Editorial
La palabra de Armenia

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El recientemente concluido Festival de la Palabra, que entre el 12 y el 15 de este mes tuvo como escenario a la ciudad de Armenia, en el departamento colombiano del Quindío, convocó a escritores de diversos confines del continente para confrontar sus puntos de vista sobre ese hecho maravilloso que es la creación literaria.

El Festival de la Palabra es el producto del trabajo de una mujer incansable: la escritora Samaria Márquez Jaramillo, una quindiana preocupada por el desarrollo de la cultura en su región. Durante los días que pasamos en Armenia fuimos testigos del esfuerzo y la dedicación que esta gestora le imprimió a su idea para convertirla en una feliz y exitosa realidad, colofón de nueve meses (“casi el tiempo de una gestación”, nos dijo en una entrevista) de insomnios.

Armenia nos deparó no pocas sorpresas y todas ellas gratas. Una de las que recordamos con mayor gusto es la participación, en el festival, de un grupo de jóvenes de entre 15 y 25 años que ilustraron a los presentes sobre la vida y obra del escritor Andrés Caicedo, quien se suicidara hace tres décadas en plena ebullición creativa. Fue realmente auspicioso apreciar el entusiasmo que la investigadora Ángela Rosa Giraldo Cruz ha logrado inyectarle a los chicos que la acompañan en su centro de estudios sobre el legado de este autor.

Sin duda alguna, lo mejor fue la intervención de un público que se mantuvo fiel al desarrollo del festival pese a que el mismo coincidió con distracciones circunstanciales como las vacaciones de los centros de estudios, el inicio de las eliminatorias para el próximo Campeonato Mundial de Fútbol —uno de cuyos partidos enfrentaba a la Selección Nacional de Colombia con la de Brasil— y las celebraciones propias del aniversario de la fundación de la ciudad. La gente de Armenia demostraba así no sólo que podía ser afable y cálida, sino también que deseaba aprovechar al máximo, como en efecto lo hizo a través de sus inteligentes intervenciones y sus preguntas, la presencia de los escritores participantes.

Durante el evento los escritores participantes debatieron sobre las diversas aristas del oficio, a través de conversatorios en los que la polémica y la camaradería compartieron espacios. Desde las experiencias personales con el aprendizaje del oficio hasta las obras que los marcaron de por vida, los autores reunidos en Armenia tuvimos la oportunidad de comprobar cuán parecidos somos dentro de nuestras particularidades.

El Festival de la Palabra, cuya segunda edición ya ha sido anunciada por su propulsora, sentó en una misma mesa a escritores que han construido su obra a miles de kilómetros de distancia entre sí. Argentina, Cuba, México, Perú y Venezuela se enlazaron en el centro del eje cafetero de Colombia para corroborar que la palabra de Armenia, la que permitirá a los escritores volver a encontrarse en esta y otras citas continentales en la celebración perenne de la literatura, no es otra que unidad.