Letras
Poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Quiero llorar

Quiero llorar
pero mis lágrimas no desprenden.
Llevo el corazón apretado
y el dolor atajado a mi conciencia.

Quiero arrebatarme del alma
tu nombre imperfecto;
el que aún no sé, pero deliro.

¡Que mucho duele el no tenerte!
El nunca haberte tenido y el no hallarte.

Porque no puedes ahondar mi soledad.
Porque estas palabras te suenan a vacío
y no a la melancolía que aún me provocas
con tu ausencia...

 

No eres tú

No eres tú; memoria de carne
lo que aqueja mi alma.
Ni fue la partida
de aquel prematuro amor.

No es el frío sepulcral de mi mirada
Ni mis brazos en falta de calor

Llevo dolor como una pecera rota,
goteándome los ojos.

He muerto en vida pero:
No morí porque me mataran
Lo hice porque quise.
Pues no vestiste tú de negro mi alma
¡Ella se vistió sola!

 

Sin más qué decir

Sin más qué decir
cegué mi raciocinio.
Detuve las aspas de mi alma,
para devorarte sólo yo.

Y acuñando victorias en tu cuerpo
me fui contigo
y tú te fuiste sin mí.

Hoy que vuelvo a tus ojos
tan sólo me queda preguntarte:

¿Dónde me abandonaste?

 

Amo

Amo tu curiosidad inocente.
La forma sutil en que tus manos
Invaden mi rostro casi muerto,
falto de calor, falto de sentimiento.

Amo la timidez sencilla
Con que recibes mis caricias, mis besos,
mis abrazos imperialistas
que te dan la victoria sin concebir la batalla.

Amo que hayas llegado
Cuando la muerte del alma
asechaba mi ser.

Amo tanto calladamente
que mis labios tiemblan.
¿Y es que cómo se puede?
¡Es tan poco el tiempo!

¡Ay Neruda ojalá no seas sabio!
Y que nunca me llegue el olvido.
Porque no quiero muerta
esta corriente que invadió mi ser.

Este brío que me obliga
a sentirte sin estar,
a pensarte sin recuerdos.

Y es que ya no me sobra el tiempo.
Me falta tanto; tanto tiempo para poderte adorar.

Tu imagen se impregno en mí
Como la arena en la playa
Me confundo contigo
Y amo estar confundido
No encontrarme en mí mismo.

Esta corriente que me recorre el cuerpo
Me fue irreconocible hasta hoy.
Porque nunca amé.
¡Qué tonto fui!

¿Cómo nunca lo noté?
Estuve muerto, porque quise
y sin preguntar me han vivido.

¡Oh Dios!
Si me escuchas,
si aún me recuerdas;
Alárgame este amor,
Para que el funesto silencio del olvido
nunca alcance mis brazos.