol castellano y sus imágenes permiten viajar con ella y degustar las alturas del Olimpo.

Quien entre a leer su libro En Colombia y ahora7 tendrá una sensación sobrecogedora: puede parecerle que ha ingresado a un santuario de tristeza y desolación. Ángeles con alas sangrientas ofician y en el coro una sinfonía de dolor y espanto es interpretada por ruiseñores con gargantas roncas. Aquí la poeta rinde homenaje a Colombia y en 39 poemas escribe la última parte de la historia de esta patria, que lacera el alma a Gloria y le hace cantar despavorida, como en “Huérfanos”:

        ...
Crujió la tierra
se cerró el camino
el rancho destruido
quedó como una herida bajo el sol.

Lo que duele es el ángel perseguido
ese colombianito
que demasiado pronto
empezó a caminar.

Gloria Cepeda tiene guardados en un cuartito fresco tres libros inéditos. Uno que evoca al más romántico de los caballeros: don Alonso Quijano, De la vida y del sueño, en doce sonetos maestros de castizo sabor y lenguaje, que nos remiten a Calderón de la Barca y a Quevedo. Otro, de tono sublime, 32 cantos, en el que parece redactar el inventario de sus recuerdos: Canciones de la noche, la confidente de sus sueños. Y el tercero está escrito con su pluma en el papel y su corazón en Venezuela: Caracas en el viento, en el que se deleita recreando, en el más puro lirismo, los 40 años que allí pasó. Aquí, del poema “Cuando vuelva”:

Cuando vuelva a Caracas
        ...
Los árboles
una vez más me entregarán la luna
me beberé de un trago lo que queda
y rastrearé la juventud en fuga
sobre los techos de la madrugada.
        ...
Contigo fui cantando
hasta el crepúsculo
fue andar sola
sin cortarle las alas
a mis alas.
Así será otra vez
cuando regrese
a tocar a tu ventana.

Plenilunio termina este homenaje escrito a una de las grandes poetas de Colombia quien sólo conoce la vía que la conduce a Roldanillo cada año, en donde la acoge su casa que la ha adoptado como Almadre —gran madre y maestra— en el Encuentro de Poetas Colombianas y que escogió a Popayán por refugio y vive allí en el anonimato, condición que sólo soportan los seres con destinos inmortales.

No sé

                ¿Quién soy, de dónde provengo
                        y por qué me seduce la fiebre estética
                                        con sus aventuras e interrogaciones?
                Jean Aristeguieta

No preguntes ahora
corazón que navegas
bajo esta piel quizá
cansada de asomarse al mismo río.
Tampoco sé de dónde
llega el rumor que gira
como si fuera viento
de días sumergidos.
No sé de dónde vengo
sólo que reconozco
el imán de los astros
Sólo que escucho viejas letanías
y recorro incorpórea
una aldea que calla para siempre.
No me preguntes lo que tú tal vez
sabes mejor que yo.
Tu vela no conoce
la voraz amapola de la sangre
tus caballos indómitos
se pierden a lo lejos
con la luna en el anca.
Todo lo vives. El conocimiento
de la vasija cósmica
se te entregó en santuarios olvidados.
A tu lado soy eco
deslucida sonámbula
arena que llegó
a integrarse a estas playas
y que ahora transita
cada día más lejos de la muerte
más cerca de la vida.

En Cantos de agua y viento. 1995. Premio de Poesía Jorge Isaacs.

 

Bibliografía tenida en las manos y leída en su totalidad:

  1. Cepeda Vargas, Gloria María. Notas autobiográficas. La cursiva indica que el texto fue tomado literalmente de estas notas. 2 p.
  2. Cepeda Vargas, Gloria. Poemas del exilio. Prólogo de Águeda Pizarro. Roldanillo: Ediciones Embalaje, Mueso Rayo. 1999. 38 p.
  3. Cepeda de Cabrera, Gloria. Bajo la estrella. Prólogo de José Ignacio Bustamante. Ilustraciones de Manuel Cepeda. Popayán: Editorial Universidad del Cauca. Primer volumen de la Biblioteca de Autores Caucanos. 1954. 58 p.
  4. Cepeda de Cabrera, Gloria M. Poemas de los hijos. Popayán. Talleres editoriales del Departamento del Cauca. 1960. 56 p.
  5. Cepeda Vargas, Gloria. Carta a Manuel. Popayán: Andina Multimedios. 1996. Tiene una nota: escrito después de la desaparición de su hermano Manuel el 9 de agosto de 1994. 46 p.
  6. Cepeda Vargas, Gloria. Cantos de agua y viento. Cali: Gobernación del Valle del Cauca. Gerencia para el Desarrollo Cultural. Premios Jorge Isaacs. 1996. 60 p.
  7. Cepeda Vargas, Gloria. En Colombia y ahora. Bogotá: Apidama Ediciones. 2003, 62 p.
  • CEPEDA VARGAS, Gloria. Inéditos.
  • CEPEDA VARGAS, Gloria. Caracas en el viento. Libro inédito. 30 poemas.  27 p.
  • CEPEDA VARGAS, Gloria. Canciones de la noche. Libro inédito. 32 cantos. 17 p.
  • CEPEDA VARGAS, Gloria. De la vida y el sueño. Libro inédito. 12 sonetos. 6 p.
  • CEPEDA VARGAS, Gloria. Por Maruja Vieira. Notas biográficas.