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Fuentes, Goytisolo y Saramago analizados en encuentro en España
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La localidad cántabra de Santillana del Mar acogió, entre el 11 y el 13 de junio, el encuentro “Lecciones y maestros” de literatura iberoamericana, en el que participaron los escritores Carlos Fuentes, Juan Goytisolo y José Saramago, que inauguraron así la primera edición del ciclo.

Organizado por la Fundación Santillana y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en el encuentro participaron escritores, críticos, profesores, traductores y periodistas, quienes se dieron cita en La Torre de Don Borja, sede histórica de la Fundación Santillana.

Las palabras de bienvenida corrieron a cargo del presidente de la Fundación Santillana, Jesús de Polanco, y del rector de la UIMP, Salvador Ordóñez, mientras que de introducir la figura de Carlos Fuentes se encargó el director de la Real Academia Española (RAE), Víctor García de la Concha.

Entre los escritores figuraron Nélida Piñón, Laura Restrepo, Héctor Aguilar Camín, Martin Hopenhayn, Ángeles Mastretta, Sergio Ramírez, Gonzalo Celorio, Carme Riera, Fernando Iwasaki, Juan Gabriel Vásquez, Santiago Roncagliolo, Clara Sánchez e Inma Monsó.

También participan los académicos Carmen Iglesias y Juan Luis Cebrián y, dentro del ámbito universitario, la vicerrectora de Extensión Universitaria de la UIMP, Virginia Maquieira, y el catedrático de literatura de la Universidad de Brown, Julio Ortega, entre otros.

En la jornada inaugural, el lunes 11, el escritor mexicano Carlos Fuentes dijo que la literatura contribuirá a lograr “una América Latina no postrada”, en la que decir democracia equivalga a bienestar y en la que se superen “las vastas desigualdades que hoy destruyen nuestra convivencia y envenenan nuestras opciones”.

La literatura, dijo, “es parte de ese vasto capital humano que hay en América, es la maravillosa reserva de un metal que al usarse jamás se gasta”. Fuentes dio una lección magistral en la que reivindicó la importancia de la literatura en la historia y se mostró partidario de proponer “enigmas en vez de dogmas o ideologías selladas por la absoluta certeza”.

Fuentes fue presentado por la escritora brasileña Nélida Piñón, para quien la palabra literaria del autor de La muerte de Artemio Cruz “jamás sale ilesa. Revitaliza el pensamiento y acción y contamina la expresión libertaria y polisémica”. México, dijo la escritora brasileña, es “la pasión de la escritura” de Fuentes; “la geografía privilegiada de sus circunstancias narrativas, desde cuyo promontorio define el mundo”. Agregó que “la imaginación es su pasaporte” y favorece su libertad creadora.

Tras calificarlo de “culto y universalista”, Piñón dijo que la lectura de la obra de Fuentes la traslada siempre hasta donde no pensaba ir. “Como víctima de las metamorfosis literarias que me propone, me torno de repente mexicana, sin dejar de ser brasileña. Soy también hija de La Mancha”.

Tras la intervención de Piñón, Fuentes habló de su propio proceso creador en presencia de Saramago y Goytisolo, los otros dos protagonistas del ciclo. “La literatura mantiene viva la imaginación y el lenguaje, y esa es su servidumbre y también su gloria” , señaló Fuentes, que se considera “un escritor disciplinado”, que cada noche antes de dormir prepara “los deberes del día siguiente”. Explicó que hacia las siete y media de la mañana se sienta a escribir y hacia las doce interrumpe el trabajo, “sabiendo lo que ignoraba e ignorando lo que sabía”. Sin embargo, lo que escribe poco tiene que ver con la lista de deberes del día anterior: “cada día aparece algo distinto”, aseguró.

“En las horas del sueño aparecen los muertos que amamos a decirnos en secreto lo que no nos pudieron decir de viva voz” , añadió el escritor, quien, en uno de los momentos más emotivos de su intervención, habló de sus familiares fallecidos y muy en especial de sus dos hijos, que entran en sus sueños también, “aunque de manera diferente”. Su hija menor, Natacha, “murió a los 29 años de una vida impaciente, curiosa de saber, inquieta y rebelde contra las carencias de la gente y la injusticia del mundo”. En cambio, su hijo Carlos, hemofílico de nacimiento, “intentó la armonía de su vida y su vocación de poeta, cineasta y pintor, acelerando la creatividad natural”.

Su hijo Carlos y su tío Carlos, poeta, que falleció a los 21 años de tifus, son “los protagonistas más familiares” de sus sueños, hasta el punto de que cuando se pone a escribir, ya no sabe si lo que escribe le pertenece a él o se lo dictan ellos, “sus tocayos de vidas truncas”.

El autor de La muerte de Artemio Cruz aludió al destinatario de la escritura y dijo que sospecha del escritor que, “de entrada, afirma que escribe para el pueblo”, y detesta “al escritor que conoce la receta prefabricada del éxito”. Añadió que “temido, odiado, amado, el escritor posee el deseo de ser a la vez un estorbo para el mundo que es y un creador del mundo que puede ser”.

Afirmó que si en las sociedades democráticas la imaginación o la palabra “pueden ser objeto de indiferencia o de perversión”, en los regímenes totalitarios ambas “son objeto de persecución, devolviéndoles toda su importancia”.

“Cuando los libros son incendiados y los escritores enviados a campos de concentración es porque los dictadores quieren tener el monopolio de la palabra y desautorizan la palabra opuesta o divergente” , afirmó.

Al finalizar la lección magistral de Fuentes, los asistentes participaron en un coloquio en el que Juan Goytisolo defendió el compromiso cívico del escritor y dijo que la obligación del autor “es devolverle a la comunidad que pertenece un lenguaje distinto al que recibió”. Frente a la actitud nacionalista, “que defiende lo propio y demoniza lo ajeno”, Goytisolo cree que hay que hacer lo contrario: criticar lo propio y amar y respetar la diversidad de lo ajeno.

Para el escritor español, la autocrítica “es necesaria ante una hipocresía mundial” como la que, dice, se desprende de cada reunión del G-8. “No rebelarse contra ello indica ceguera” o que se es cómplice de la situación.

Fuentes, por su parte, defendió la vigencia de la novela en un mundo donde con frecuencia se habla de la muerte de este género, y dijo que, “ante las críticas”, él es “impermeable”. “Escribo lo que quiero escribir y lo que me dictan mis sueños, mis deseos, mis recuerdos”. Siempre tiene numerosos proyectos entre manos, y, según dijo, acaba de escribir una comedia musical, algo que no había hecho antes.

En el coloquio también terció José Saramago, Premio Nobel de Literatura, que defendió el carácter “autodidacta” del escritor, “no importa lo que haya estudiado. Cuando se sienta a escribir, empieza a saber lo que no sabía antes”. Fuentes le dio la razón, aunque afirmó que el escritor es autodidacta porque “se inserta en una tradición”.

El martes 12 las jornadas se enfocaron en la obra de Juan Goytisolo, presentado por el periodista y académico de la lengua Juan Luis Cebrián, quien aseguró que “es una vergüenza nacional” que no se le haya concedido aún el premio Cervantes a Goytisolo, uno de los escritores españoles más cervantistas.

En opinión de Cebrián, el que no se le haya reconocido en España con el Cervantes pone de relieve hasta qué punto hay “extrañamiento” ante la obra de este escritor, al que se le castiga porque “no hace lo que los demás quieren”. Goytisolo se alejó voluntariamente de la vida literaria española hace muchos años y, como dijo en su lección magistral, ha procurado huir siempre de “los saberes rentables”.

Cebrián se mostró en desacuerdo con quienes afirman en la actualidad que “Goytisolo es el menos español de nuestros escritores”, como si sólo hubiera “una manera” de ser español, sobre la que a diario nos ilustran los biempensantes de este país”, y también “una manera de ser escritor español”.

Fuentes también intervino a favor de Goytisolo, expresando que es “verdaderamente asombroso” que no se le haya concedido el mencionado galardón, dado que el autor de Juan sin Tierra es, a su juicio, “el más grande novelista de España en estos momentos”. El escritor mexicano dijo que elevará una propuesta “para que se ‘desfaga’ este entuerto” y se termine “con las convenciones por las que no se le quiere dar este reconocimiento, cuando nadie lo merece más que él”. Sin embargo, Goytisolo, poco amigo de los premios de carácter oficial, replicó: “El que no me lo den es una forma de reconocimiento también”.

Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) no posee el Cervantes, pero la repercusión internacional de su obra y “la alta calidad de su creación” le han hecho merecedor de premios tan importantes como el Europalia (1985), el Nelly Sachs (1993), el Octavio Paz (2002) y el premio Juan Rulfo de Literatura (2004).

En su intervención, Goytisolo reconoció que las nuevas tecnologías no van con él. Explicó que escribe siempre a mano, no utiliza máquina de escribir ni ordenador, y el “único adelanto” que ha asimilado es “el bolígrafo”, que decidió adoptar porque la pluma estilográfica le manchaba los dedos. “Vivo al margen de todo. Me he quedado colgado del siglo XIX”.

Goytisolo hizo reír a los asistentes al ciclo en varias ocasiones, como cuando habló de su “torpeza” para las nuevas tecnologías y llegó a decir que, en lo que a ellas se refiere, es “un neandertalito”. Pero también habló de su concepción de la literatura y de cómo “nunca” hizo caso a las recomendaciones que le hicieron algunos editores de que no escribiera una literatura “tan difícil”.

Parafraseando a Genet, Goytisolo dijo que “la dificultad es la cortesía del autor con el lector”, y se mostró partidario de confiar en que “la raza de lectores seguirá amando la dificultad del texto literario”. Dijo no haber buscado jamás “tener un mayor número de lectores, sino de relectores posibles. Ésa ha sido mi ambición literaria”, subrayó el escritor.

La tercera jornada, el miércoles 13, dedicada al premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago, se inició con la presentación a cargo de la escritora colombiana Laura Restrepo, quien destacó la lucidez e integridad de José Saramago, una persona que “escribe como vive y vive como escribe”, y quien añadió que sus novelas revelan claves sobre el ser humano y producen “una conmoción entrañable y sobrecogedora”.

Restrepo fue adentrándose en las distintas novelas de Saramago para descubrir en ellas “las sombras, la luz, la sonrisa, las lágrimas, el dolor o la esperanza”. La autora de Delirio leyó su ponencia titulada “Esa cosa que somos. De lo humano en Saramago”, y logró emocionar en algunos momentos a los asistentes, al ofrecer su visión de este escritor en el que se da “una armoniosa ecuación” entre su vida y su obra.

“Al igual que los protagonistas de sus novelas, Saramago aparece como una clara impronta de humanidad ante los ojos ávidos y perplejos de los siglos XX y XXI”, afirmó Restrepo, para quien los libros del escritor contienen “el ADN de lo humano, su huella digital, el rastro de su sangre”.

En su intervención, Saramago dijo creer que ha llegado la hora de que los ciudadanos manifiesten su disconformidad con quienes los gobiernan, en un mundo donde los partidos de derecha siguen comportándose como siempre, pero “la izquierda ha dejado de ser izquierda”.

“Antes nos gustaba decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda”, afirmó el autor de Ensayo sobre la ceguera. El novelista portugués dedicó buena parte de su intervención a expresar su honda preocupación por el mal funcionamiento del sistema democrático y por el hecho de que los gobiernos sean “los comisarios políticos del poder económico”.

“El mundo lo dirigen organismos que no son democráticos, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial de Comercio”, dijo Saramago, quien además invitó a los ciudadanos a “perder la paciencia” y a hacer algo para intentar cambiar la situación. “Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos”, aseguró.

Saramago es miembro del Partido Comunista Portugués, pero eso no le impidió criticar con dureza a los partidos de izquierda que, cuando dicen que “se acercan al centro”, en realidad “lo que hacen es acercarse a la derecha”.

El encuentro “Lecciones y maestros” se enmarca dentro del acuerdo de colaboración cultural y académica firmado el pasado mes de mayo entre la Fundación Santillana y la UIMP para la gestión y organización conjunta de cursos, seminarios, mesas redondas y publicaciones.

Fuentes: EFEEl PaísEl Universal (México)IBLNews