Entrevistas
Entrevista a Raúl Figueroa Sarti
“Si uno no escribe, lo mejor que puede hacer es editar buena literatura”

Raúl Figueroa Sarti

Comparte este contenido con tus amigos

Raúl Figueroa Sarti es editor y actualmente preside el Gremio de Editores de Guatemala. Es fundador y dirige la reconocida casa editorial F&G Editores y acaba además de ser designado Presidente de la V edición de la Feria Internacional del Libro de Guatemala (Filgua), que se realizará entre el 25 de julio y el 3 de agosto de 2008 en el Parque de la Industria en la ciudad capital.

Figueroa Sarti nació en Mazatenango, Guatemala. Estudió agronomía en la Universidad de San Carlos a principios de los 80, pero antes de terminar sus estudios se vio obligado a partir al exilio a Costa Rica, a causa de la represión que sufrieron los estudiantes durante el gobierno de facto de José Efraín Ríos Montt. En Costa Rica estudió análisis de sistemas, especializándose en análisis de datos aplicados a las ciencias sociales. Trabajó para el Instituto de Relaciones Europeo-Latinoamericanas (Irela) en Madrid y en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Costa Rica. En 1993 regresó a Guatemala y ese mismo año fundó F&G Editores. Como editor ha colaborado con la Cruz Roja Internacional, la Fundación Oscar Arias, la Fundación Myrna Mack, la Universidad de San Carlos y otras entidades. Fue coordinador de la Editorial Universitaria de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En 1997 publicó una edición especial del Código Procesal Penal de Guatemala, que ya lleva 12 ediciones hasta la fecha. Actualmente, Raúl Figueroa Sarti reside alternadamente en Ciudad de Guatemala y en la ciudad de Nueva York.

F&G Editores publica actualmente unos 15 títulos al año y se especializa en ciencias sociales, leyes y literatura guatemalteca.

 

—Raúl, cuéntanos un poco sobre F&G Editores: cuándo y cómo surgió, cuáles son sus metas y cómo sobrevive en una zona tan insegura —tanto política como económicamente— como Guatemala y Centroamérica.

—Inicialmente F&G Editores surgió como una empresa de servicios editoriales que en esencia realizaba trabajo de edición y maquetación para instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales. Paulatinamente, hemos ido construyendo un fondo editorial en ciencias sociales y literatura guatemalteca, que actualmente llega a poco más de 60 títulos vivos. Afortunadamente, en el momento actual, nuestra mayor preocupación para la supervivencia deriva de las dificultades económicas implícitas en el hecho de hacer libros en un país con una alta tasa de analfabetismo. De manera general se pude afirmar que en Guatemala la inseguridad política es cosa del pasado y ahora, con relativa tranquilidad, uno puede publicar cualquier tipo de libro sin que con ello se vea directamente amenazada su integridad personal o la de la editorial. En el momento actual nuestra supervivencia económica está garantiza por los servicios editoriales que continuamos ofreciendo, nuestros textos de leyes de Guatemala y cada vez más por el área internacional (Libros de Guatemala) que en los últimos años ha crecido mucho y cada vez aporta más recursos para el crecimiento de la línea literaria de la editorial.

—¿Cómo es la situación general de la industria editorial en Guatemala? ¿Qué otros actores importantes existen y cuál es la relación entre ellos?

—La industria editorial en el país está atravesando por un momento de mucho crecimiento. Entre el 2003 y el 2007, la cantidad de títulos registrados en la Agencia Nacional de ISBN pasó de 379 a 1.216 (cifra preliminar). De acuerdo con cifras del Banco Central también ha habido un incremento en el gasto de los hogares en libros y materiales relacionados. La industria editorial está conformada por unas 10-15 empresas cuya principal actividad es la editorial, así como por unas 50-60 instituciones que, como parte de sus actividades, publican al menos unos 3-5 libros por año. Entre las primeras hay que mencionar a Artemis Edinter, Piedra Santa, Oscar de León Palacios, Magna Terra Editores y Letra Negra, así como las subsidiarias de Santillana, Norma, Océano y el Fondo de Cultura Económica.

—Qué apoyo recibe la industria editorial de parte del Estado? ¿Existe algún plan de fomento del libro y la lectura en Guatemala?

—No existe ningún apoyo del Estado para la industria editorial. En la segunda mitad de los años ochenta se aprobó una Ley Nacional de Fomento del Libro que incluía algunos beneficios fiscales. Sin embargo, éstos fueron suprimidos en los años noventa. Guatemala forma parte de distintos planes internacionales de fomento de la lectura, aunque personalmente desconozco en específico qué se está haciendo al respecto.

—¿Cómo funcionan las bibliotecas públicas en el país? ¿Reciben apoyo municipal? ¿Tiene tu editorial algún tipo de cooperación con las bibliotecas del país?

—De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, hay en el país unas 500 bibliotecas, entre bibliotecas públicas y escolares. Algunas de ellas son atendidas por organizaciones comunitarias y son muy pocas las que cuentan con un decidido apoyo de las municipalidades, a pesar de que por ley la atención de la biblioteca municipal es una de sus atribuciones. De manera eventual realizamos donaciones a bibliotecas públicas. En algunos casos hemos gestionado recursos de cooperación internacional para hacer donaciones de algunos de nuestros títulos.

Raúl Figueroa Sarti—En el ámbito literario se habla mucho del “amiguismo”, de algunos círculos cerrados de escritores y críticos que se apoyan mutuamente e ignoran a quienes no pertenezcan a su núcleo, haciendo muy difícil para los jóvenes o para quienes no les interesa pertenecer a estos círculos, lograr un espacio propio. ¿Sucede lo mismo con las editoriales? ¿Cuánto influye la amistad, los conocidos comunes, la pertenencia a un grupo, en la posibilidad de publicar? ¿Qué debe hacer un escritor para publicar en F&G?

—El amiguismo es algo que se suele dar en las editoriales públicas, mas no en las privadas, donde la mayor dificultad es de carácter financiero. Sin embargo, sí influye mucho la amistad, los conocidos comunes. Entre un manuscrito que llega por correo electrónico y uno que es presentado por un amigo en cuyo criterio el editor confía, tiene más posibilidades de lectura inmediata el segundo. En F&G Editores, afortunadamente, los autores no pertenecen a un mismo círculo. Para publicar en F&G Editores se necesita pues tener algo interesante que comunicar, comunicarlo bien y, sobre todo, tener mucha paciencia: recibimos más manuscritos de los que estamos en capacidad no sólo de publicar, sino de leer.

—F&G se especializa en la publicación de títulos de derecho, ciencias sociales y literatura guatemalteca. ¿Por qué justamente estas tres disciplinas?

—En los años ochenta tuve ocasión de ver lo mal editados que en Costa Rica —donde residía entonces— estaban los libros de leyes: sin índices temáticos y sin referencias a otra legislación. Al mismo tiempo, son libros con mucha demanda. Cuando inicié el proyecto del fondo editorial propio en Guatemala tuve claro que, para publicar buena literatura y propuestas interesantes en ciencias sociales, debería contar con libros que se vendieran fácilmente y que nos proveyeran de los recursos requeridos por los libros que venden menos. En Guatemala los libros de leyes estaban peor editados que en Costa Rica y, al mismo tiempo, el sistema de justicia no funcionaba (y ahora tampoco funciona) como debiera. Los libros de leyes tienen entonces un doble propósito en F&G Editores: contribuir al conocimiento de la ley y de la jurisprudencia y proveer de los recursos necesarios para el desarrollo de las otras líneas editoriales. Después de un conflicto armado de casi 40 años, la armazón intelectual del país fue totalmente destruida: muchos de los mejores intelectuales con que contaba el país fueron asesinados y otros salieron al exilio. Durante los años ochenta y noventa, y aun ahora, los estudiantes universitarios estudiaron haciendo uso de fotocopias de fotocopias. Ello puede dar una idea entonces de la necesidad que hay en el país de literatura de ciencias sociales. Y finalmente... la literatura me apasiona y si uno no escribe, pues lo mejor que puede hacer es editar —o tratar de hacerlo— buena literatura.

—¿Qué relaciones existen entre tu editorial (o tu gremio editorial) y otras editoriales o gremios centro y sudamericanos? ¿Existe algún tipo de cooperación, intercambio o coordinación de las estrategias de distribución de las publicaciones?

—Más allá de la relación formal no hay ninguna cooperación real.

—¿Por qué? ¿No les convendría a todos un acercamiento?

—El acercamiento no sólo es conveniente sino que yo diría que indispensable para lograr distribuir nuestros libros fuera de las fronteras nacionales. En relación con Centroamérica me parece que el origen de ello es el escaso desarrollo de la industria editorial. El otro aspecto que incide notablemente es que todos buscamos lo mismo: distribuir nuestros libros, pero nadie tiene una estructura que le permita distribuir los libros de los demás.

—En ese sentido, ¿qué papel puede cumplir la participación en las distintas ferias del libro o salones de derechos en distintos puntos de América Latina?

—Las ferias del libro son la oportunidad para dar a conocer nuestra producción editorial más allá de nuestras fronteras y en el caso de Guatemala, donde no hay una desarrollada red de librerías, también dentro de las fronteras. Las ferias del libro nos hacen visibles.

—¿Cómo ha sido tu experiencia en la reciente Feria del Libro de Guadalajara?

—Guadalajara es, para nosotros, la feria más importante. Nos permite acercarnos a los bibliotecarios de Estados Unidos que hoy por hoy son los compradores más importantes de libros guatemaltecos. Nos fue muy bien en la feria. Es importante destacar que por primera vez en muchos años de asistir, este año contamos con algún apoyo del Ministerio de Economía, lo cual nos permitió contar con mayor presencia.

—El escritor hispanoargentino Andrés Neumann hablaba de una “balcanización” de la industria editorial española e hispanoamericana, en el sentido de un aislamiento y un profundo desconocimiento mutuo del trabajo de cada uno, producto sobre todo del desinterés y la desinformación de los editores. ¿Qué piensas al respecto?

—Más que derivado de desinterés o desinformación, ello obedece a las abismales diferencias económicas entre los editores españoles y los latinoamericanos. La industria editorial española cuenta con un incondicional apoyo del Estado español, en tanto que en América Latina las editoriales, con excepción tal vez de Colombia, carecen de apoyos gubernamentales. Es una relación dispar: en tanto que en cualquier librería de cualquier pueblo perdido de Guatemala se encuentran libros españoles, los libros guatemaltecos no se encuentran en las librerías madrileñas, ni siquiera aquellos editados en Guatemala por subsidiarias de editoriales españolas.

—¿Cómo perjudica la piratería a la industria editorial de Guatemala? ¿Tiene este fenómeno algún aspecto positivo?

—Principalmente afecta al sector del libro de texto escolar. Ahí su impacto es bastante grande. El principal daño es que afecta el desarrollo de la industria editorial y desestimula la producción de textos de alta calidad. Como editor no le encuentro ningún aspecto positivo, puesto que encarece el precio de los libros. Además, generalmente las ediciones “piratas” son de muy baja calidad editorial y, si se toma en cuenta que son textos escolares, tienen un impacto negativo en la generación de nuevos lectores.

—Cómo influyen las cada vez más populares autoediciones y las ediciones electrónicas de libros en el tradicional mercado editorial?

—En Guatemala las ediciones electrónicas aún no tienen mucha incidencia. Lo que sí afecta son las autoediciones. Una de nuestras mayores dificultades es el “amateurismo” existente en la producción editorial. Éste puede tener diversos orígenes, pero las consecuencias son las mismas: un producto carente de profesionalismo que en última instancia afecta a los lectores, mala distribución del libro, crea muchas disparidades en el sistema de precios, etc. En Guatemala es muy utilizado por autores-profesores que teniendo la posibilidad de comercializar sus libros con sus alumnos, optan por hacer ellos mismos sus libros, lo cual además crea problemas de transparencia en el medio educativo. Adicionalmente existe la idea equivocada, generada por la producción de best-sellers, de que la industria editorial es un gran negocio, y algunos autores no quieren que los editores “se hagan ricos” a costa de lo que ellos han escrito y por eso optan por llevar su libro a una imprenta en lugar de buscar una casa editorial. A la larga la autoedición, sobre todo cuando se da en grandes magnitudes —como me parece sucede en Guatemala—retrasa la necesaria profesionalización de la industria editorial guatemalteca.

—Tú eres actualmente presidente del Gremio de Editores de Guatemala. ¿Cuál es tu trabajo concreto en esa asociación y cuáles son tus visiones?

—Mi trabajo es coordinar las actividades que desarrolla la organización gremial. En un país como Guatemala, las tareas que tiene una organización gremial son muchas. En principio tenemos dos compromisos: demandar que, de parte del Estado, se transparente el proceso de selección de libros para las bibliotecas escolares y que, de parte de las autoridades locales, se apoye el desarrollo de las bibliotecas municipales. Vamos a trabajar en la actualización de la Ley de Fomento del Libro y esperamos que el nuevo gobierno que tomará posesión en enero del 2008 asuma como propias las políticas nacionales sobre el libro, la lectura y las bibliotecas.

—Cuéntanos algo más sobre la Feria del Libro que se celebrará en julio-agosto en Ciudad de Guatemala.

—La feria se realizará del 25 de julio al 3 de agosto del 2008. Su objetivo más general es contribuir a dinamizar la libre circulación del libro en el país. Nos interesa básicamente ampliar la diversidad de la oferta editorial, para lo cual esperamos contar con una amplia participación de editoriales latinoamericanas cuyos libros no circulan en el país. Adicionalmente, la feria pretende ser una vitrina para la producción editorial nacional que, debido a la inexistencia de una desarrollada red de librerías, permanece invisible todo el tiempo. La feria contará además con un programa de actividades cuyo público serán niños, profesores de historia, profesores de educación primaria, etc. Las actividades más relevantes son: Encuentro de escritores centroamericanos, Conferencia Internacional de literatura indígena, taller para bibliotecarios, taller para libreros, etc.

—Mi última pregunta: tú vives y trabajas en Guatemala, un país pequeño en una zona que todavía lucha con las secuelas de los años de guerra, con catástrofes naturales, problemas de violencia, corrupción, criminalidad, con altos grados de analfabetismo y con una gran parte de la población viviendo en situaciones de extrema pobreza. Estas circunstancias desanimarían a más de uno que deseara prosperar propagando la lectura, la cultura y el libre pensamiento. Tú, sin embargo, siempre te muestras positivo y expresas fe en el futuro de la industria editorial guatemalteca y en la capacidad y el deseo de la gente de leer y reflexionar sobre su propia historia y su identidad. ¿Cuál es tu secreto?

—¿Mi secreto? Confío en la gente, en su capacidad de salir adelante. He tenido oportunidad de editar libros donde los sobrevivientes del conflicto armado narran cómo sobrevivieron a los cercos del ejército, a la persecución, al dolor, cómo vencieron a la muerte y luchan por un futuro mejor para sus hijos. Cuando conoces esas historias, cualquier barrera te parece una minucia. Por otra parte, cuando llevas 15 años haciendo libros y viviendo de ello, y con una editorial que a pesar de su tamaño es una de las más relevantes en el país, pues no puede uno tener espacio para el pesimismo y debe ser optimista, aunque ello parezca locura.