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El amor en los tiempos de la crítica

“El amor en los tiempos del cólera”, adaptación cinematográfica de la novela de Gabriel García Márquez

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La crítica como ejercicio de opinión, puede ser tan demoledora como aquellas enfermedades legendarias que se renuevan con los tiempos, ayer el cólera, hoy el sida, enfermedades del amor en todo caso. El reciente lanzamiento de El amor en los tiempos del cólera, película dirigida por el británico Mike Newell, basada en la monumental obra de Gabriel García Márquez, ha sido objeto de las más diversas críticas, desde aquellos que la han vilipendiado sin derecho a la defensa, como los que han afirmado que se trata de una de las más bellas películas de los últimos tiempos. En mi caso, como simple espectador y lector de la crítica especializada, esbozaré mi particular opinión sobre esta puesta en escena.

“El amor en los tiempos del cólera”, de Mike NewellLas obras cinematográficas basadas en las literarias comienzan perdiendo, por la sencilla razón de que los lectores fieles de las historias originales han elaborado su propia película mental, han esbozado las escenas y los personajes, sobre todo cuando son clásicos de la literatura mundial. La película, como obra de arte, debe ser considerada de manera independiente; el lenguaje cinematográfico es diferente al literario, a no ser que la obra escrita esté pensada en imágenes de cine (ahora se vive un auge de novelas que más parecen guiones de cine y algunos autores no ocultan su intención de perseguir una adaptación en la pantalla grande). Por ello ha sido tan difícil llevar las obras de García Márquez al cine, porque el genio colombiano es ante todo un poeta de filigrana, y un párrafo de su creación llevado a la escena puede resultar anodino o absurdo. El Nobel es consciente de ello y por eso su renuencia a llevar Cien años de soledad al cine, porque su máxima creación es un homenaje a la palabra y no siempre una imagen es mejor que mil palabras.

Las versiones de las obras de García Márquez han resultado difíciles de digerir para el espectador; quizás las más destacadas hayan sido las adaptaciones del mexicano Arturo Ripstein (El Coronel no tiene quien le escriba, 1999) y del colombiano Jorge Alí Triana (Tiempo de morir, 1985), aunque fueron bien comentadas, nunca fueron éxito de taquilla, mientras que otras como la ambiciosa Crónica de una muerte anunciada (1987), del italiano Francesco Rosi, naufragaron en medio de diálogos forzados e interpretaciones poco convincentes. El amor en los tiempos del cólera es, sin duda, la novela más íntima y querida para el novelista colombiano; es el homenaje literario a sus padres, pues en la vida real, un modesto, paciente y constante telegrafista conquistó a una mujer de familia acomodada, dando origen a una numerosa familia, con un premio Nobel incluido. Podría decirse que esta novela es un largo poema, sobre un idealista anacrónico que reta al tiempo y la enfermedad antes de lograr su propósito.

De allí que sea meritoria la obra de Mike Newell; de hecho la puesta en escena es impecable, aprovechando el escenario natural en que transcurre la novela, logra transmitir algo de la magia que inspira Cartagena de Indias con su belleza arquitectónica y natural; la fotografía limpia e incluso las melodías compuestas por Shakira, con nostalgia andina y melancolía caribe, ambientan a la perfección la historia. Las fallas tienen que ver con la actuación de los protagonistas y paradójicamente no porque sean pésimas, sino porque otros personajes los opacan. En el caso de Javier Bardem, habría sido un convincente Florentino Ariza si no fuera porque el joven Unax Ubalde le arrebata la esencia del personaje; es tan intensa la actuación de Ubalde que la de Bardem parece sin alma en el momento en que lo reemplaza; sin embargo, cuando el personaje envejece, Bardem logra dominarlo. Claro, hay una sutil explicación para suponer el cambio de Florentino en relación a los demás personajes, él es quien se queda, quien sufre por la ausencia del amor como lo canta Shakira, lo que significa un deterioro físico y emocional, pero no es fácil para un espectador normal hacer ese análisis y difícilmente puede entender cómo es posible que el otrora muchachito en un par de años se convirtiera en un hombre avejentado, mientras los demás personajes, como su amada y su tiránico padre, no han cambiado un ápice.

Javier Bardem y Giovanna Mezzogiorno en “El amor en los tiempos del cólera”, de Mike NewellEn el caso de Giovanna Mezzogiorno, la bella italiana no alcanza a convencer como encarnación del amor sublime; en las escenas que comparte con Catalina Sandino es eclipsada por completo por su compañera. Posiblemente Sandino pudo haber interpretado con mayor credibilidad a Fermina Daza aportando un elemento que resulta imprescindible: la feminidad colombiana, que aunque suene extraño es muy particular, pues en una sociedad aparentemente machista es evidente el peso matriarcal, mujeres que combinan belleza, inteligencia, dulzura, picardía y carácter, como lo ha interpretado García Márquez. Quizás le faltó riesgo al director británico, haber escogido un elenco menos internacional, aunque en esto fue más afortunado que Rosi quien enfrentó una verdadera Babel en Crónica de una muerte anunciada, así como considerar filmarla en español. Un director controvertido con olfato comercial como Mel Gibson ha descubierto que las historias en sus idiomas originales cobran mayor relevancia.

Sin embargo, resulta muy injusto calificar negativamente la obra en su conjunto, sobre todo al ver la cartelera del año 2007, que resultó tan deficiente (al menos lo que ha llegado a las salas latinoamericanas), con una carga excesiva de películas comerciales ramplonas, repeticiones, secuelas, unidas a la moda navideña de imponer historias épicas o de fantasía, queriendo imitar una obra de arte como El Señor de los Anillos. No resulta extraño que algunas de las mejores cintas del año sean refinadas elaboraciones animadas por computador, en donde la parte técnica suple el argumento; el drama y la comedia viven su peor momento.

Ante la ausencia o imposibilidad de ver películas artísticas e inteligentes, El amor en los tiempos del cólera resulta una refrescante alternativa para reconciliarse con la industria cinematográfica, que a riesgo del fracaso económico todavía le apuesta a historias sobre las personas y sus circunstancias, el sentido de la existencia, dirigido por la brújula de la constancia, terquedad o tenacidad, e incluso el amor verdadero. Ojalá todos vieran esta película y elaboraran su propia crítica, juzgándola en su propia dimensión, sin la constante comparación con una gran novela, suficiente para que le fuera otorgado a García Márquez un segundo premio Nobel.