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Poemas

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Jamás el cadáver, lo que de él hacia las cosas se desliza
Su frío que apaga cualquier chispa, su falso azul y memoria hueca
Porque no levanta casa para huir de ella
Porque no se viste para más tarde desnudarse
Porque nunca es áspero al tacto y no se diluye porque ya está, para
siempre, diluido
Nadie de veras lo ama, nadie nunca le arranca la máscara
Nadie habla nunca con él una lengua de humano o de víbora
No sale de su agujero para arrojarse a los perros, para dejarse
devorar por ellos
Rompo el espejo donde tal miseria se refleja

 


 

Una larga noche donde todo es genialmente fatuo
Papel con interminables cálculos velozmente resueltos
Arte magnético sin perturbación ni extravío
Una larga hora agobiada por los alimentos
Panes sabrosos y blancos, carnes sabrosas y rojas
Ningún hambre capaz de conducirme a la ancha herida en su vientre
Justo cuando todo parecía vía abierta hacia su reino
Seguro contagio de su sagrada peste
Silente trueno sin relámpago sobre hojas y cenizas
Donde ella habita, a salvo del tiempo

 


 

(A Emilio Varela)

Lo otro es música de esferas, profundo azul
Un desmayo en la santidad, una estética pura, invisible

Cantidad con su tono, su adverbio
Su lado natal, su extensión y pose
Y árboles alineados al borde del camino
Y una escena de moral ciega, neoclásica

Ninguna pregunta, ninguna mentira
Espejo sin aberración, materia infecunda

Lo otro es luz plena, ausencia de detalles
Una idea de fin que persiste
Pero un fin mullido, resignado

 


 

Así el canto, los perfumes, el óxido,
los goznes, los imanes, el malvón, la sudestada,
el teorema, el melodrama, la letanía

Así las abejas, lo traslúcido, el hacha,
un río verde y otro rojo,
la desnudez, el litio, la risa, la penitencia

Así cada romance y cada muslo,
el temeroso andar por lo oscuro,
cuanto sangra o exuda, el éter, la pezuña,
vigas, labios, reflejos, pabellones

Lo que reúno aquí y en otras partes,
someto al fuego, a tensión y presiones
para que nadie logre saber qué eran,
de qué estaban hechos,
cuáles eran sus formas originales

¿Y todavía espero ser reconocido,
obtener salario por ello?

 


 

¿Puedo decir yo sin perderme, ser fantasma,
sin plantar un abismo de lengua oscura,
sin espantar al árbol de los frutos como rayos,
respirado todo el éter, sellado el artificio,
sangrada la música y roído por el sol el colmillo?
¿Puedo decir yo, ahora, mañana,
ante tormentas y senos, oxidados edictos,
la sombra que simula ser carne,
un dios siempre singular, tan virgen como hambriento?