Casi al final de este ciclo de entrevistas a poetas venezolanos y extranjeros, hoy traemos a la poeta apureña Lucía Salerno, ante nuestros lectores. Licenciada en educación por la Universidad Experimental Simón Rodríguez. Dueña de una personalidad poética atractiva. Su obra se enmarca en lo que podríamos denominar poesía lírica de vanguardia. Ha publicado dos libros de poemas: Las cosas íntimas del cielo (Editorial Trazos, Caracas, 1990) y Herbívoro (Editorial Fedupel, Caracas, 1997). Tiene inédito El silencio de las piedras. Obtuvo el Premio Municipal de Poesía “Bicentenario de la Ciudad de San Fernando” en 1990 y en el 97 fue mención honorífica en la Bienal de Poesía “Francisco Lazo Martí”; también es magíster en evaluación de los procesos educativos por la Universidad Santa María, Caracas. Enseguida entonces preguntamos y ella, Lucía Salerno, responde:
—¿De dónde vienes?
—Vengo del río Apure, Isla de Elba, casa de Juan Salerno. De la mano de mi madre al primer año de mi vida conocí el mar. Atravesé el océano. El barco “Marco Polo” me llevaría a Italia. Terranova de Pollino (el sur), pueblo de piedra. El monte Pollino, mis abuelos y mi madre. A los seis años me llevaron a la ciudad de Torino (el norte) allí internaron mi niñez y adolescencia en un colegio. Monjas férreas, rebeldía iría de la mano; con todas sus consecuencias. A los doce años regreso a Venezuela, estado Guárico, Puerto Miranda. Vaqueras de Juan Salerno. La soledad y la impresión arropan mi existencia.
—La poesía, ¿cuándo entró en tu casa?
—La poesía entró en mi casa, una noche de los años ochenta. Ella silenció mi grito y despertó las voces de mis años de existencia. Entro para permanecer en mí y sentir la necesidad de descubrir y reaccionar, a través de la palabra.
—La vida: ¿mañana u hoy?
—¿La vida? Hoy brota con el despertar de cada mañana, indudablemente sentirla así envuelve e individualiza hacia un fuero interno, hacia una luz que habita en el encierro, y solidarizarme con ella es saber que la vida es hoy.
—¿Cuáles son tus gustos literarios?
—Mis gustos literarios: la poesía, la novela, a través del poema conozco al poeta y siento verdadera admiración por él. Las novelas me dan oportunidad de relacionar los relatos con muchos aspectos concretos de mi vida.
—¿Cuál o cuáles autores consideras que hayan influido en tu poesía?
—En mi poesía tuve influencia de Rilke, Pessoa, Kavafis, Enriqueta Arvelo Larriva, Gerbasi, Luis Alberto Crespo, Igor Barreto, de alguna u otra manera me ayudaron a sostenerme. Otros, vendrían después... Hay una (María Inmaculada Barrios) que rozó mi corazón a través de sus “Plegarias”.
—El paisaje interior o exterior, ¿cuál es tu preferencia?
—El paisaje es la imagen posada en el poder cognitivo de la palabra, siempre hay una experiencia y una intención para convertirla en “palabra”, a través de la poesía.
—Cuéntame un poco de tu región de origen.
—Mi región de origen es Apure, tierra hermosa, con ríos y caminos que en invierno se hacen aguas. Calurosa y húmeda, a veces de cielo gris y neblinas efímeras. Tierra de ganado y sabanas, donde la soledad, la grandeza, el infinito y el río se confunden con un pueblo que se abandona en las desorganizadas ciudades.
—Una anécdota...
—El editor del poemario Herbívoro me llamó con la intención de cambiar el título del mismo, yo le dije que lo pensaría, a los días volvió a llamar para el nuevo título y yo le dije que lo había pensado y que el título era “H-e-r-b-í-v-o-r-o”, lo cual le causó risa.
—Algo que recuerdes y que te haya marcado...
—No recuerdo nada que me haya marcado, quizás con alguna ayuda... En otra oportunidad. Tal vez muchas cosas me han marcado y no sé discernir.
—¿Qué es Dios para ti?
—Dios es una voz que sale de mi alma para agradecer, para suplicar, evocar y una manera de viajar por el camino de la felicidad. Dios es también poesía.
—¿Y el Diablo?
—El Diablo también es mi voz, indiferente, y una manera de viajar por el camino de la tristeza.
—¿Desarrollas tu escritura alejada de los círculos intelectuales o interactúas con ellos?
—No interactúo con círculos intelectuales, mi escritura es personalísima.
—¿Qué opinión te merecen los talleres literarios?
—Me parecen provechosos cuando los integrantes tienen la oportunidad de ser escuchados y no interpretados por los críticos literarios.
—¿La muerte es tema en tu poesía?
—La muerte no es tema en mi poesía, en algunos poemas se asoma como inmortal o continuidad.
—¿Piensas el poema o es aluvional su llegada?
—Pienso en el poema ligado a una imagen que me conlleva a desarrollar una actitud insistente hacia la escritura. Una actitud de mucha concentración, incertidumbre y desasosiego. La intención obsesiva me lleva al poema. No es fácil escribir con el don del estilo y la inspiración. En mi caso no lo es, siento mucha debilidad hacia el hecho poético. No he controlado aún esa pasión obsesiva y con mucha frecuencia me alejo de ella. El aluvión no me llega, es un proceso mental de mucha intensidad.
—¿Religiosa?
—Sí soy religiosa.
—¿Qué es para ti la oración?
—La oración es esa voz de la cual te hablé, que pide fuerza, luz, perdón, tesón para vivir día a día.
—¿Lectora de qué: cuento, poesía o novela?
—Poesía, novela: en este momento leo Un poeta como yo, de Alberto José Pérez, y ¡Oh es Él!, de Maruja Torres.