Artículos y reportajes
“Tres buitres”, de Henry TrujilloTres buitres

Comparte este contenido con tus amigos

Tres buitres, Henry Trujillo; Alfaguara, 2007, 195 págs.

La peripecia de un joven que pretende hacer dinero rápido para emigrar a España es el pretexto que utiliza Henry Trujillo para contar una historia de vidas marginales, traiciones y hasta un amor no concretado. Es que a estas alturas podría decirse que Henry Trujillo domina, más allá de la trama y los artilugios que utilice, el oficio del novelista que sabe qué hacer para mantener al lector pegado al texto.

Tres buitres, esta novela con aditivos del género policial, se suma a la trayectoria de este autor nacido en Mercedes en 1965 y que se inició en 1993 con Torquator, al que le siguieron El vigilante (1996), La persecución (1999), Gato que aparece en la noche (1998), El fuego y otros cuentos (2001) y Ojos de caballo (2004).

En ella, como en su inicial Torquator, Trujillo apuesta al juego de los distintos tiempos narrativos, un recurso que ha sabido explotar y que como en una película sirven para mantener en vilo al espectador desde el inicio de la trama.

Henry Trujillo“Así nosotros contamos historias, nada más por ese segundo cuando nos asomamos a algo que no es lo mismo. Nada más que para que el próximo día, el próximo minuto o el siguiente segundo no sea idéntico a todos los demás”, reflexiona uno de sus personajes que quizás es el propio Trujillo.

El contrabando de autos parece ser la opción para Javier Michel (el personaje central de la novela) para hacer dinero rápido y emprender viaje a España; y ese submundo delictivo es la opción elegida por Trujillo para tejer una trama de negocios ilícitos y traiciones, donde también hay espacio para la solidaridad y el verdadero amor, aunque no sea correspondido.

Ya desde Torquator y El vigilante Trujillo había utilizado esos personajes marginales, o lo que es peor, marginados por la sociedad, para reflejar su forma de ver la sociedad, y con el correr del tiempo además refuerza ese oficio que ha ido forjando en una obra que vista en perspectiva puede catalogarse como auténtica y personal, donde los personajes se mueven a veces a un ritmo vertiginoso, similar a una secuencia cinematográfica y otras detenidos, aplastados por una realidad que no logran sortear, donde inevitablemente el medio terminará condicionando sus peripecias.