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Poemas

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Las magas

Si me obsequia una mirada
estaré en el umbral del quizá.
Las posibilidades burbujearon
cuando la vi llegar.
Mujer. Loba. Amapola.
Cereza. Barca. Tierra.
Así la imaginé.
Así me dijeron que sería.

Viene por mí,
ya no hay duda.
Sus ojos me han sonreído.
Y existe esa complicidad
que sólo se da entre dos
como nosotras.

Seremos magas.
Reclutaremos un regimiento
de peces resucitados,
muñecas huérfanas,
enanos risueños,
y muchísimas gorgonas
para despoblar al mundo
de falsas heroínas.

 

Un tanka para Saúl

Alegrándome
Saúl movió los vientos
Agitándome
rompió las horas negras
quebró las tardes secas

 

Brunilda y Orfeo

Bajo el cielo pardo
van Brunilda y Orfeo.
Pretenden escapar
del mundo de los vivos,
de la civilización
y sus ruidos.
Deambulan sosteniendo
misterios sedosos,
fragantes.
Recogiendo viento,
lluvia, soledad.
Tejiendo desastres
e historias castañas.

Van Brunilda y Orfeo
dándose una oportunidad.
/Un gato sigiloso los observa/.

 

Familiaridad y extrañeza

Menos seis grados centígrados.
El frío quiebra las estrellas,
aviva los tentáculos de la tristeza
y las lenguas de la ironía.
En mi casa se ha dormido el encanto,
la sorpresa parece un poco cansada.
Hay moretones en cada palabra;
un poco de familiaridad y extrañeza
sobre las paredes rojas,
también en la cama.
Regresan varias imágenes
tambaleándose, están pálidas,
vienen del cementerio.
No niego que su visita ya no es grata,
tampoco niego que fueron parte
de mis historias, de mis quimeras,
que sin ellas ahora no sería
esta mujer, la que escribe.

Un grado centígrado.
Se han ido...
Dejaron húmeda la habitación.
Mientras las calles se descongelan,
pequeñas ilusiones se prenden
de mis cabellos.

 

Círculos

Quisiera tener la suficiente valentía
para buscarme en el espejo
y saltar descalza sobre el fuego.

Tanta historia repetida,
yo con los ojos secos.
/Círculos. Triángulos/.

Es muy triste...
No habrá más trucos de magia.

 

El bosque amarillo

Se abre el libro de los amores
[apócrifos.

Los protagonistas:
una mujer que carga un puño de cal en su vientre;
un hombre que despedaza pupilas de agua;
una larva que come cenizas.
El escenario:
un bosque amarillo, allí se izan historias agridulces
y se entretejen sutilezas.

Comienza
[la transfiguración.

La mujer ata en cada árbol pañuelos de nube,
como esperando ser bendecida por un ser supremo.
El hombre caza espectros
y espejos en donde no halla su reflejo.
Tras ellos la larva, tiñe de negro
su pequeñísimo corazón.

Página tras página.
Desfile de letras.
Acentos, comas y espacios por todos lados.
Los personajes enloquecen,
piden a gritos el final, el más inmaculado de todos:
[la muerte.