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Falleció el poeta guatemalteco Otto-Raúl González
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El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) anunció la muerte del poeta guatemalteco Otto-Raúl González (1921-2007), ocurrida la noche del pasado 23 de junio en México, donde residía desde hace 60 años.

González murió en su casa de la capital mexicana y sus restos fueron incinerados para, en las horas siguientes, ser repatriado a Guatemala, donde se cumpliría su último deseo de que sus cenizas fueran esparcidas en el lago Atitlán, a 140 kilómetros al oeste de la capital guatemalteca.

Recientemente había presentado su libro La vuelta al mundo en 80 poemas, y en ocasión de ello se refirió a su vida y a su trayectoria, que lo tenía muy satisfecho pero a la que aún quería seguir haciendo agregados, pues, sostuvo, seguiría escribiendo hasta que se le parara la pluma y eso aún no acontecía.

“La pluma aún no se detiene, sigue y sigue escribiendo, pero bueno, tengo 85 años cumplidos. Es ya una vida bastante larga. Yo sé que debe llegar un final. En mi caso, está muy cerca. Estoy preparado para recibir a esa novia que se llama muerte. Ni me apena, ni me preocupa, pero sé que ya está cerca el final”, reconocía el autor.

“Estoy llegando al invierno de mi vida, lo que hago es seguir escribiendo, escribir y fumar. Me moriré escribiendo y fumando. Seguiré luchando por la poesía, seguiré instalado en estas cámaras de tortura de la poesía, que en cierta forma sí son así, pero que tienen salidas hacia otras cosas muy distintas como la felicidad, el placer y la alegría de vivir”.

También habló del placer que le dio enseñar, pues fue uno de los primeros escritores que impartieron clase de creación literaria. Recordó igualmente que siempre le había gustado cantarle a la naturaleza. “En primer lugar a la mujer. Luego, a la naturaleza, que es otra mujer. Con eso, todo ya está completo. Claro, también disfruto hablar de la lucha social y la lucha por la libertad”.

González fue fundador, al lado de Carlos Illescas y Augusto Monterroso, de la revista Acento, en los tiempos de una de las más difíciles dictaduras militares de Centroamérica. Así comenzó la labor política que lo obligaría a autoexiliarse en México, a donde llegó con su primer libro publicado y una tajada en el cráneo propinada por los cuerpos de represión.

Visitó la casa de Alfonso Reyes, a quien unos meses atrás había enviado una copia de su único poemario escrito hasta entonces, en virtud de lo cual el intelectual mexicano le respondió con una tarjeta personal y una felicitación de tres palabras. Otto-Raúl González salió de la casa de Reyes con una carta dirigida al rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), que le hizo acreedor a una beca para seguir sus estudios.

A la par que derecho, González estudió letras hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Unam, donde conoció a sus primeros amigos mexicanos: Rosario Castellanos, Dolores Castro y Jaime Sabines. Después, cuando el dictador en turno de Guatemala fue derrocado, volvió ahí para continuar en su labor política desde su profesión de abogado.

Participó activamente en la reforma agraria de su país y unos meses después fue nombrado embajador de Guatemala en Francia, cargo que rechazó por preferir realizar labor diplomática en México, donde se quedaría a radicar para siempre.

Algunos títulos del poeta son Para quienes gustan oír caer la lluvia en el tejado, Colibrí y conejo, El conejo de las orejas en reposo, Concierto para metralleta (Cantigas para el Che Guevara), Diamante negro, Versos droláticos y El tempo de los jaguares, entre muchos más.

Fuente: Mundo Hispano