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Matilde Espinosa de PérezMatilde, has partido hacia tierras lejanas

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Matilde, has partido hacia tierras lejanas, pero tu espíritu seguirá siendo un ángel guardián para nosotros.

Matilde Espinosa, colombiana, nació en Huila, departamento del Cauca. A la edad de 98 años, el 19 de marzo de 2008, nos ha dicho hasta siempre. Su corazón ha dejado de latir pero su sentir en el día a día invade las almas que transitan por los rincones más recónditos de la tierra, tierra virgen que se ha estremecido con su presencia y su ausencia, tierra llena de nostalgias que la cubrió con su manto de brisas perfumadas aliviando, quizá de vez en cuando, su dolor por las injusticias, la violencia y el desarraigo, los cánticos de mirlas y gorriones, los gorjeos de pájaros errantes, las montañas, los campos, los ríos y los mares, sirvieron en su morada para apaciguar su caudal lacrimógeno que inundaba su rostro entristecido.

Valiente, guerrera, emprendedora, incansable mujer de primavera, siempreviva flor de los jardines, tu tesón nos ha servido de ejemplo para continuar en la lucha por esta patria tan sufrida, tan maltratada, víctima de la violencia sin precedentes que aún pulula en el alma de las pirañas que batallan sin sentido por unos ideales furtivos que cubren nuestros campos de luto.

Siempre abogando por los desprotegidos y su retrato literario se enmarcaba casi siempre sobre la violencia individual y colectiva de Colombia.

Considerada la “precursora de la poesía social”, opinan los críticos que “en ella se refleja la realidad del subdesarrollo en la evolución del mundo moderno (...) con todas las desigualdades, dependencias e injusticias (...)”.

En su poesía siempre permaneció la belleza contenida en los paisajes y la naturaleza contrapuestos con los problemas y la inequidad de la gente pobre de su país, e igualmente defendía a la mujer para liberarla de ese sometimiento absurdo en el que permaneció por muchos años.

Publicó en sus 50 años de labor literaria 14 libros de poemas: Los ríos han crecido (1955) —con el que se inició en la poesía—, Por todos los silencios (1958), Afuera las estrellas (1961), Pasa el viento (1970), El mundo es una calle larga (1976), La poesía de Matilde Espinosa (selección, 1980), Memoria del viento (1987), Estación desconocida (1990), Los héroes perdidos (1994), Señales en la sombra (1996), La sombra en el muro (1997) y La tierra oscura (2003).

Su última publicación la presentó el año pasado, ¿Uno de tantos días?, pasados sus 97 años.

De tantos y tantos poemas que escribió, quisiera poder transcribirlos todos. En cada uno plasma su sello dejándonos su huella invaluable escrita con los dedos de su alma y la tinta de su corazón puro.

Multitudes

No por sonoro este brazo de mar / es más profundo. Sus violentas / espumas derretidas al sol / son el paso primario / de los vientos alisios / en cuyos nudos se enreda / el oro de los sueños, el amor, / la desnudez y la esperanza / de un nuevo amanecer. / Nada detiene este andar / de animal recién venido / a la invasión que sólo se deshoja / cuando sorprende el rayo. / No hay memoria feliz / para el que ingresa al poder uniforme / que derriba las alas y marchita / el rosal para quien ama y sueña.

 

II

Valga la soledad / cuando despunta el alba / o se inclina / para besar la noche. / El mensaje transita y no / es de multitudes / su esencia, su intención, su delirio / sólo por un instante / o por una eternidad.

Feb 15, 2004

 

Hacia la tarde

Al poeta Winston Morales Chavarro

Un desteñido sol / Recorre conmigo las estancias / Que ya no tienen nombre; / Los pasadizos vueltos hacia la tarde / Solos como los nacimientos / Y ausentes como un grito.

Emergen parecidos distantes / Bajo el ardor de las cenizas. / Se conmueven las frondas / Arrebatadas por los vientos / Sin destino como los sueños. / Lastiman los escombros / De las primaveras enterradas / Y el gemir de los volcanes / En su incandescente agonía. / Y al fondo la esperanza / Medusa desgarrada en busca / De otro mar y otra orilla / Pulsando las arenas / En esta navegación de los olvidos.

En estos poemas podemos sentir su exclamación lastimera en su lucha constante por el delirio, el olvido y los gritos desgarrados de los seres humanos proclamando la libertad, lucha que continuó hasta su último suspiro, suspiro de olor a jazmín esparcido en los átomos del universo en el devenir de lo que fue para traspasar y seguir siendo y viceversa.

Premiada en repetidas ocasiones, la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, en cabeza de la doctora Martha Lucía Vásquez, por decisión unánime enalteció su labor sobre la base de tres actividades, significativas en el campo literario y cultural del país: Matilde Espinosa, en el II Encuentro de Escritoras Colombianas en su homenaje, en 2005.

La ministra de Cultura en ese entonces, María Consuelo Araujo, nos dice: “En la poesía de Matilde Espinosa hace presencia ese dolor secreto y callado que siembra la guerra entre las madres, hace presencia el olvido de un país que se debate entre la miseria y el anhelo del progreso, hace presencia la voz de la mujer como alma y nervio de una sociedad en que la muerte y la pobreza conviven con una enorme diversidad cultural que pese a todo se niega a dejar de respirar y por el contrario cada día nos muestra nuevos y fascinantes rostros”.

Una voz

No era una queja / tampoco la voz del caracol / en su playa desierta. / Ni el paso de la bestia / por un peñasco oscuro. / Era el presagio que florecía / los ecos y la ráfaga azul / de un juego niño. / Era una voz sin fondo / aérea como el canto. / Si volviera a escucharla / entendería mejor el sesgo / de una voz sorprendida / en la noche.

(De la tierra oscura).

Palabras (algunos apartes) de la poeta Matilde Espinosa en su homenaje:

Acción de gracias

Gracias a la consejera de estado Martha Lucía Vásquez, por ser una de las impulsadoras del evento, que nos honra con su presencia de joven mujer , cuya personalidad se proyecta hacia un futuro más justo por las mujeres en las expresiones culturales, que no pueden faltar en los países civilizados. Gracias a Gloria Triana, nuestra Gloria, cuyo solo apellido ya es una tradición en el arte y en las irrepetibles manifestaciones culturales. Valga decir que no sólo merece admiración sino profundo respeto.

Un “deo gracias” especialísimo, con mi gratitud a flor de corazón, a la escritora y poeta Gabriela Castellanos quien escribió un libro sobre parte de mi vida. Sólo una mujer llena de calidad humana ocupó un tiempo con dedicación absoluta para exaltar de la manera más generosa e inteligente ciertos aconteceres de mi existencia.

Gracias a la presencia de doña Lina, la esposa del presidente Uribe, para mí es un honor la presencia de ella, un grande estímulo no sólo por ser la mujer del presidente sino por ser ella, exactamente ella, yo sé que es una criatura, digo criatura porque es una criatura humana, tan sencilla, tan modesta que no utiliza nada de todas esas cosas que traen las compañeras de los presidentes... ¡eso es cierto!

Así de sencilla, cantadora y versátil, es quien hoy nos ha dejado, un ser indescriptible en mesura, fortaleza y generosidad.

Su casa en los cerros del barrio El Castillo era un refugio para tertulia literaria de escritores como León de Greiff, Enrique Uribe White, Carlos López Narváez, Nicolás Guillén y Mario Rivero. Jóvenes universitarios iban a su casa para escuchar sus poemas o presentarle sus obras que ella comentaba y corregía.

Guiomar Cuesta Escobar, su amiga entrañable, nos tenía una sorpresa a varias escritoras, Anamaría Intili y Atala Matellini (peruanas), Alicia Haydar Ghisays y Lidia Corcione Crescini (colombianas), quienes fuimos conducidas en su carricoche por las calles de Bogotá hasta llegar a la cita magistral.

Esa tarde del mes de abril de 2006, en el marco de la Feria Internacional de Libro de Bogotá, Matilde se vistió de gala para recibirnos en su casa, después de tantos minutos recorridos una mariposa nos indicó el camino, llegamos al encuentro tan inesperado, besos, sonrisas, lágrimas de emoción, cada una de las visitantes al encontrarnos con esa maravilla no lo podíamos creer. Leímos nuestros poemas y ella con su sonrisa de niña hizo un bello comentario a cada una, emocionada hablaba como un jilguero y sus lágrimas de agua pura brotaban al pie de la montaña..., con un buen té compartimos toda una tarde y nos habló de sus remembranzas, de sus malos ratos y dolores que llevaba prendidos en su pecho como una estrella de mar incrustada en la arena.

Nos leyó algunos de sus poemas inéditos y en vez de ser la homenajeada, la obsequiada, a todas nos sorprendió con un regalo, quizás presintiendo en el ambiente que ese momento vivido con sus amigas poetas, tal vez sería un adiós como este que hoy nos aqueja con su partida.

Bella mujer, dulce poeta, grácil porcelana importada de la galaxia, los ángeles te protejan en ese lugar especial que hoy ocupas en la eternidad.

Uno de tantos días

Me sumerjo
en las claridades nocturnas
para entender mejor el medio día.
Umbrosa recojo las pavesas
de quienes fluye el asombro
debajo de las frondas crepusculares.
Alas angélicas o simplemente desvaríos
de una infancia que empezó con el tiempo.

Distraída busco la esperanza
sobre los pliegues del día lento
como el vuelo del pájaro que pasa.
Los árboles se agitan
y sorprende el mensaje tímido y sudoroso
del instante.

Por la insistencia de saber
que los días se van
con sus oros deshechos y sus danzas festivas
donde mueren las rosas.

Todo magnificando la soledad
floración de congojas altiva incertidumbre
de tener otra vez esas gotas
de sol entre las manos.

¡Gloria a ti, Matilde!