Editorial
De Gallegos a Poniatowska

Comparte este contenido con tus amigos

Con la presencia del vicepresidente de Venezuela, doctor Jorge Rodríguez, y del ministro del Poder Popular para la Cultura, arquitecto Francisco Sesto Novás, el pasado jueves 2 de agosto se celebró la ceremonia de entrega del XV Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, que ha correspondido a una de las escritoras más importantes de la escena literaria hispanoamericana: Elena Poniatowska.

Autora de largo aliento, con una vasta trayectoria en la literatura y el periodismo, Poniatowska se hizo acreedora del galardón con El tren pasa primero, obra provista, según el jurado presidido por el escritor venezolano Luis Britto García, de una densidad temática y estilística “que compendia la narrativa intimista y la novela coral, combina con rara maestría la tensión poética con un lenguaje certero y coloquial, y la austeridad descriptiva”.

Poniatowska se ha destacado en la narrativa por sus novelas profundamente documentadas, en las que une disciplinas complementarias, como la biografía y la historia, para atrapar al lector en una red de hechos que directa o indirectamente le son conocidos. Es así como esta escritora, que en algún momento ha dicho que su búsqueda permanente consiste en escribir un buen libro, ha producido obras testimoniales de vital importancia para la comprensión de la sociedad mexicana contemporánea, como La noche de Tlatelolco, o novelas en las que se apela abiertamente al recurso historiográfico para retratar esa sociedad, como La piel del cielo o la que hoy ha sido premiada, El tren pasa primero, que parte de las incidencias de la huelga mexicana de 1958 y la de 1959.

Un punto en común tiene este método de trabajo con la obra, inmensa en el tiempo pero siempre vigente, de Rómulo Gallegos. Interesado, como décadas más tarde lo estará Poniatowska, en descifrar las claves de su mundo, el autor de Doña Bárbara se lanzará a minuciosas expediciones a través de Venezuela para recoger el testimonio de un país que, sabe, se dedicará luego a escribir. Un país del que saldrá exiliado tras su incursión en la política, y que se empeñará en recuperar en la pantalla plateada del cine azteca. No deja de notar Poniatowska esa tangencial coincidencia con el epónimo del premio, y al principio de su discurso del jueves se pregunta: “¿Estarían contentos Rómulo Gallegos y Mariano Picón Salas al ver que ahora la novela El tren pasa primero recibe el Premio Rómulo Gallegos?”.

Sabiamente, Poniatowska dedica su discurso a delinear la figura de ese escritor, aún no conocido en la totalidad de su grandeza por la Venezuela que le sucede, desde su visión de una joven a la que a finales de los 50 le encomiendan la que podría ser la entrevista de su vida y se encuentra con “un señor escondido tras su periódico” que ha sufrido, en la tierra mexicana a la que también escribirá, la distancia y el exilio. Un señor, también, que reserva un espacio para el optimismo en aquellos años en que su país emerge nuevamente a la democracia: “La actitud de mi pueblo es realmente alentadora”, le dice Gallegos a la joven Poniatowska. “La situación se ha esclarecido y tengo la esperanza de que nuestro país volverá a la vida institucional; tener un gobierno legal”.

Un hombre al que ahora quizás empecemos a revisar con mayor dedicación, a juzgar por el anuncio gubernamental, hecho el pasado 21 de julio, de que la nueva Imprenta de la Cultura, como ha dado en llamarse el complejo editorial inaugurado en Guarenas y del cual se dice que es capaz de imprimir veinte millones de ejemplares al año —algo así como 54.000 ejemplares por día—, empezará su producción con una edición masiva de Doña Bárbara que se pretende llegue a todos los hogares venezolanos. Que es, y ha debido serlo siempre, el destino final de la obra de Gallegos.


 


JorgeLetralia, notas marginales sobre literatura y temas afines, de Jorge Gómez Jiménez, editor de Letralia

↑ Grab this Headline Animator