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Falleció el poeta y cineasta venezolano Jesús Enrique Guédez
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El pasado 29 de junio falleció en su residencia, en Chacao (Miranda), el poeta y cineasta venezolano Jesús Enrique Guédez, primer presidente de la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos y ganador del Premio de Poesía de las Universidades Nacionales en 1959 y el Premio Nacional de Cine en 1994.

Nacido en Puerto Nutrias, Barinas, en 1930, Guédez se licenció en periodismo en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y cursó estudios de cine en el Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma.

Fue uno de los precursores del cine documental venezolano de compromiso social, con su película La ciudad que nos ve (1965), que plasma la vida en las barriadas caraqueñas a través de entrevistas y comentarios sobre la violencia en esas zonas. El filme en su momento fue considerado subversivo por la crudeza de sus imágenes. “El documental es análisis y explicación de la realidad”, escribió Guédez sobre el género en el que basó la mayor parte de su carrera.

Su trayectoria cinematográfica es comparada en Venezuela con la de otros cineastas de renombre, como Margot Benacerraf y Luis Correa. Además de La ciudad que nos ve, Guédez dirigió los documentales Donde no llega el médico, La gastroenteritis en Venezuela (1965), Bárbaro Rivas (1967), La universidad vota en contra (1968, en colaboración con Nelson Arrieti), Los niños callan (1969), Pueblo de lata (1973, sobre los indigentes en Caracas, ganador de la mención Pipresci, Oberhausen), Campota (1975), Panamá (1977, sobre la presencia de Estados Unidos en el Canal de Panamá), Testimonio de un obrero petrolero (1978, sobre Manuel Taborda, obrero petrolero de la década de los 20) y Frugales, artistas del pueblo (1996). También dirigió algunos documentales sobre Orlando Araujo, Juan Sánchez Peláez y otros escritores venezolanos.

Sin embargo uno de sus filmes más conocidos, El iluminado (1978), enfocado en los mitos y supersticiones como vía de escape a las miserias del subdesarrollo, a partir de la historia de un obrero azucarero que posee supuestos poderes sobrenaturales de curación, se enmarca en el género de la ficción, donde ya había incursionado con Juego al general (1971) y El circo mágico (1975).

En febrero de este año, Oscar Garbisu, director del Archivo Fílmico del Estado, anunció que esa entidad iniciaría el proceso de copiado y restauración de los filmes de Guédez, que se encuentran en su mayoría en mal estado de preservación.

Defensor de las políticas del presidente Hugo Chávez, Guédez escribió hace unos años: “El drama político actual, en ocasiones como esta, nos exige concebir nuestra razón de ser en la nación donde vivimos. Ya no podemos ser testigos indiferentes, aunque los temores y las vacilaciones de algunos emboten sus decisiones. ¿A dónde nos llevaron? No se necesita mucho esfuerzo para ver que una sucesión de gobiernos, donde se alternaban los partidos tradicionales, se repartían a su antojo, impunemente, las riquezas y el erario de la nación”.

Autor de, entre otros, los poemarios Las naves (1959, Premio Universidades Nacionales), Sacramentales (1961), Sextantes (1965), Tiempo de los paisajes (1978), El gran poder (1991), Cantares de O Gran Sol (1994), Viajes del sol y la luna (2000) y Poemas crudos (Letra-Imagen, 2004), —compuesto por remembranzas de su infancia y de sus primeros libros— y del libro de cuentos Puerteños (1995), Guédez había manifestado en los últimos años su deseo de que su residencia fuera convertida en una casa de cultura, al servicio del pueblo de Barinas.