Artículos y reportajes
Imagen del Muse of New Jersey Project. Fotógrafo: Saed Hindash (2005)Preguntas

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Para Lilian Fernández Hall
quien me enseñó que
Letralia, Tierra de las Letras, sólo hay una.

A veces uno se queda o se despierta o se realiza las preguntas que le hacen las diferentes personas con las que se cruza uno en la vida, en los trabajos, en los almuerzos, en las reuniones, en los buses, y se presenta y preguntan, o cuando recién lo acaban de conocer, a qué se dedica usted y uno se les queda mirando y analiza si la pregunta es sincera o es por salir del paso y dejar bien claro, para uno, lo que es y que para ellos es extraño: escritor.

¿Escritor?, sí, ¡escritor! ¿Por qué la duda? Pues porque de eso no se come reflejan sus expresiones y le pasan a uno como si estuviera enfermo o loco el escáner o rayos x o le hacen una tomografía visual para ver si uno es flaco, peludo, vicioso, limosnero y se sorprenden cuando lo ven a uno simpático, alto, lleno de energía, sin barriga y con sus zapatos cuidados y su cabello recortado, sin barba, y dicen es raro o un milagro conocer a un escritor que no sea como ellos pensaron que tenía que ser o como han aprendido tienen que ser y como no se quedan tranquilos con lo que ven, atacan de nuevo y como grandes críticos de arte y que apenas leen lo que se publica aunque sean investigadores, lanzan el dardo y ¿qué escribe?

Más sorprendidos, pronuncian ¿poesía, cuento?, y no conformes como directores, jefes o diz que empresarios, al creer que leer y escribir es una pérdida de tiempo y se es improductivo por la que consideran simple razón el escribir, haciendo gala de la ignorancia más absoluta sin darse cuenta del gran porcentaje de analfabetas y analfabetas funcionales dentro de los que se encuentran, lanzan el dardo más venenoso, haciendo notar que no están satisfechos o están buscando trabajo o hay que decirlo con claridad la envidia les sale y guardan silencio por incapacidad emocional y falta de humildad como ocurre en todos los lugares sin importar si es público, privado y más si son compañeros de trabajo, ¿y cuánto se gana con eso, usted?, y nada satisfechos con las preguntas siguen y a cómo vende sus libros porque los ha de vender o los regala y para tapar sus incoherencias culturales, dicen a mí me gusta la literatura motivacional, y le pronuncian una lista de miedo de los mercaderes de la cultura y que los escaparates o vitrinas de las librerías muestran y hasta sacan tarjetas donde hacen diferentes descuentos de forma permanente y gastan en publicidad en distintos medios o bien dicen los nombres de los autores más conocidos y que no terminaron de leer, mientras la literatura literaria, con la que se busca, ganarse la vida como profesión con audacia y honestidad y la cual conlleva una permanente formación y leer muchas veces libros de prestado o de las pocas bibliotecas existentes o fotocopiando libros, sus autores, dentro de los que me encuentro, nos ningunean, marginan o nos consideran raros y es más, creen, erradamente que escribir es un acto de inspiración divina y que poquitos son los únicos los llamados de poder hacerlo, cuando con lecturas, escritura y disciplina se puede lograr cubrir la primera línea que agarre al lector y continuar hasta sentir la sensación de culminar un texto que primero le agrade a uno, es decir, que lo disfrute cuando lo lee, pero esto es un viaje solitario y a veces poco agradable por la existencia de tropiezos y poco apoyo, muy poco, y en el cual antes se tiene que vencer el deseo de fama y dinero todos los días se esté donde se esté y no pertenecer al club de los elegidos o establisment cultural y pese a las caídas, pues con tener para vivir con modestia se logra bastante y pagar las deudas y la luz, el agua, el teléfono, el Internet, y muy de vez en cuando, muy de vez, el vino o un buen trago, necesarios para el alma y sentirse vivo y con los pies en lo que se hace con placer, leer, escribir.

Estas son respuestas que mentalmente hago cuando se tiene al lado, en fiestas eventuales, en congresos de escritores, en pocas presentaciones de libros, en escasísimos programas culturales de radio y televisión y suplementos culturales o conversaciones con personas culturalmente correctas con retórica políticamente correcta.

El cuestionario de preguntas no cesa y vuelven a la carga, ¿poesía amorosa o poesía romántica? ¿Cuento motivacional o cuentos bonitos?

Uno en su infinita búsqueda de humildad como principio cultural, porque no lo sabe todo, les pregunta y hacer que la plática se torne en conversación y aprender más sobre la vida y lo humano, qué autores ha leído y conocer impresiones de sus lecturas y conocer el punto de vista, sus gustos, qué piensa sobre los personajes, las tramas, y todo esto que el oficio y exigencia de la escritura, luego de abundante autocrítica y censura, hacen dudar de forma permanente cómo escribir mejor cada vez si se puede llamar a esto así y que ya mencioné para que no se olvide, se da cuenta que como feroces interrogadores son corderitos ignorantes que no leen como aquellos profesores de literatura, pese a que laboré de profesor y me solidarizo con ellos, pero que siguen enseñando de igual forma y no tienen hábito de lectura y caen dando clases con títulos que usan como libros de texto o fuerzan los textos en sí para encontrar temas como aquellos colegas que confunden autores con títulos de libros o aquellos funcionarios públicos que apenas leen los periódicos nacionales o las famosas bibliotecarias cuya ignorancia es del tamaño de su estatura y de su grasa corporal sin importar si son gordas o flacas, jóvenes o viejas y de todas las que he conocido una ha mostrado ser un poquitito diferente, bueno también hay bibliotecarios aunque son pocos en este oficio y que se convierten todos y sin excepción en relacionistas públicos buscadores de imágenes y que apenas han leído y conocen los autores que tienen las bibliotecas donde trabajan y esperan, desean, que los usuarios lleguen sólo a lo que van y no conversen entre sí y uno se pregunta si convento o qué chingados creen que son las bibliotecas y que hacen mucha falta existan más en todos lados y con horarios más amplios y calendario de apertura con más días en el año incluso días feriado.

Luego, como no han logrado hacer callar con sus serias preguntas, cuestionan sin saber de géneros literarios, la forma y el contenido, cuando dicen a mí gusta que sean cortos los cuentos y bonitos y poemas chiquitos, como si la vida de los seres humanos del cual hablan mis textos y la literatura, fuera sencilla, distinta o fácil, no.

Ellos, los jueces, preguntadores y críticos que no leen como los que tienen que hacer crítica y promover y ganar y recuperar lectores en las escuelas, colegios, institutos públicos y privados o universidades, entre los que están los directores generales y de áreas, dueños de establecimientos que hacen el juego agiotista del aprendizaje y así como las editoriales no apuestan por incentivar monetariamente a los profesores y editarles sus libros o hacer ediciones accesibles en precio y con agresividad aplicar la sociología de la literatura y coadyuvar con los escritores en la producción, distribución y consumo, fortaleciendo el mercado nacional, haciendo esfuerzos conjuntos ni los provocan y le echan la culpa a la falta de educación y que no hay hábitos de lectura, grupo donde se incluyen a los mismos escritores que tienen a su cargo suplementos culturales y muchas veces son copia, refrito también le dicen, de suplementos extranjeros o como los comentaristas o periodistas y que son pocos que hacen lo que no les gusta que hagan con ellos, criticar al escritor antes que invitar a que lean todos los libros posibles y no volverse como se llegan a considerar la última palabra con respecto a la lectura, haciéndole el favor a aquellos autores que son sus conocidos como pasa con todos los certámenes literarios donde los jurados dan el primer lugar a sus cuates escritores y luego se creen Premio Nóbel y sólo hay uno, Miguel Ángel Asturias Rosales en Guatemala, Octavio Paz en México, Gabriela Mistral, Pablo Neruda en Chile y que Nicanor Parra espero que no se vaya ni tampoco Ernesto Cardenal sin que se los den como le sucedió a mi maestro Augusto Monterroso, Gabriel García Márquez en Colombia, porque a Jorge Luis Borges ni a Julio Cortázar se los quisieron dar por puros egoísmos de clase de todos y ahora no me digan que no pensaron así porque ya me estoy riendo y Juan Rulfo y César Vallejo nos ven y nos cuestionan y ya no sigo para no caer en lo mismo de gustos y usted se enoje y con Europa no me meto porque no soy de allí y puedo decir nombres pero lo dejo para otro relato si les parece, lo mismo sucede con las editoriales del Estado, desvirtuando con ello la ciencia que es la literatura y que pasa en todos los lugares del planeta Tierra y luego dicen es que no tenemos suficiente presupuesto y cuando cambian de puesto o los entrevistan los cuates periodistas se llenan la boca de ética como si no se supiera de qué pata cojean.

También tienen razón que los escritores no hacen más que escribir y los comprendo porque en la vida cotidiana la coherencia que evidencian no presenta la calidad de su producción haciendo actividades que puedan desencadenar procesos y uno se pregunta gente que domina el lenguaje y conmueve porqué se creen tanto, claro que escribir en condiciones muy adversas y más cuando de mujeres se trata complica mayormente intentar hacer más, puede ser una justificación trillada para no intentar hacer nada también, o no, son posibles respuestas para que no haya más y mejores lectores y que a veces pienso y a veces digo cuando me pongo teórico y me doy cuenta que hay que seguir intentando no sólo escribir sino impactar con otras propuestas como las que he intentado y tengo evidencia con firma y sello de recibido en distintos lugares culturales, no gubernamentales y gubernamentales y privadas y que me han llamado considerando y haciendo publicidad gratuita cuando doy a conocer los libros que editan/imprimen sin buscar beneficio particular apreciando los costos y la ediciones de cuando he presentado propuestas para jóvenes y de forma ad honorem incluso y si no lo digo resultaría como el mono satírico que quería ser escritor, al considerar que para los niños existen un poco más de programas, y observar también que sigue pesando una dictadura cultural apoyado por los profesionales y técnicos y que tampoco son lectores permanentes, pues entre menos sepan más los ciudadanos comunes y corrientes como yo, se les puede dominar como ocurre constante y permanentemente y hacer como que hacen conservando sus puestos de trabajo sin comprometerse ni entregarse con responsabilidad a lo que se supone están dedicados y trabajando en organismos internacionales o nacionales porque se les hace peligrar su trabajo.

Escuchando se quedan cuando se dan la oportunidad de saber de boca de los escritores las condiciones dentro de las que se escribe y se dan cuenta que uno como escritor intenta sacarlos de sus rutinas o realidades en la que caen regularmente y a veces se logra a través de la ficción, aunque algunos digan o afirmen que la rutina salva, no creo sea así, la rutina es óxido, porque el que camina siempre en línea recta regresa al mismo punto y se frustra, entonces, se dan cuenta que la literatura literaria recoge la vida misma, las emociones, sentimientos, aspiraciones, trabes, fobias, curiosidades, ingenio, dolor, alegría y la muerte, vistiendo a los personajes de dichas voces en el tiempo y el espacio de páginas que para conquistarlas si puede llamarse así al momento de escribir ha pasado como pasos de niño, la observación, el cuestionamiento y una poderosa si es que puede llamarse así a la infaltable concentración y amar lo que se hace porque cuando se escribe hay que hacerlo bien, ya que el aprendizaje nunca termina y las relaciones sociales y no sociales, superan en mucho en lo cotidiano al cine y la televisión, claro está que el cine, la televisión, la literatura y el arte en general, buscan desrutinizar la vida y lo humano a través de sus distintas formas de presentarlos cuando sus productos buscan al ser humano en el propio ser humano, presentándole perspectivas abiertas sin buscar homogenizar el pensamiento ni enlatar sus gustos, sus ideas y su capacidad de consumo.

Sin embargo, a veces o muchas veces lo hacen dudar a uno si es hasta correcto dedicarse a escribir y a veces uno se da cuenta que está en un país con gente extraña pero lo extraño es generar acciones que hagan procesos y la lectura y escritura son vistas como coyuntura y no algo estructural y decide pese a tantos no seguir con lo que a uno le gusta tanto o le motiva o le inspira pero no en el sentido divino sino cotidiano, leer, escribir, puchica, dice uno si no fuera por la cultura generada por artistas de distintos géneros seríamos desconocidos y considerados más salvajes de los que nos creen los que saben donde estamos viviendo geográficamente hablando.

Escribir me recuerda versos de Jorge Debravo, poeta costarricense, en Milagro abierto,

Más que cualquier ciudad es poderosa
la ternura del hombre.

Más que cualquier camino es caminante
la pisada del hombre.

Más que cualquier silencio tranquiliza
lo piadoso del hombre.

Más que cualquier olor es delicioso
el perfume del hombre.

Y más que cualquier dios es creadora
la esperanza del hombre.

Versos que he recitado, mientras asienten con la cabeza lo que va significando para mí y para muchos escritores creo, si son serios y éticos y no padecen alzheimer y no recuerdan sus inicios y comienzos como los políticos, el ejercicio de escribir, el ejercicio de leer, más el trabajo arduo que representa la corrección y los costos de la publicación que uno se financia como una forma de aprender a quedarse en los ojos y posiblemente en la mente del que lee o del que algún día nos lea y se dé cuenta que lo expresado lo lleva a él en sus líneas así como a otros que seguro no conoce pero que su propia sensibilidad le recuerda y felicitan y hacen buenos deseos porque la literatura nunca desaparezca ni los creadores mueran sin ver publicadas y leídas sus obras y todos tengamos una mejor y más cómoda vida porque más que cualquier dios es creadora la esperanza del hombre siempre y cuando se dé desde el compromiso y la entrega cotidiana sin olvidar quiénes somos ni lo que somos a partir de nuestro nombre y apellidos pues la esperanza también es una técnica narrativa.

Del libro Aprender a quedarse (inédito).