Letras
Indumentaria
Extractos

Comparte este contenido con tus amigos

1. Indumentaria

Indumentaria en brumas
la caudalosa mañana
desplomándose en oleadas
desde el infinito

En ella pereceremos,
en ella nos extraviaremos,
en ella deambularemos,
y nunca más verás la luz
manando de las pupilas
de todos tus seres muertos.

Nunca más tu propio espanto
retornará a tu infancia herida
a continuarse en tránsitos
de borrosos pasos.

Y fantasmales jinetes
atravesarán tu corazón
sonando sus carcajadas
de heraldos funestos.

Indumentaria en brumas
la populosa mañana
precipitándose en rachas
de inextricables hebras.

 

4. Los adioses

(A mi mujer, Claire)

Algún día
de los días de la tierra,
algún día
del tiempo terrestre,
cruzaremos la niebla
por última vez,
por última vez
seremos pasajeros de la luz
en la luz enceguecidos.

Por última vez
miraré tu humanidad,
mirarás el misterio
destruyéndose conmigo,
y conmigo permaneciendo.

Y nos diremos adiós,
y continuaremos,
y nos diremos adiós,
y seguiremos siendo,

indestructiblemente temblando
en los pétalos de esta flor
desafiando el tiempo terrestre.

 

10. El otoño mi hogar

Tú el amor, esposa,
tú la habitación terrestre,
—el otoño mi hogar.

Tú la morada, el leño,
el fuego y su crepitar,
el humo y sus volutas,
el pan desde el trigal.

Tú el calor de la lumbre.
El otoño mi hogar.

Tú mi dirección, esposa,
tú la casa, el zaguán,
la alcoba hospitalaria,
el lecho de la ebriedad.

Tú la cálida madera
encerrando nuestras vidas
en su entidad vegetal.

Regocijo de las linfas
discurriendo por mis sueños.
El otoño mi hogar.

Tú el amor, tú los besos,
tú habitación y solaz.
Tú el leño y la lumbre, esposa.

Pero el otoño mi hogar.

 

11. En otoño

Moriremos en otoño los poetas
amortajados de niebla
en la desnuda intemperie
de calles al amanecer,
de calles cruelmente vacías
en las impías ciudades.

Moriremos de humedad
en la resaca marina
contraída en la infancia,
de una atroz desesperanza
arrojados a las playas
en el desamparo humano.

Moriremos hojas trémulas
en la temblorosa hojarasca,
hojas de agónico color
por el viento desparramadas.

Moriremos de espanto, de olvido,
de pensiones, de cuartos húmedos,
de espejos rotos, de vestes raídas,
de zapatos gastados, de lluvias,
de calles interminablemente,
de interminablemente solos.

 

15. Cuando vuelva a casa

Cuando vuelva a casa
Madre me abrirá la puerta,
y quedará frente a mí
como una estatua viviente.

¿Qué le diré a Madre
cuando vuelva a casa
y me abra la puerta?

Ella besará mi frente,
ella apretará mis manos,
y me mirará en los ojos
con sus ojos de niebla.

Y tocará mis mejillas,
y girará en torno a mí
palpando mis ropas,
sacudiendo el polvo.

Madre me abrirá la puerta,
y en sus labios muertos
todas las lenguas terrestres
se agolparán, temblando.

¿Pero qué le diré a Madre
cuando vuelva a casa
y me abra la puerta?

 

20. Hogar terrestre

Un hogar de olorosa madera,
un hogar vegetal exhalando
su inquebrantable perfume terrestre,
un hogar de luminosas resinas,
un hogar de hospitalaria enramada,

para nosotros, amor, vertidos
a la vida desde la arcilla,
a la vida desde minerales,
o desde el agua cosmogónica,
sumergida en la raíz de las cosas.

Un hogar todavía en la tierra,
un hogar aún en el planeta
erizado de inerte piedra,
poblado de fría arquitectura
y seres sonámbulos sobreviviendo.

En este bosque el áspero invierno
tocará con su gélido tacto
a nuestra puerta, y nuestras vidas
seguirán hilando el estambre
del cálido follaje en tránsito.

Sí, un hogar de terrestre materia,
un hogar de silvestre geometría,
para nosotros, amor, vertidos
a la vida desde la arcilla,
desde las raíces del agua.

 

26. Desnudo

Un ángel de luz despiadada
desde la noche vendrá,
un ángel de clara lectura
se abrirá ante tus ojos,

y nada podrán tus lobos
aullando en las inmediaciones,
nada podrán tus chamanes
danzando sus interferencias.

Vendrá un resplandor, un grito
de luz desgarradora hendiendo
todas tus interpuestas distancias,
todas tus máscaras gastadas,

y arderás, y caerás de bruces,
y tu sistema de linfas sonoras
cerrará su horario nocturno,
y desnudo estarás, hermano.

Desnudo estarás en la luz inicial
circuido de bestias pardas,
rodeado de una atroz caterva
emergida de los sótanos.

Un ángel apocalíptico
vendrá, y arderá en tu retina,
y agitará sus alas ígneas,
y escarbará en tus hojas tristes.

 

29. Crisálida del canto

Agonizante al borde
de terribles enfermedades,
acosado por bestias
de extinta prosapia,
íntegro en la desnudez
del escalofrío nocturno,
heredero de todos los sueños
de los poetas rotos,

hermanos, escuchad el agua,
oíd la gota milenaria
edificar en el tiempo
su catedral de dintel bruñido,
mirad la cariátide de sal
relampaguear su parpadeo
de alas hacia la congregación,
inmóvil en su lentitud.

No toquéis, no toquéis la flor
preñada de sangre vegetal,
no toquéis la corola
fosforescente de polen,
grávida de fuerza terrestre.

Porque podríais morir
si vierais la intimidad del agua,
morirían vuestros ojos
si sorprendieran de pronto
la crisálida del canto,
majestuosa en su desnudez.

 

33. Lo único real

Lo que salga de tu corazón,
y a tu corazón regrese,
y anide allí hasta la muerte
con su incontenible irradiación...

Lo que habite el engranaje motriz
de tu sistema inescrutable,
moviendo los finos alambres
de tus personas girando sin fin...

Lo que nazca de lo inaccesible
de ti, donde tú no llegas,
donde tus otros seres pelean
y emiten tu imprecisa superficie...

Lo que tuyo sea y pertenezca
a tu otredad, sin embargo,
y nunca sepas cómo ni cuándo
volverá a lo que quiera que seas...

Sí, lo que ascienda de tu corazón
y a tu corazón descienda,
y habite allí hasta que mueran
todos tus seres en tu interior...

Lo que diga tu imperceptible dicción,
lo único real, oh poeta.