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Marguerite Yourcenar. Foto de Pascal BarilLiteratura de la memoria
A veinte años del fallecimiento de Marguerite Yourcenar

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Historiadora, traductora, ensayista, crítica, poeta y novelista; así se autodefinía la escritora francesa, autora de obras que ya son clásicos.

El pasado mes de diciembre se cumplió el vigésimo aniversario de la muerte de la escritora francesa Marguerite Yourcenar. Autora de obras que se han transformado en clásicos como Memorias de Adriano (1951) u Opus Nigrum (1968),con las que alcanzó reconocimiento a nivel mundial.

Fue la primer mujer en ser declarada integrante de la Academia Francesa de Letras (1980), hecho que terminó con más de tres siglos de escritura marcada por el género. También obtuvo esa distinción por la Academia Belga de Letras (1970) y el Instituto de Arte y Letras de los EEUU.

Su mundo literario está contagiado del espíritu clásico griego, así como la literatura de India y el Extremo Oriente. Esta influencia se puede ver desde su primer trabajo literario, El jardín de las quimeras, un libro de poemas donde hace una lectura de mitos griegos y los adapta al mundo en que vive. Lo mítico se deja ver también en Fuegos (poema en prosa) y, en menor medida, en Cuentos orientales, allí deja volar la imaginación y la fábula se confunde con la realidad y los sueños.

Viajó desde muy pequeña por el mundo y esos viajes se transformaron en una constante en su vida. Un movimiento de búsqueda del ser interior, de búsqueda de lo universal. Todo esto ha sido expresado en su obra de manera magistral, con una retórica poética y fluida que caracterizan su estilo.

En Memorias de Adriano describe, con forma de una larga carta y desde la propia voz del protagonista, al hombre capaz de gobernar y estabilizar la tierra, el mundo conocido entonces.

Yourcenar escribe las memorias del emperador y lo hace en una época difícil entre las grandes guerras del siglo XX, con una conciencia plena, casi denunciante de la problemática de las desigualdades y la violencia que marcaron el siglo.

Este libro de ficción, muchas veces criticado por historiadores, se transforma en obra precursora de la novela histórica moderna.

 

Memorias de Adriano, la vigencia de los ideales

Virgilio emprendió el viaje de Eneas para detallar sus vivencias y descripciones; Yourcenar viajó por el mundo rastreando los esparcidos pedazos del viejo imperio, adivinando en sus formas las sensaciones del emperador. Y si Virgilio hizo descender a su héroe al Averno, Yourcenar vivió el infierno en su propia piel, con las guerras y las posguerras.

Y fue la escritora francesa quien describió magistralmente al hombre solo, ese hombre que se proyecta en el tiempo: aquél, el emperador; el otro, el de su tiempo; y éste, el de hoy. En las palabras llenas de poesía que puso en boca de Adriano está descrita la dura realidad que atraviesa el tiempo y las fronteras y sigue tan presente hoy en Latinoamérica. Esa voz del príncipe que nos dice:

“Parte de nuestros males proviene de que hay demasiados hombres vergonzosamente ricos o desesperadamente pobres”.

Una frase tan actual, tan fuerte y que golpea con dureza. Esa misma desigualdad y pobreza que Roa Bastos nos cuenta, a través de Macario, su selvático aeda, en Hijo de hombre, donde nace el mito pagano con la fuerza de la pobreza. Esa idea presente en la obra de Carlos Fuentes, en sus personajes en conflicto por la tierra, dominados por el poder y la corrupción; y en Aureliano Buendía y su mundo, tan reciente, que carecía de nombres, como lo cuenta García Márquez; y Rulfo, en su El Llano en llamas, y tantos escritores que ven y no miran a otro lado, ven, se comprometen y cuentan.

La escritora francesa escribió y Adriano dijo, y su voz pareció salir de la selva paraguaya, de la campiña mejicana o del Caribe; salió del mundo, de ese lado del mundo donde esos hombres viven esa realidad. La voz salió hecha grito, un grito atravesando el tiempo y el espacio.

 

Obra

  • El jardín de las quimeras (Le jardin des chimères) (1921), poemas.
  • Los dioses no han muerto (Les dieux ne sont pas morts) (1922), poemas.
  • Alexis o el tratado del inútil combate (Alexis ou le traité du vain combat) (1929), novela.
  • La nueva Eurídice (La nouvelle Eurydice), (1931).
  • El denario del sueño (1934), novela.
  • Fuegos (Feux) (1936), poema en prosa.
  • Los sueños y las suertes (Les songes et les sorts) (1938).
  • Cuentos orientales (Nouvelles orientales) (1938).
  • El tiro de gracia (Le coup de grâce) (1939).
  • Memorias de Adriano (Mémoires d’Hadrien) (1951), novela, traducida al español por Julio Cortázar, entre otros.
  • Electra o la caída de las máscaras (Électre ou La chute des masques) (1954).
  • Las caridades de Alcipo (Les charités d’Alcippe) (1956).
  • A beneficio de inventario (1962), ensayos.
  • Opus Nigrum (L’Œuvre au noir), Prix Femina (1968).
  • Teatro I y Teatro II (1971), obras teatrales.
  • Recordatorios (1973), primera parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo.
  • Recuerdos piadosos (Souvenirs pieux) (1974).
  • Archivos del norte (Archives du Nord) (1977), segunda parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo.
  • El cerebro negro de la Piranèse (Le cerveau noir de Piranèse) (1979), ensayo.
  • Mishima o la visión del vacío (Mishima ou la vision du vide) (1980), ensayo.
  • Un hombre oscuro (Un homme obscur) (1981).
  • Ana, Soror (1981).
  • Como el agua que fluye (1982).
  • El tiempo, gran escultor (Le temps, ce grand sculpteur) (1983), ensayos.
  • ¿Qué? La eternidad (Quoi? L’Éternité) (1988), tercera parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo publicada póstumamente; inacabada.
  • Peregrina y extranjera (1989), recopilación póstuma de ensayos.