Material especial: Premio Nobel de Literatura 2007
Doris Lessing. Foto: Colin McPhersonEl arte de sorprender

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Una vez más, la historia terminó como suele terminar: la Academia sueca sorprendió al mundo literario con su decisión. Ni los expertos en Estocolmo, ni los críticos especializados, ni los libreros, ni los editores, ni los aficionados a las apuestas, ni mucho menos la mismísima autora premiada, se imaginaban que Doris Lessing sería la galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2007. Los aplausos en la Börshuset, el elegante edificio donde la Academia tiene su sede, no querían terminar nunca luego de haberse oído la declaración de Horace Engdahl, secretario permanente de la Academia Sueca. El nombre de Doris Lessing ha figurado en las discusiones durante varios decenios, pero ya se consideraba improbable el reconocimiento a esta escritora después de tantos años. La Academia lo lograba otra vez: los presentes en el acto daban una feliz exclamación de sorpresa, y por fin una autora apreciada por el público en general recibía el galardón, mejorando al mismo tiempo la estadística de los premiados, de los cuales sólo el 9% son mujeres.

La autoridad de Doris Lessing como escritora y su renombre como intelectual honesta, íntegra e independiente son ya reconocidos en todo el mundo. Probablemente muy pocos puedan cuestionar la elección de la Academia. Lo interesante es la vuelta de tuerca que significa esta decisión. Si algo estaba claro antes de la elección de este año, era la declarada voluntad de los académicos de darle al Premio Nobel el carácter de estímulo para una autoría en plena madurez, más que una confirmación a una carrera ya consagrada. Sin adelantar ningún nombre —que nunca pasaría de adivinanza azarosa— esperábamos con una cierta seguridad el nombre de un escritor/escritora relativamente joven. Y llegó la respuesta como una confirmación de lo inútil de las predicciones en este campo: Doris Lessing, de 88 años en unas pocas semanas, ganaba el Premio Nobel: el escritor/a de más edad que alguna vez haya recibido el galardón. Como vemos, el factor sorpresa es inagotable (curiosamente, el tema de la edad del galardonado y las posibilidades que abre en el campo de las especulaciones fue la única pregunta que Engdahl dejó sin contestar en el chat con los lectores del periódico Dagens Nyheter, que tradicionalmente suele estar abierto unas horas después de comunicada la decisión).

Aunque quizás, vista desde otro ángulo, la elección no sea tan caprichosa: hace cien años se premiaba al escritor más joven que hasta la fecha recibiera el Premio Nobel: Rudyard Kipling contaba con apenas 41 años de edad al recibir, como primer escritor británico, el galardón en 1907. Kipling contaba entonces en su bagaje con la experiencia de haber nacido en una colonia británica (India), y de haber dedicado muchos años de su vida y muchas páginas de su obra al tema del colonialismo y sus efectos en sus habitantes. Una centuria después, el premio recae en otra representante de la literatura en lengua inglesa: una de las pocas mujeres que se han hecho acreedoras a este reconocimiento y, hasta la fecha, la de más edad. Como Kipling, Doris Lessing nació en un país del Tercer Mundo (la entonces Persia, actual Irán) y se crió en una ex colonia británica: Rhodesia (actualmente Zimbabwe). Al igual que su compatriota, Lessing ha dedicado varias de sus obras a la problemática del colonialismo; aunque a diferencia de su antecesor, la voz de la escritora ha sido de crítica y denuncia a los atropellos de un sistema racista y cruel (a tal punto que, ya en 1956, Sudáfrica y Rhodesia prohibían la obra de esta escritora). El tema de la edad tampoco deja de ser significativo: a una mujer le llevaría más del doble de tiempo que a un hombre el reconocimiento del valor de su obra literaria.

 

Oh, Christ!

No menos sorprendida fue la escritora galardonada, que, como el mismo Engdahl comentara: “no se puede decir que estuviera sentada al lado del teléfono esperando la llamada...”. Como sabemos, Doris Lessing fue sorprendida llegando a su casa después de una visita al hospital y una ronda de compras con su hijo Peter, quien presenció la escena mudo, con una alcaucil en la mano. Apenas descendía la escritora del auto cuando un reportero de la Reuters le lanzó a bocajarro:

—¿Se ha enterado de la noticia?

—No.

—¡Ha ganado el Premio Nobel de Literatura!

—Oh Christ! ¡Si me han estado mencionando hace más de treinta años! ¡Tengo otras cosas de las cuales preocuparme!

Por su parte, los libreros en Estocolmo tuvieron que hacer a un lado las pilas de libros que habían preparado con las obras de los autores que más se rumoreaban: Philip Roth, Adonis, Amos Oz. Buscaban desesperados y felices algunos libros de Lessing, autora enormemente productiva y muy popular. “¡En la mesa de saldos!”, gritaba una empleada. “¡En el sótano!”, recordaba la otra. Lograron juntar una decena que se agotó en pocos minutos. Las imprentas funcionan a toda máquina y en pocos días seguramente disfrutaremos de una nueva reedición de los textos de esta brillante escritora.

Ebba Witt-BrattströmEl año pasado, cuando le preguntaron a la profesora Ebba Witt-Brattström, docente de literatura con especialidad en estudios de género, quién era su escritor favorito para recibir el Premio Nobel de Literatura, respondió: “Doris Lessing. Por haber contribuido como pocas a ese género tan importante que es la novela femenina del siglo XX”. Witt-Brattström no era la única en desear que la escritora británica recibiera el galardón. Muchos de los seguidores de Lessing habían manifestado el mismo deseo durante muchos años, especialmente escritoras y críticas literarias comprometidas con la reivindicación de la función de las escritoras en la historia de la literatura contemporánea, pero pocos creían ya en ese reconocimiento. Lo cierto es que muchas expertas han expresado sus deseos, pero sólo una está casada con Horace Engdahl, el secretario permanente de la Academia Sueca y arquitecto de las decisiones de la misma: Ebba Witt-Brattström. Y quizás bastaba para los aficionados a las apuestas, fijar la vista en la muy modesta pero pintoresca lancha a motor que la pareja Engdhal-Witt Brattström utiliza en sus excursiones veraniegas en el archipiélago de Estocolmo. En su proa se puede distinguir el nombre revelador con el cual han bautizado a la embarcación: Doris.