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Francisco Arévalo gana el IV Concurso “Alarico Gómez”
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Con el libro Tropiezos en el campanario, firmado con el seudónimo de Hugo Víctor, el reconocido escritor venezolano Francisco Arévalo (San Félix, Bolívar, 1959) se convirtió este 21 de agosto en ganador de la cuarta edición del Concurso Nacional de Literatura “Alarico Gómez”, que anualmente organiza el gobierno del estado Monagas (Venezuela) a través de su Instituto de Cultura (Icum).

Este año el género premiado fue cuento y participaron escritores noveles y consagrados de toda la geografía nacional, quienes fueron evaluados por el jurado calificador que, en esta oportunidad, estuvo conformado por los escritores José Roberto Duque, de Caracas; Carlos Acosta, de Cumaná, y Luz Marina Cruz, del estado anfitrión.

El premio para Arévalo consta de cinco millones de bolívares y la publicación de la obra, explicó el presidente del Icum, escritor Miguel Mendoza Barreto, quien agregó que la mención honorífica recayó sobre Juan Ramón Pérez, con el libro de cuentos Eugenio el genio.

Tropiezos en el campanario relata la historia que en el barrio La Seguidilla le sucede a varios de sus habitantes. El padre Aitor, incansable peregrino suramericano, y Margaret, quien ayuda a este seguidor de Dios a hacer sus oficios más placenteros y llevaderos, son las piezas clave de la obra, y de ellos comienzan a desencadenarse sucesos de importante significación para el relato.

Entre los personajes que poco a poco van ingresando dentro del mundo de Tropiezos en el campanario se encuentra doña Concepción, quien traía niños al mundo y tiene una fuerte vinculación a una red de pederastia. En la acción narrativa también aparece un ser sin nombre (una madre) que abandona a sus cinco hijos en manos de una bestia (su marido), por no aguantarlo más.

Así, el escritor Francisco Arévalo, con un lenguaje preciso, hasta soez, va narrando una cruda realidad que sucede en un espacio humano, que bien podría ser cualquiera de nuestros barrios. Para el escritor “todos somos víctimas de una vida intensa, minada de carencias”, por lo que dentro de Tropiezos en el campanario todas las historias están bañadas de tristeza y condimentadas de dramatismo, bajo un lenguaje envuelto en lo cotidiano.

Fuente: Icum