Letras
Tres relatos

Comparte este contenido con tus amigos

De no ser por la vena

De no ser por la vena que se salió de su pie, su vida no hubiera cambiado nada. Vio que poco a poco se salía y sintió que no debía ser mayor preocupación para él. Se comenzó a alarmar cuando notó que ésta se inflaba como un globo, su sangre era casi transparente, mientras más se inflamaba la vena más transparente se hacía todo, llegó a convertirse en una tela invisible que parecía un gran lazo sobre su pie. Caminaba entonces elevando ese globo que lo sostenía, era una sensación única, su cuerpo había adquirido un ritmo muy particular al caminar; su preocupación apareció el día en el que el globo explotó, se escuchó un gran estallido, y cuando miró, su pie parecía de un recién nacido, lo cubría un polvo blanco que parecía talco y sutiles manchas rojas evidenciaban que alguna vez hubo sangre por allí. Al llegar al hospital el médico le explicó que la vena rechazaba totalmente el pie, por alguna extraña razón su cuerpo había decidido no tenerlo más como acompañante.

El médico mirándole a los ojos le dijo: “Es inevitable, su pie debe ser cambiado por otro”.

De no ser por la vena que se salió de su pie, su vida no hubiera cambiado nada.

 

Ya a punto de caer me agarro de un ala

Ya a punto de caer me agarro del ala de un ave que va pasando. Ella sigue su camino. Al sentirme ignorado me suelto nuevamente y de inmediato delante de mí veo una nube, me acomodo y me dejo caer plácido en ella, ella, como si nada continúa su leve movimiento. Miro mi cuerpo, me siento ofendido y me echo a un lado. Sigo mi camino. De repente siento que no hay nada más, sigo cayendo sin un ave que me recoja, sin una nube que me busque. Cuando menos lo pienso, me agarra una mano: —¿Y tú, qué haces aquí? —me pregunta. —¿Yo? —le respondo—: ¡cayendo!

 

Al levantarse cada mañana

Al levantarse cada mañana sentía cómo la gota caía, lentamente, desde la mitad de su cabeza hasta llegar a la punta y desaparecía. Nadie podía creer que algo le caminaba por la cabeza, que algo se vaciaba gota a gota, que algo se le escurría por dentro. Ella, en cambio, sí lo percibía, cada día que pasaba sentía cómo iba saliendo algo, cómo su cuerpo se iba debilitando, cómo su delgadez y su tez cambiaban diariamente. Trató de ignorarse, de hacerle caso a los demás, era imposible que eso le sucediera, era lo que decían todos. Continuó así. Un día se echó a caminar y nadie la detuvo, nadie la podía detener, no hubo forma de comunicarse con ella, nadie lo entendió, era como si su ser hubiese escurrido entre la nada, como si realmente estuviese vacía.