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San Juan de la CruzRetardar sueños del principio
La poesía de San Juan de la Cruz
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¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
i

San Juan de la Cruz

Los límites siempre son ahogamientos que trazaron otros. Dios, la eterna especulación. Vida, gracia de la materia inerte. Todo encuentro es una ficción pura. Semejante entre ver a Dios y pelear con él. La suprema soledad es lo que nos hace ver a Dios, mezquino de un mundo, de nosotros mismos. Dios, amor absoluto, nos quiere solo para él. No existe amor por parte o mitad. Alucinar o predecir. Todo encontrar implica un desafío. Una violación. Entonces la poesía debe ser perpetuamente ese encuentro, una recuperación, un éxtasis, un retorno en la naturaleza siempre impura por principio. Todo parte de todo. Y todo partió de lo único. Cardinal andrógino. En la poesía se observa esto: lo estéril y lo fértil son iguales. Lo inerte y lo vivo indivisibles.ii Todo está dependiente a una misma madre. Origen. Idea, blanco inerme. Lo más importante de una relación de objetos debe ser el cortejo, aporte para un mismo plano, y no la, interrelación o soporte, culminación. El proceso para desear poseer, la ofrenda, la otra cosa, la otra persona, su pureza para contigo. La exposición. La primera vez que alguien encuentra a alguien ignorado es como si fuese una virginidad recuperada, no a manera de exigencia, sino a modo del fortuito de ser la fruta nueva. Acompañando a la primera palabra / Apareces desnuda junto a otras / De madera de hierro de arcilla / Insuflando en su ombligo / La muerte que anida en sus ojos / Despega sin encontrar bandada.iii Eres virgen para mí porque ninguna vez te he tocado yo. Las otras no cuentan, actuantes de plano en relación, las otras no soy yo. Y si es la primera vez que estás con alguien seguro te violaré porque esto, bueno o malo, jamás lo olvidarás. Tal el licor ve preexistencia segura. La poesía nos aterra pero nos gusta.

Lo más delicado es ser muerto. Olvidé estar muerto. No sé, me voy curioso, Cosmos. La poesía está desprovista de todo acto negativo. Ella no habla nunca de lo que el hombre no puede hacer. El poeta debe ser aquel elemento neutro que recoge o sistematiza el imposible dado. Y ya sea en estancia cerrada o abierta, en la cadencia o en la profundidad, su corriente se disimula acabada. De la vida que reclama en su retorno. Sin forma es la materia eterna. Su no conocer. Y no importa cuántos de siglos pasen, en ella ya se habrá dado todas las respuestas. Como adelantado en el estrato humano. Avanzar por buscar lo gélido. Es un abismo lo que esperamos abrazados.iv Es lo que jungla San Juan de la Cruz, cuando leemos sus poemas nos evidenciamos cúmulos del infinito esperando la retrocesión de Dios. Todos partimos de él. Todos nos devolvemos a él. Creyentes o no. Heterodoxos u ortodoxos. Galantes o impíos. Escalar línea oscura del punto. Todo el conocimiento. Entreme donde no supe:v

El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía;
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Es el hombre una alta luz que ríe a perdición. Es el hombre al que todo lo retira. Deidad por nombre. Amor. Ciencia. Estas tres coplas recitan que no hay cualidad incipiente por amar fragilidad. Ya que todo tiene un tiempo de formación precisa. Empero lo vulnerado debe ser protegido y nadie escapa de este equilibrio. Por eso lo eterno no tiene forma para adoptar la cualquiera. La poesía es la muerte que nos acerca al infinito. Así la muerte es el instante más próximo de la vida. La vida de la muerte que es el infinito. Se conceptúa en la esfera que representa a Diosvi o en el viaje del instante, al instante, ilimitado. Aquende, todo lo que he visto y ha sido dado por muerto no es más que la reincorporación de infinitos. El infinito que todo ente posee. Menos el amante, no velado de hielo humano. Y el único capaz de regalar infinidad.vii Todo lo desconocido. Sol perfecto que escapas en unidad repetida. Canciones entre el alma y el Esposo:

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

El teatro poemático debe ser una inmortal celada de vuelo detenido. El poeta debe poder capturar toda la riqueza hasta ese instante. Alucinar redondamiento de abarcarlo todo y luego verlo si no a través de los que quedan. Debe formularse un nuevo infinito y en túnel persistir para vida rescatada. En Vida, tiempo no diagramado por perdido de eternidad en luz estancada. Porque ignorar la oscuridad de la poesía es abundar en luz inútil. Lo tenebroso es una luz más que oscura. Es la luz de Dios. Poeta: Heme gigante flor de volver. Perfecto es el primer cuerpo perdido en el extremo de ser. La única libertad del poeta es tomar su muerte. Donaire de su desesperación su poesía. Leerla, y entenderla, es tocar su infinito, ponerla en peligro. Temblar sus muchos secretos. Es como si ya no sintiera nada. Espasmo. Carne muerta. Miseria. Asesinato. Amor. Algo nacerá puro o muerto. Lo que importa es que alguien vivo la vea. Noche oscura:

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

Lo que originó el poema y después de todo lo que está navegando ya no importa o importa poco. Lo que provoca está al principio. Lo que despierta como sagrado en nosotros. La poesía nos vuelve fantasmas del Todo. El poeta es un fantasma. Un poderoso y peligroso fantasma. Que no tiene límites, la vida y la muerte son lo mismo. Los funde como penitencia y adulación del mundo. El poeta es un ser reprimido en el escenario físico, porque no debe liberar su poder en el vacío. Eso que es impuesto por la Fe, que aún no tienen en él. El poema es un acto de ausencia y su valor está determinado por la propensión masiva a leerlo en la privación. Cuando escribe el poeta se sienta donde sea y lo olvido todo, lo que significa algo o nada para él. Se olvida del canon o del método y dibuja o hace que le ataque la poesía pura. Y si ésta se deposita en alguna estructura anterior a él es porque ésta ya está contenida en su vulnerabilidad. Se funda en él. Una estructura cerrada como un planeta involucra aun una más grande destrucción. Romance sobre el Evangelio:

En el principio moraba
el Verbo, y en Dios vivía,
en quien su felicidad
infinita poseía.

El mismo Verbo Dios era,
que el principio se decía.
Él moraba en el principio,
y principio no tenía.

Él era el mismo principio,
por eso de él carecía.

El Verbo se llama Hijo,
que del principio nacía.

Pero no hay principio y tampoco fin. Nuestra fantasía es la más segura. Todo está al otro lado de la vida. Y la poesía igual que todo lo que hace el hombre para no interrumpir su entidad injustificable es sólo un magro espejismo de lo que es, un ordinario elemento del gran conjunto. Y la bondad o la legalidad con la cual regimos nuestras vidas no son nada más que viejos imaginarios anónimos. Estocada del poeta. Sólo una cosa no hay. Es el olvido. / Dios, que salva el metal, salva la escoria / y cifra en Su profética memoria / las lunas que serán y las que han sido. / Ya todo está. Los miles de reflejos / que entre los dos crepúsculos del día / tu rostro fue dejando en los espejos / y los que irá dejando todavía. / Y todo es una parte del diverso / cristal de esa memoria, el universo; / no tienen fin sus arduos corredores / y las puertas se cierran a tu paso; / sólo del otro lado del ocaso / verás los Arquetipos y Esplendores.viii

Pero Pandora se siente viva, toco su sudor de luz y me extravío en su mejilla oscura, vuelo entrando en ella y yo no soy Epimeteo.ix La poesía es lo que quedará al final. Y la realidad hasta puede ser El Cristo de San Juan de la Cruz.x

Otras del mismo a lo divino

Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino,
tanto volar me convino
que de vista me perdiese;
y con todo, en este trance,
en el vuelo quedé falto;
mas el amor fue tan alto,
que le di a la caza alcance.

Cuando más alto subía
deslumbróseme la vista,
y la más fuerte conquista
en oscuro se hacía;
mas, por ser de amor el lance,
di un ciego y oscuro salto,
y fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido,
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba;
dije: ¡No habrá quien alcance!;
y abatime tanto, tanto,
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Por una extraña manera,
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza de cielo
tanto alcanza cuanto espera;
esperé sólo este lance,
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

 

Notas

  1. De Noche oscura. En Poesías de San Juan de la Cruz. Centro Virtual Cervantes, estudio de la doctora María Jesús Mancho Duque. Para todas las citas. Ahora rememoro algunos versos de los Salmos de Marco Valerio, VII: El alma es el mayor robo de la Historia / Ningún corsario o dios griego osó tanto / Ni hubo romano, asirio, sumerio o zulú / Que diga lo contrario. En La transformación de los metales, tRpode Editores (Lima, 2005), de Paúl Guillén.
  2. Esto se hace en belleza inocente por pérdida. De Macedonio Fernández, Creía yo: No a todo alcanza Amor porque no puede / romper el gajo con que Muerte toca. / Mas poco Muerte logra / si en corazón de Amor su miedo muere. / Mas poco Muerte logra pues no puede / entrar su miedo en pecho donde Amor. / Que Muerte rige a vida; Amor, a Muerte. En “No todo morirá: Los poetas saben que ya podemos conocer la eternidad”. Víctor Hurtado Oviedo. Revista Libros y Artes de la Biblioteca Nacional del Perú (Nº 1 / mayo 2002). Sinesio López Jiménez, director.
  3. De Lilith. En La clavícula de Salomón, Juegos Florales “Jorge Basadre Grohman”, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, 2003). De Diego Lazarte.
  4. Esta imagen me recuerda a la desolación que se estanca en Héctor y Andrómaca (1917), de Giorgio de Chirico. La misma que está dada por nuestro conocimiento de lo que le sucede a ellos y a Troya. La destrucción, hoy, es un hecho más que romántico. Parece lo más verdadero. Hay un culto fuerte hacia los edificios más altos, hacia las máquinas, que aplastan la masa social.
  5. De Coplas del mismo…
  6. Dios es una esfera inteligible, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna. Consúltese La esfera de Pascal, de Jorge Luis Borges. En Nueva antología personal, Editorial Bruguera, S.A. (Barcelona, 1980).
  7. Lo que se aprecia muy bien en el cuadro Los amantes (1928), de René Magritte. La intimidad, nuestros secretos, están dados por infinidad. Esta dura curiosidad también se debe ver en el poema Elogio de los navegantes de Juan Ojeda: Pero mirar, surgir gritando / Como rocas, árboles, tallos erguidos en la temerosa claridad / Que guardan las montañas. Crecer, y no crecimos, no damos, // No después de mucha o tanta eternidad de sombra, / Por sentirnos poco en aquello que sale y desteje, / Y abandona cuanto nace, acaba en la mirada. En Arte de navegar, antología, Arteidea Editores (Lima, 2005).
  8. De Everness. J. L. Borges.
  9. Quiero que se entienda que escribo así porque la poesía no tiene justificación lineal. La poesía no es lineal. Y menos el Universo.
  10. (1951) Insólita obra de Salvador Dalí.