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Dos novelas

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“La hermana”, de Sándor MáraiUna novela de Sándor Márai

La casa de Publicaciones y Ediciones Salamandra de Barcelona, España, ha decidido lanzar al mercado editorial mundial, en abril de este año, una pieza narrativa conmovedora y terrible del prestigioso escritor húngaro Sándor Márai. Se trata de La hermana, escrita en 1946, dos años antes de marcharse al exilio en señal de enérgica protesta contra la tristemente célebre ocupación rusa de los territorios checos.

Varios rasgos característicos y singulares acompañan esta edición castellana de A növér; primero su carácter post-mortem, segundo; se trata de una novela que debió esperar casi veinte años, desde que su autor se quitara la vida en San Diego, California, pocos meses antes de la caída del Muro de Berlín. Márai nació justamente el mismo año que vio nacer a Nietzsche, 1900, y supo desde muy joven de los rigores implacables del exilio, primero elegido, voluntario, en Europa, luego forzoso e inevitable como emigrante a Estados Unidos. Con la instauración del régimen comunista en la Hungría de 1948 sus novelas fueron prohibidas y su nombre tachado de los círculos literarios e intelectuales de su ciudad natal (Kassa, pequeña ciudad húngara hoy perteneciente a Eslovaquia). Su prolífico espíritu creador dejó para la posteridad novelas igualmente memorables tales como El último encuentro, La herencia de Eszter, Divorcio en Buda, La amante de Bolzano, La mujer justa, Confesiones de un burgués y ¡Tierra, tierra!

La límpida y pulquérrima prosa narrativa de este extraordinario novelista centroeuropeo lo llevó hasta casi mediados del pasado siglo a ser catalogado como uno de los más brillantes escritores de la pasada centuria.

Un elemento distintivo brota de la exquisita y a la vez terrible escritura de este endemoniado escritor húngaro; como pocos han sabido hacerlo a lo largo de toda la historia de la novela universal Sándor Márai aborda de una manera magistral las más urgentes e inaplazables preocupaciones esenciales del humano ser; su perturbadora prosa narrativa está impregnada de antiguas y siempre nuevas (renovadas) interrogantes que trascienden las fronteras geográficas y los momentos históricos.

Las pasiones humanas, el dolor físico, los padecimientos psíquicos y corporales, la enfermedad, el éxtasis del arte, el misterio insondable de la muerte (el suicidio) son los temas intemporales que atraviesan las páginas de esta novela, el último texto narrativo que publicó en su país antes de comenzar a transitar el tortuoso camino del exiliado.

La novela de Márai reflexiona acerca de la verdadera naturaleza de ese inefable sentimiento humano llamado amor, y se pregunta: “¿Qué sabemos sobre la verdadera naturaleza y las intenciones de esa fuerza..? El sabio afirma que el amor es una de las manifestaciones de la locura, una ataque de nervios agudo que se supera con el tiempo; la literatura de cada época da un sentido distinto a esta pasión, la ennoblece, la califica como la manifestación emocional más sublime o la más depravada del ser humano. Pero ¿cuál es la realidad?”.

La respuesta a esta como a tantas preguntas de similar tenor la encontrará el lector que se anime a buscar esta magnífica novela y leerla con el entusiasta regusto que causa su agradabilísima lectura. Por las amenas y terribles páginas de esta novela se pueden leer frases como la que a continuación transcribo para feliz solaz del lector: “Escritor, a ver si aprendes a ser humilde, profundamente humilde, me dije. No sabes nada sobre los hombres, y tampoco sobre las fuerzas que los mueven y animan a vivir o morir”.

Márai postula, en La hermana, una sugestiva y sólida “ars argumentativa” mediante la cual legitima la inexorable pulsión sacrificial puesta de manifiesto por los seres humanos en su arbitrario afán autodestructivo. El lector no debe olvidar que esta novela fue escrita bajo los influjos siniestros de la Segunda Guerra Mundial con toda su carga de desolación y muerte; el contexto pues histórico y cultural de una Europa desvastada por su propio titánico fratricidio —qué duda cabe— debió condicionar no pocos párrafos de esta magistral pieza novelesca que Vanity Fair ha comparado con la monumental, incesante e inacaba Montaña Mágica de Thomas Mann.

Sándor MáraiZ es en esta novela del húngaro universal un afamado pianista que ha logrado alcanzar un merecido reconocimiento mundial como intérprete y compositor de primer orden. En el cenit de su brillante carrera musical, Z es oficialmente invitado por el gobierno de Florencia a ofrecer un concierto en la Sala Blanca del Palazzo Pitti de esa histórica ciudad, y para ello Z toma un tren que cruzará la mitad de Europa; en el trayecto a Florencia el personaje principal de La hermana nos obsequia a los lectores reflexiones insólitas de carácter estético: el placer y disfrute de los acordes y armonías que le es dado al ser humano por virtud de la música. El pathos cultural de los pueblos y civilizaciones antiguas se convoca en las páginas únicas de esta novela para maravillar al lector hasta niveles de asombro.

Una vez más el viaje es un recurso utilizado por el narrador para desarrollar estrategias narrativas que envuelven, lentamente pero de modo insoslayable, al lector en un sobrecogedor y grato clima psicológico propio de la novela europea de la última mundial postguerra. ¿Cómo no identificarse con Z cuando nos cuenta detalles tan sinceros que incluso rayan en la obscenidad por su escandalosa verdad? La quintaesencia, la columna vertebral de la novela la constituye la idea teleonómica de morir, la espantosa idea del fin de la existencia. Una extraña enfermedad viral se adueña de Z poco antes de cruzar la frontera italiana y comienza un calvario o gólgota para Z que lo hará pensar en lo peor. Jamás en mi vida de lector —esa pretensión poseo— había leído unas páginas tan arrebatadoramente conmovedoras ni tan adoloridas sobre el padecimiento físico del dolor corporal en un ser humano sometido a la tortura de la enfermedad. Nos dice Márai en su proverbial e hiperlúcida prosa narrativa que la enfermedad se instala en el cuerpo humano porque Dios se ha ausentado del mismo. Que, por otra parte, no existe un tal “dolor insoportable”; cuando el dolor se torna pretendidamente “insoportable” es que ya hemos dejado de ser, estamos literalmente fallecidos y, obviamente, no podemos saberlo. Es que nos hemos ido a “la otra orilla”; son sus palabras textuales. Únicamente en Marcel Proust leí una prosa tan minuciosa acerca de temas tan álgidos y trascendentes sobre lo transitoriamente humano y terrenal. Consigna Márai a modo de lacónico aforismo irrefutables verdades egipcíacas como ésta: “El hombre está más predispuesto al dolor que a la alegría”. Naturalmente, Sándor Márai se inscribe en esa saga narrativa que todo lo puede someter al casi perfecto escrutinio de la inteligencia narrativa.

El lector que se gana para sí el privilegio de leer esta magistral pieza narrativa encuentra no pocas joyas de asombro gratificante, como una singular anécdota que le cuenta el médico austriaco que trata al personaje Z en torno a un escritor sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, que contrae una mortal enfermedad que lo paraliza durante ocho largos años y, no obstante, dicho escritor consigue, con la ayuda de su esposa, hacer feliz a media humanidad con un titánico esfuerzo creador aun después de quedar literalmente paralítico con una esclerosis múltiple degenerativa. Nuestro novelista se adelantó en casi un quinquenio a la admirable gesta real del británico físico teórico Stephen Hawking (1942). La hermana es un manuscrito de poco más de 250 páginas llenas de aciertos expresivos inobjetables que no provoca terminar de leer por temor de que se nos acabe el encanto y la sugestividad de su prosa.

 

“El corazón de Voltaire”, de Luis López NievesNotas sobre El corazón de Voltaire

Una inesperada interrogante: ¿dónde están los restos de François Marie Arouet, llamado Voltaire? (París, 1694-1778) Formulada en el umbral de una cena diplomática en la embajada francesa en Brasil desencadena una casi enigmática trama novelesca que su autor, Luis López Nieves (1950), gusta denominar “historia trucada”. Por supuesto me refiero a la excelente novela El corazón de Voltaire (Editorial Norma, 2005, 228 págs).

Con un inquietante formato de correo electrónico y basada en una incansable relación epistolar, el escritor desarrolla un inobjetable tinglado de e-mails con sus respectivas respuestas, impecablemente escritos, y consigue estructurar una historia que, una vez ha cautivado la atención del lector entre sus subyugantes páginas, no da tregua —ni la pide.

Entre Mathieu Devereux, a la sazón viceministro de Cultura de Francia; madame Nicole Dugardin, embajadora del país galo en Brasil; Roger Meurisse, primer secretario de la Embajada francesa en la nación carioca, y el profesor de historia de la Universidad de la Sorbonne, Jérome Batailles, conjuntamente con el doctor Roland de Luziers, profesor de genética de la misma universidad parisina, se entabla un interesantísimo intercambio de cartas electrónicas para coordinar la resolución de un asunto de monta mayor y de delicado interés nacional para Francia: investigar, sin escatimar esfuerzos materiales de índole alguna, dónde reposan los restos del más grande filósofo que ha dado la historia de Francia desde sus orígenes como nación.

Leyendo esta magistral novela inferimos no pocas lecciones de orden ético y estético acerca de la máxima valoración que desde siempre Francia le ha concedido a la materia prima que conforma su añeja e indiscutible identidad cultural; icono y emblema orgulloso de Occidente, capaz de hacer cualquier cosa (hasta lo imposible) por preservarse e irradiar su poderosa influencia espiritual hasta los más remotos confines del orbe terráqueo.

En el contexto de las múltiples y sugestivas estrategias discursivas que el escritor despliega con asombrosa propiedad, el lector podrá constatar la emisión de elementos narrativos provenientes del vasto campo de la novela policial y de la novela negra que gradualmente van seduciendo con inexorable atracción estética y ganándoselo literalmente para su objetivo inocultable; cual es no permitir que el lector abandone la lectura una vez comenzada su grata travesía por el gozoso océano de sus palpitantes páginas.

Una pesquisa en torno al paradero de Gabriel Daumart, último pariente vivo de Voltaire, convoca a todos los miembros del gobierno francés a su localización. Los entretelones y minuciosos detalles de esta búsqueda ponen en evidencia incontestable la sorprendente capacidad de narrar del autor y ello, naturalmente, refuerza el gozo estético del lector en la medida en que avanza en su sabrosa lectura.

Luis López NievesLuis López Nieves debió de leerse todas las biografías del padre intelectual de la Revolución francesa que, valga decirlo, son legión. El autor de esta admirable narración abunda en datos asaz curiosos sobre la vida íntima de Voltaire y, por supuesto, obsequia al lector abundante información sobre su errante itinerario de militante revolucionario antimonárquico, amante y apasionado propagandista de la libertad religiosa y la tolerancia política. A juzgar por las investigaciones históricas del novelista, el insobornable anticlericalismo radical de François Marie Arouet lo colocó durante toda su vida en el ojo de la tormenta persecutoria del Ancien Regime y, pese a sus notables bienes de fortuna heredados de su padre y hábilmente multiplicados por él mediante osadas transacciones económicas, vivió una existencia de exilio en exilio sorteando los avatares de la intolerancia a sus innovadoras ideas político-filosóficas.