Letras
Cavilaciones

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Curva peligrosa

A Gabriel Peralta

La noche anuncia ecos diferentes,
el camino se teje en redes de miedo,
doblas a la derecha, doblas a la izquierda,
una curva peligrosa silencia tus recuerdos.

Ya otra morada será tu destino,
no importa lo que fuiste,
hoy viajas en camino silente,
mas en este mísero paraje,
tu memoria sigue presente.

Curva peligrosa
que anuncia un peaje a mil metros,
a mil metros de distancia
yace tu cuerpo.

¡Para... para..!
era el feroz eco de tu mente,
mas el camino indiferente,
arrebató tu frío aliento.

 

Cuerpo alado

No reconoces el espacio,
el tiempo se ha detenido.
Poco a poco la naturaleza se silencia,
deseas dormir pero algo te detiene.
Una voz que en el aire se siente
ha creado unas manos que te mueven,
rozan tu cuerpo de pies a cabeza,
estiran tus manos hacia el infinito,
juntan tus piernas, ya han llegado al fin.
Te acuestan, te sientan, juegan contigo.
Impaciente buscas el rostro del titiritero,
no lo puedes ver.
Te conviertes en cuerpo alado,
aunque sin alas para volar.

 

Voces vacías

A L.F. porque su voz no hizo eco

Silente camino en la bruma
que tu incertidumbre teje.
Me miras y me hablas
mas no encuentro palabra alguna.

Tu voz vacía es eco de un susurro
que sigiloso vela el engaño.
¿Por qué son ciegas tus palabras?
¿Por qué se esconden en la bruma?

Bruma eterna que colapsa mis sentidos
y revive el eterno ocaso.
Será tal vez que mi alma es presa de tu voz,
o será que tu voz es la ambrosía mortal del cadalso.

Despierta alma mía,
ya las voces no hacen eco,
ya el olvido olvidó el amor,
ya eres libre, vuela.

 

Autorretrato

Los caminos se abren
cual centella iracunda.
Voces en ecos lejanos
corroen mi tumba.

—Son los sonidos de la muerte—,
gritaban sin amparo,
aquellos seres inertes
cual cadáveres gastados.

Logro escapar con esfuerzo
de aquel laberinto de hielo,
que absorbe sin cavilaciones,
todo mi anhelo.

La luz se abre a mí
como un fénix andante,
ya he derrotado los impíos
que en el cadalso arden.

 

La musa

¡Oh musa del olímpico cuarteto!,
escucha este suplicio en vano llanto,
acude presurosa y con encanto,
has brotar letras para este soneto.

¿Por qué no respondes a mi llamado?
ser puro de inagotable belleza,
ya no quieres inspirar esta pieza,
o acaso pretendes que muera cansado.

Extraño amigo de un país lejano,
no te agotes en un ruego demente,
el poder del soneto es más cercano.

La verdad está en tu infinita mente,
no intentes buscarme simple profano,
ya he desaparecido en el presente.

 

M.

La noche se apaga de un soplo,
la brisa anuncia la llegada del rocío.
Los ojos de M. se posan en la piel,
siente ajeno el cuerpo.

Las formas no obedecen a sus recuerdos,
no dice nada, no sabe nada.
La epidermis ha extinguido su verdor,
acompañante cromático de toda la vida.

Ya el pasto no le sabe igual,
sus papilas son presa de otra ambrosía.
La mirada confunde en el horizonte,
no encuentra su historia.

Camina y reconoce el paraje,
el lugar interminable del pasado.
Bosque eterno que desde esta altura,
sí tiene fin.

Sacude su ajeno cuerpo
en busca de aladas membranas.
Pero es inútil el esfuerzo,
han desaparecido.

Se recoge con impulso extremo,
intenta dar un salto,
agotado su cuerpo queda,
en el más rotundo fracaso.

Estática la mirada,
la boca abierta en desencanto,
despide una onda de miedo,
un grito mudo y desolado.

 

Desgarrados

Tus manos se juntan con las mías,
parecen susurrar.
Ecos lejanos llegan a mí y no los entiendo,
te siento distante aunque cerca estás.
Tus labios rozan los míos,
no los encuentro.
Mis sueños te buscan, te ven y huyes de mí.
Ya no siento ecos ni besos,
pero aún me miento.

 

El juego de la sombra y la luna

Una noche bañada en sombras,
sombras que juegan con la luna,
luna pálida y serena,
serena voz de la fortuna.

Es el nido la luna,
nido de la sombra,
sombra errante y pequeña,
hermoso ser de ternura.

El tiempo pasa iracundo
sin dejar aliento en las manos.
La luna mira su cuerpo,
en pedazos ha quedado.

Sombra... sombra...
juega con la luna,
vuelve pronto sombra,
ella espera por ti.

 

La caja de Pandora

Eterna caja de Pandora,
conocedora de secretos,
muda duermes en la noche,
el sol anuncia tu regreso.

La luz aleja el caos
del que has sido presa.
Los sabios inmortales
desfilan como persas.

Se han metido a tu alma
ofreciendo bellas joyas,
pero con tristeza sientes
que sólo son sombras.

Sombras errabundas
anhelando un camino fijo.
Mentes acechantes
de un débil delirio.

 

Orgasmatrón

Tu maquinaria afecta mis sentidos,
silencia mis palabras y acelera la noche.

Tu maquinaria desprende su savia por mi cuerpo,
aceites tibios buscan un mar de besos.

Tu maquinaria inyecta vida a mi vida,
descargas sórdidas que se impregnan en mi piel.

Tu maquinaria se desarma en mis manos,
engranajes que con lujuria estallan de placer.

 

Ofrenda

A J. E. por su ofrenda de amor...

Ofrendé tu perfume a la noche
y juré ante las sombras mi amor,
le pedí a la luna palpitante
que en cada átomo de brisa te pudiera encontrar.

Ofrendé tu esencia al mar
y juré ante la bruma
que cada amanecer tu rostro estaría conmigo,
y que cada anochecer te inventaría sin agonía.

Ofrendé tu alma al fuego
y juré ante las llamas
que así sería mi amor
una entrega total y consumada.

Ofrendé tu cuerpo al viento
y en un soplo de amor te trajo a mí...
te quedaste por siempre
como una ofrenda a mi amor.