Entrevistas
James Cañón
Nuestro idioma se llama memoria

James Cañón

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Federico II, rey de Sicilia en el siglo XIII, se embarcó en la alucinante aventura de averiguar cuál era el idioma que se hablaba en el Paraíso. Para eso escogió niños huérfanos, de apenas semanas de nacidos, que fueron encerrados con nodrizas que los alimentaban y los mantenían limpios, pero que tenían prohibido hablarles, cantarles o acariciarlos. Murieron más de diez niños de pecho, y cronistas medievales como Fra Salimbene de Parma, sólo consignan que el experimento fracasó.

Por alguna extraña razón, ese infame episodio histórico me recuerda a Navokob, Conrad y Kundera, esos escritores que adoptaron, por diferentes razones, un idioma diferente al de su cuna para escribir sus cuentos y novelas. Nos preguntamos cuál es la verdadera lengua en que escriben estos escritores de lengua nómada. No faltará quién piense que traicionaron su propia naturaleza. Y ahí empiezan los problemas, porque nos vienen a la cabeza asuntos como identidad o diversidad, y esos personajes tan necesarios e impredecibles: los traductores. Pero prevalece un sentimiento esencial: las buenas historias parecen existir más allá del lenguaje en que están escritas. El escritor colombo-estadounidense James Cañón pertenece a esa estirpe subversiva de escritores de lengua nómada y memoria fiel.

James Cañón (1968) nació y creció en Ibagué, Colombia. Emigró a Nueva York a mediados de la década de 1990 para estudiar inglés. Su primera novela, Tales from the Town of Widows & Chronicles from the Land of Men (Cuentos desde el Pueblo de las Viudas y Crónicas desde la Tierra de los Hombres), fue escrita originalmente en inglés, el segundo idioma de Cañón, y fue publicada en Nueva York por Harper Collins en enero de 2007. La novela, construida por 14 cuentos entrelazados, narra la historia de un pueblo colombiano donde los hombres han sido reclutados forzosamente por guerrilleros comunistas y llevados a combatir por su causa.

Esta primera novela de Cañón se ha traducido al holandés y al coreano y está por traducirse al francés, al alemán, al italiano y al hebreo, pero de momento, nada de español. Cañón piensa que al público hispanohablante puede no resultarle llamativa la novela porque “allá esas cosas son normales, entra una mariposa negra en la sala y uno cree de verdad que viene una visita”. Juan Pablo Lombana, en la revista colombiana Semana, nos dice: “Lo maravilloso es que la mano de Cañón no tiembla ni se dobla, avanza armada de confianza, precisión y humor, y en esto han coincidido las reseñas aparecidas en algunas de las publicaciones más influyentes de los Estados Unidos, como el diario Washington Post y la revista New Yorker”.

Las historias cortas de Cañón han sido recogidas en la antología Bésame mucho (NY: Painted Leaf Press, 1999), y en Virgins, guerrillas & locas, (SF: Cleis Press, 2000). Cañón tiene un MFA en escritura creativa de la Universidad de Columbia. En la actualidad vive en Nueva York.

—James, da la impresión que los herederos del mundo narrativo de García Márquez, no son los autores latinoamericanos, sino los escritores de tradición islámica o de la India que escriben en inglés, como Salman Rushdie, Hanif Kureishi, Arudanathay Roy, V. S. Naipul; y autores norteamericanos de mundos muy personales, como Toni Morrison, Paul Auster o John Irving. ¿A qué cree que se deba este fenómeno?

—En los escritores de tradición islámica o de la India la explicación es sencilla: en estas culturas existe un gran respeto por los elementos sobrenaturales, míticos y de la creencia popular. Este respeto también es muy propio de Latinoamérica. Lo que ocurre es que a diferencia nuestra, en Asia y Norteamérica el llamado “realismo mágico” no es visto como un amenaza para otros géneros literarios. Allá no se han iniciado campañas para desprestigiar al realismo mágico; allá los escritores sobresalen por su talento, no por sus comentarios explosivos y denigrantes acerca de intelectuales latinoamericanos de la talla de García Márquez y Vargas Llosa. Escribir realismo mágico en Latinoamérica se ha convertido en un suicidio profesional gracias a la mediocridad e inseguridad de algunos escritores modernos.

“Tales from the Town of Widows & Chronicles from the Land of Men” (“Cuentos desde el Pueblo de las Viudas y Crónicas desde la Tierra de los Hombres”), de James Cañón—Usted hace parte de la denominada diáspora de escritores colombianos, ¿en qué medida esa situación condiciona o influye en su trabajo, más allá del hecho de que usted escriba en inglés? ¿El exilio ha modificado su percepción frente a la realidad?

—Mi condición de emigrante colombiano viviendo en los Estados Unidos me permite ver ambas realidades, la colombiana y la norteamericana, con ojos de extranjero, lo cual puede ser ventajoso dependiendo del tema que quiera tratar. De otro lado, el ser inmigrante hace que esté expuesto constantemente a una serie de experiencias y sentimientos que escritores nativos norteamericanos nunca experimentan o sienten, como la discriminación, el aislamiento y la nostalgia por mi tierra natal. Estas experiencias influyen profundamente en mi trabajo literario.

—¿Cuáles son las lecturas que han sobrevivido al tiempo, y cuya relectura se ha convertido en una necesidad personal?

—Hay cinco libros a los que siempre regreso por diferentes razones, y de los que siempre aprendo algo nuevo: Las mil y una noches, Don Quijote, Crimen y castigo, Almas muertas, y más recientemente Cuentos completos (Flannery O’Connor).

—¿Cuál es su posición frente a los géneros literarios a la hora de concebir y presentar una historia?

—En mi caso es fácil porque sólo escribo cuento y novela. Aun así, a la hora de concebir una historia o de determinar su género literario no utilizo ningún tipo de razonamiento lógico. Simplemente confío en mi intuición.

—¿Qué temas o preocupaciones cree que son una constante en su obra creativa, y qué raíces u orígenes intuye? ¿Cuál ha sido la semilla, o el detonante, de algunas de sus historias?

—El tema que más se repite en mi obra es el tema de la mujer en relación con la sociedad, la cultura, la religión, la política, y la historia.

Mi interés en el tema tiene sus raíces en simples observaciones personales del medio en el que crecí. En mis escritos comencé por reconocer abiertamente que en nuestra sociedad existen relaciones de jerarquía y desigualdad entre hombres y mujeres, que se manifiestan en opresión, injusticia, subordinación, y discriminación hacia las mujeres. Esa desigualdad la vemos traducida en condiciones de vida muy inferiores de las mujeres en relación con las de los hombres.

Yo creo firmemente que la literatura es una herramienta poderosa para crear conciencia e instigar un cambio social, pero para lograr ésos cambios necesitamos un sueño común y el trabajo de todos.

—El cine y la televisión son factores influyentes a la hora de estudiar posibilidades narrativas en muchos creadores actuales. ¿Qué significado tiene para usted lo audiovisual?

—La influencia del cine y la televisión en mi sensibilidad es tremenda. La razón es muy clara: cuando veo una película tengo descripción y acción en el mismo plano durante todo el tiempo, sin diferencias marcadas. Es lo mismo que hago cuando escribo: narro al tiempo que describo la acción. En mi opinión, la televisión, el cine y la Internet se están convirtiendo en la memoria audiovisual de la literatura.

—¿Qué temas o fenómenos asaltan su interés actualmente como escritor?, y qué puede decirnos de su novela Tales from the Town of Widows and Chronicles from the Land of Men (Cuentos del pueblo de las viudas y crónicas de la tierra de los hombres), su primera novela.

—Los fenómenos que más me llaman la atención actualmente son los relacionados con la religión, el fundamentalismo, y otras luchas ideológicas de interés global. La religión es el tema central de la novela que estoy escribiendo.

Con respecto a mi primera novela, ésta es, a grandes rasgos, la historia de un pequeño pueblo perdido en las montañas de Colombia, donde todos los hombres han sido reclutados por ejércitos guerrilleros para pelear por la causa comunista. Convertidas en viudas virtuales, las mujeres del pueblo se ven obligadas a valerse por sí mismas y a unir fuerzas para sobrevivir. Durante el proceso de reconstrucción de sus vidas, ellas reevalúan la injusta orientación masculina del mundo que las ha rodeado por generaciones, y descubren el poder, la independencia y la autosuficiencia. Irónicamente, las mujeres terminan creando una sociedad fundada sobre los mismos valores socialistas por los cuales las guerrillas han peleado por más de cuarenta años. Y cuando algunos de los hombres regresan al pueblo luego de 16 años de ausencia y tratan de recuperar su poder abusivo y sus prerrogativas masculinas, las cosas se ponen muy interesantes...