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Premio Fernando Lara para Jesús Sánchez Adalid
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El escritor Jesús Sánchez Adalid (Don Benito, Badajoz, 1962) obtuvo este 11 de mayo el XII Premio de Novela Fernando Lara, galardón dotado con 120.200 euros y la publicación de la novela, con la obra El alma de la ciudad, según dio a conocer el jurado del premio, integrado por los escritores Carlos Pujol, Antonio Prieto, Juan Eslava Galán, Fernando Delgado y Ángeles Caso, en el transcurso de una cena celebrada en el Real Alcázar de Sevilla (España).

Tras conocerse el fallo, Sánchez Adalid, que se presentó al premio con el seudónimo de Juan de Ambroz y con Los dos caminos como título de la obra, destacó que con ésta, una novela histórica ambientada en plena Edad Media, “se salda la deuda adquirida con la facilidad en la literatura, frente al castigo que hemos sufrido con esa serie de escritores complejos y enrevesados”. De esta forma, citó a Miguel Delibes como “un ejemplo de castellano limpio y palabras concisas, capaz de expresar muchas cosas en un sólo párrafo”.

Asimismo, este escritor, que hace quince años se ordenó como sacerdote abandonando su anterior carrera de juez, confesó que en su obra “siempre hay una parte de espiritualidad, ya que se trata de una faceta del hombre que está muy olvidada en la literatura de nuestro tiempo”. A este respecto, matizó que dicha espiritualidad “no está entendida como constatación de un dogma, sino como una búsqueda del sentido de las cosas”.

Al hilo de ello, incidió en que “la religión no es lo fundamental en esta novela, aunque forme parte de ella, sino que lo relevante es la historia del protagonista, que se ve enfrentado entre dos mundos en una pugna en la que no hay ni buenos ni malos”. Así, el autor resaltó que el texto “no es la obra de un párroco, porque tampoco pretendo crear un dogma, sólo persigo reflejar mi versión del ser humano”.

De la misma manera, manifestó que este texto “huye de ejercicios que se enjuicien como políticamente correctos o no, ya que mi objetivo únicamente es el de plasmar un tiempo histórico y una época concreta”. De esta forma, destacó que su novela “recrea la Ávila del siglo XII y la repoblación de la trastierra, en una época en la que Alfonso VIII se embarca en la aventura de una nueva reconquista y se funda la ciudad de Ambrosía, la actual Plasencia”.

“La obra narra la fundación de las ciudades en la Edad Media, del concepto de burgo, del nacimiento de una nueva civilización, del Gótico y de una manera de entender el mundo que no se configura como un espacio cerrado o un túnel oscuro hasta el Renacimiento, sino como algo que va más allá de estos conceptos”, apostilló.

Sánchez Adalid definió la novela histórica como “una cámara panorámica que te permite viajar a otro tiempo para comprender otra época y a las personas que vivieron en ella, empujando a entender mejor, de esta manera, el tiempo que nos ha tocado vivir”. Además, apuntó que la obra “responde a una absoluta honestidad histórica en la que ningún dato está violentado por capricho del autor”.

Igualmente, apuntó que “la vida de personajes como Ricardo ‘Corazón de León’ o del Rey Arturo nos suena o la conocemos gracias al cine, por lo que, en este sentido, la literatura tiene que acercarnos a la historia, ya que no somos capaces de adentrarnos en el mero dato frío y estadístico”. A este respecto, confesó no saber el porqué de la moda de la novela histórica, pero resaltó su valor “siempre que esté hecha con honestidad”.

Autor también de El mozárabe, Félix de Lusitania o La sublime puerta, Sánchez Adalid confesó que Alange, el pueblo extremeño de 2.000 habitantes en el que es párroco, “como cualquier otra comunidad humana, por pequeña que sea, es una fuente de inspiración grandísima”. Sin embargo, agregó que, “a pesar de llevar publicados siete libros y de haber vendido un millón de ejemplares, para mis feligreses yo sigo siendo el párroco”.

Por último, indicó que el premio no cambiará sus hábitos de vida y señaló que con la cuantía de este galardón “quizás cree una fundación, pero será el tiempo el que lo decida, de momento simplemente me confieso y reconozco que el Fernando Lara lo que sí me ha dado ha sido fuerza”, concluyó el autor.

Fuentes: EFEEl Cultural