Letras
Voces desde sombras

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Inventar nombres, mientras se escucha un sonido debajo de la puerta. El viento es un pedazo de muro entre una entrada y una salida que no conduce ni lleva a nada. Siempre, siempre pensé que los sonidos eran los mismos sonidos de siempre; un auto que se va, los llantos de los niños al acabar la tarde. Todo encajado como un abrazo que no se quiere dar en invierno, como un adiós a un llanto estúpido aguardando en silencio. Mierda, mierda, esos son relojes que no dan la hora, un café amargo, un lapicero que se quedó sin carga.

Y a las doce, la hora se parte como un pedazo de pan, como algo que emplea dos segundos para quedarse en un minuto inmóvil y sin sonido. ¿Dónde? ¿Dónde? Y sin embargo yo pienso que la muerte es una mala parada y un mal momento para escribir o por lo menos para escuchar voces que se quedaron en una casa hace miles de años, mientras se oye gemidos cortos, objetos cayendo, caídas de agua, Muerte, muerte, cállate, estúpida, estúpido, son sonidos vacíos, son sonidos de una música que se sube el volumen hasta hacer despertar al vecino, ¿no oyes? ¿No oyes? Y sin embargo me quedo quieto, no hablo, no escucho, dónde dónde. Esta vez pensé que todo sería diferente, pensé en una casa llena de seres caminando, queriéndose al tocar el alba en una ventana, leyendo un libro de Cortazar, y quitando las cortinas para que entre el sol, y sin embargo nada es, nada es..., y sin embargo hay alguien gritando un sonido largo y corto por debajo de una puerta que dejó de ser puerta ya hace muchos años, ¿no oyes? ¿No oyes? Por eso venir, quedarse, hablar y hablar de cosas estúpidas, no es suficiente para olvidar o por lo menos para retrasar un retorno inútil, intentando escribir un poema a los ojos de alguien que se fue y que oye, pero la verdad es que todos oyen y eso les jode tanto que se van y parpadean pensando, pero pensando qué, pensar es una huida, vete, malo, ¿qué paso? No entiendo...

Despejo papeles de tu sombra, despejo recuerdos mientras el pucho va quemando lo que queda de este papel. Despejo lugares, despejo voces que continúan acechando oídos cansados, oídos pequeños, oídos, sólo oídos... Era tarde cuando comencé a fumar, cuando vi tu foto y cuando se cayó la botella sin botarla, intenté detenerme en un gesto alegre, intenté abrir las ventanas, intenté... Pero tu foto y esas cosas volvían continuamente al frente mío, y yo caminaba estando siempre aquí, te escuchaba y a la vez era sordo, por eso es que se quemó el papel, por eso te invento un nombre, te huyo, y te despido como si el que se despidiera fuera una tercera persona, algo tan impersonal que puede soltar dos fósforos en una misma cocina y salirse porque no tiene culpa, no tiene esa foto que se agranda y que sostiene con esos colores algo tan vívido, tan tú, tan yo, tan, tan tan

Espero salir, continuar viendo nebulosas que se caen sobre ventanas pesadas con ese aroma a espanto donde uno camina porque el mapa que se tiene sólo justifica lugares inmóviles, jamás tiene esa conciencia, ese desliz de una pintura con arcos girantes de negro y blanco que pueden cubrir imaginación y golpes de sonidos. Entonces hoy es mediodía, mediodía y de trabajo y de tu sonrisa, la sonrisa y mi nombre, igual siempre así así, pero no importa nada, te tengo que escuchar así me quede con tu ternura de lágrimas tocando el suelo, arrebatando la paz, la felicidad, la solución a un problema específico de materia y conciencia, sí, siempre la filosofía que hay debajo de mis palabras, esas razones que para ti son vocabularios de idiomas indecisos.

Pero la luz y esa campana molestan, esa luz se levanta, da la vuelta. Esa luz no es en verdad una luz, más bien son cuatro claridades que aparecen desde extremos donde nunca llego. Esa luz no es de foco, no es de vela, ni siquiera de lámpara de infancia, esa luz es susurrante, es voluble, se deshace y se arma, esa luz, muy honda, muy asfixiante, esa luz hora, esa luz muerte, esa luz trae más luces y esas otras aun más, aun aun, etc etc... Entonces todos con luces y yo me doy cuenta que la mayoría de cosas que existen son repeticiones de una verdadera, entonces hay hijo, hay padre y hay amén en una cruz, y todo viene de adentro, todo es un hombre y una mujer que se juntan copulando siendo uno solo, ¿ves? ¿Ves? Entonces yo escucho que de lejos el otoño vuelve sin decir palabras, ni caídas de hojas o de lluvia y siempre tú, ¿y tú? ¿Acaso no te he hablado de la luz? En todo caso apaga la lámpara, no quiero verte porque ya lo estoy haciendo mientras te visto con un color mío, no digas palabras y piensa que hoy no es ningún día de los otros días.

Sé que te gustaba contarme acerca de tus sueños, eran tus mismas voces las que te guiaban a esa vuelta de niñez y flores amarillas sobre el suelo, tú tenías un vestido claro y debajo de cada árbol estaban tus adornos de lazos azules que giraban hacia espejos pequeños donde ponías diferentes gestos según el tamaño del árbol. Llorabas, siempre llorabas..., lo hacías cuando la noche comenzaba y no podías verte con campanas claras y porque tus gestos son diferentes en la oscuridad, entonces corrías a tu casa y te disfrazabas de famosa de cine, buscabas los lentes de tu madre y te cubrías con el saco de tu padre, y era tu voz la que también te anunciaba como la más linda del planeta, entonces volvías a reír y yo te señalaba con la botella una de esas revistas de cine y a ti te desagradaba saber que te comparaba con esas tipas sin glamour, pedías que por favor te deje terminar de contarme esos sueños que eran los mismos sueños de siempre, entonces nadie te decía que no podías ser actriz y que no era malo usar palabras como fama, glamour y mierda, entonces todo estaba dentro de tu nombre, pero ese vestido se oscurecía y a ti te daba miedo pensar que tu cuerpo también lo hiciera, entonces tus ojos se perdían por el suelo, yo te buscaba con mi vaso y tú volvías temblando. Me mirabas, sonreías, entonces me decías que ya era tarde, que mejor nos íbamos a acostar porque a medianoche nadie cree en cuentos de hadas y menos cuando no hay final, entonces yo te repetía que el vino helado era mejor con tu charla y que no te olvidaras de mencionar cómo eran tus manos, esas manos blancas, sin manchas, unas manos que pueden cubrir toda la tierra que piso, entonces tus dedos son caminos a un mismo lugar, un lugar de sábados, de hoteles calladitos, caminos hacia ti, esas manos con una forma plena, cálida, maternal, unas manos suaves, sin manchas, manos de una mujer perdida al fondo de un mapa, una mano de oscuridad en plena madrugada, y así me haces un Stop, stop que estás recordando, pero recordar es volver a tu infancia, recordar es cuando no te conocía. Entonces por qué el Stop, por qué vuelves y me confundes de nuevo y tú de pequeña y yo aquí con la botella a medias. Entonces giras, saltas de un lugar a otro y cantas una canción de cuna, recoges los cojines y te disfrazas de ti misma, entonces yo te digo que te sale tan mal y que es mejor que vuelvas, tú no me haces caso, es como si huyeras de mí y es como si yo te dejara ir. Entonces lloras, no sé nada pero lloras, entonces te bajo de la mesa que te soporta como un adorno, como el adorno más delicado que puede existir. Sigues temblando, estas fría y tú me dices que necesitas un trago, entonces yo te busco un café. ¡Café no, quiero un trago!, me gritas desesperada y yo a medio camino te señalo la botella que no quiere salirse de mi mano, entonces me odias por un instante, soy tu peor enemigo, aun peor que aquel que te dejó en México botada con un hijo y sin dinero, soy malo y tú por dentro lo sabes, soy malo, es el sobrenombre que me pones mientras construyes imágenes, entonces yo no soporto tu tristeza y voy hacia ti con la botella y con una copa, tú te deslizas como una brisa hacia las escaleras y me cuentas cuando eras actriz, sonríes, veo que sonríes y que todo vendrá acompañado de una lágrima, no soportas hablar y aun así darías la vida por no callarte nunca, yo te miro como si mirase algo que estoy perdiendo, entonces busco mantenerte intacta en mi memoria, te voy perdiendo y esa luz, y esas manos, no estás y yo con tu nombre no sé cómo guardarte para siempre dentro mío, no sé escribir, no sé nada, entonces soy un fracaso, soy un agujero en medio de la arena, no me toca el mar, el sol ni siquiera se conmueve conmigo, sólo tú y ya no, sólo tú y no hay disfraz, no hay vino ni cuartos de hoteles en lugares que no conocemos, sólo hay figuras, unas marcas tibias que preguntan por ti y a la vez saben que soy yo el que les pregunta, entonces no hay risa, jaja, no hay motivo, ni con tu voz, ni con un papel, no escribo, la verdad es que hace años que no escribo. Fracasado, ya lo sé. Estúpido, no hay nada nuevo. Despejo contigo en miles, siempre dividida así, siempre... y yo llamándote como no debería nunca..., inventar, oír, nunca, nunca...