Letras
Dos poemas

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A doña Teófila

El caño es la mayor reliquia de la abuela
marcha hacia él
en ritual arcaico de la viudez y la memoria.
Al caño va la abuela todas las tardes
mandador en mano
para azotar el ladrido de los perros
lleva en la totuma algunos granos de maíz seco
arrastrando a las gallinas tras de sí
en vano intento de revelarse ante la injuria de los años.
La úlcera maliciosa en la pierna de la abuela
es símbolo perfecto del progreso humano
más de seis mil años de leyenda en un solo ser
que ha acostumbrádose
a la inconsistencia de paredes de barro
y al estridente aguacero
que golpea las planchas oxidadas de cinc.

Las ondas de la tecnología
casi no llegan hasta la abuela
que meciéndose en chinchorro
va marcando el compás
entre la casa y el monte.

 

Rahab

Mujer
tu deleitaste a los infieles de Jericó
en las madrugadas del pecado
colgaba sobre el techo de tu casa
el cordón escarlata
desgarraste el velo
y la danza consumía tu sexo
¡oh mujer!
¡oh anchura!
¡oh amplitud!
mostrábase tu cuerpo
como si tuyo no fuera
era de aquellos infieles
los grandes fornicadores de la plaza
babilónicas pasiones erigieron la torre del encuentro
orgías de monstruos marinos
eran tus fiestas.
Está escrito en el Tárgum
a ti acudían los principales de Jericó
rindiéndole culto a tus senos
a trocar sus almas por la finitud de tu carne
y húndanse dentro de ti
¡oh mujer!
¡oh carne!
¡oh costilla injertada!