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“Retratos de familia”, Tarcila BriceñoRetratos de familia, Tarcila Briceño

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Hace muchos años leí Memorias de Mamá Blanca, de la gran Teresa de la Parra, libro hermoso que me conmovió profundamente. Ahora este Retratos de familia de Tarcila Briceño me produce una sensación similar: Tarcila evoca las memorias y anécdotas de una familia típica de los andes venezolanos, exactamente del estado Trujillo. Con un lenguaje sencillo narra sus propios recuerdos y los recuerdos que sus mayores le contaron.

Lo que hallo más encantador en esta narración es que la autora no cuenta como adulta los recuerdos de su infancia. Al ir andando en la lectura es la niñita Tarcila quien nos va contando, con asombro unas veces, con osadía otras y siempre con ese adorable candor de las niñas de antes, todos esos acontecimientos de su tierna infancia. Los sucesos que marcaron su vida. Los afectos que plenaron su existencia.

También esta pequeña nos describe con maravillado asombro y deleite el paisaje y la vida en los andes venezolanos. En esos pueblos fríos pero acogedores, incrustados en la montaña como si de nidos de águilas y cóndores se tratara. Rápidamente Tarcila nos engancha y nos lleva de la mano con ella en ese amoroso viaje en el tiempo que es un sencillo homenaje a sus mayores, a sus raíces. Un tributo de agradecimiento por la formación, la vivencia, el amor profundo que todos esos Retratos de familia reflejan.

Mención especial merece el retrato de Paz (Pacecita para sus allegados) y Ludovico; una hermosa e intensa historia de amor, olvido y dolor. Muy propia del dramático espíritu latino y digna de ser recreada más extensamente.

Estos relatos, que si se leen descuidadamente pudieran engañarnos y parecer inconexos, son como esas largas conversaciones de amigos, de una tarde entera con un cafecito por el medio. Echando cuentos. Y uno lleva a otro y a otro pero todos tienen que ver con lo mismo. Este pequeño y si se quiere modesto libro de Tarcila Briceño es como esas conversaciones que ella misma evoca, en la cocina de su abuela Gertrudis al calor del fogón.