Artículos y reportajes
Currículo educativo: adoctrinamiento y lavado de cerebro

Fotograma de “Pink Floyd The Wall”, de Alan Parker

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Lo sensato, lo ético y responsable; en una palabra, lo racional es leer la propuesta gubernamental que la revolución socialista-bolivariana somete a la discusión para su aprobación.

Luego de leer y analizar minuciosamente el modelo curricular recientemente prorrogado por el Presidente de la República en cadena nacional de radio y televisión, evidentemente por razones electorales, no cabe duda que el substrato teórico que funge como fundamento filosófico o piso epistemológico a dicha “propuesta curricular” está basado en una indigesta cruza de ideología anacrónica como lo es el marxismo decimonónico de corte ortodoxo y autoritario que rinde culto y pleitesía (adoración idolátrica, aprobación acrítica) al Estado docente. Tómese la molestia y lea con la debida atención lo que subyace como substrato ideológico en la nada ingenua idea de “la formación del nuevo republicano”. Esto último no quiere decir otra cosa que la educación es el dispositivo psíquico y mental (cerebralización pseudoespiritualizante) para vaciar la caja craneana de los niños, niñas y adolescentes de sus contenidos democráticos. La premisa filosófica y política del nuevo ideal nacional bolivariano parte de un hecho incontestable: donde haya pluralismo de ideas implántese sectarismo ideológico. Donde haya diversidad de criterios, implántese dogmatismo político-partidista.

Donde haya individualidad pensante y creadora, impóngase el pensamiento único de raigambre roja rojita tal como lo dijo ante el país el ministro Rafael Ramírez, “quien no esté de acuerdo con esto se lo vamos a recordar a carajazo limpio”. El currículo bolivariano se cobija con el ideario mirandino y zamorano pero en nombre de la libertad se violenta el más elemental derecho al libre pensamiento y a la libertad de cátedra. Con el nuevo currículo se pretende premiar la obediencia ciega y la lealtad incondicional al proyecto socialista y, como obvia contrapartida dialéctica, castigar la mentalidad autónoma, libre y democrática que se niega a aborregarse en la lógica aberrante del rebaño socialista compulsivo. La noción de libertad y crítica es un ardid semántico en el enunciado filosofemático curricular. La heterogeneidad es mal vista desde la óptica del pensamiento obsidional falsamente “revolucionario”; toda pulsión teórica e intelectual tendiente a reivindicar la pluralidad criteriológica y la diversidad epistémica que se salga de los límites políticos que impone el cartabón socialista será severamente castigada y reprimida como factor indeseable y saboteador de la construcción del ideal educativo revolucionario. En Cuba se les llamó “gusanos batisteros”; en Venezuela se tilda a cualquier profesor que desapruebe el diktat pedagógico de la nomenclatura del PSUV como “contrarrevolucionario”. En el horizonte de la educación homogeneizante, monolítica y educastradora el disenso pasa a convertirse en delito de lesa patria. En una tal perspectiva estatocrática, Kim Il Sung se quedó pendejo y pasa a ser “un niño de pecho” ante la mefistofélica intención de implantar el currículo de marras.

La vida me lo dijo; así titula un hermoso libro el viejo combatiente por la libertad Salom Meza Espinoza: la única forma de evitar que otros piensen por ti y decidan heterónomamente de modo arbitrario, es resistiendo ética e intelectualmente a tan inmorales pretensiones del Moloch autoritario y militarista disfrazado de bolivariano. ¿Quién fue el que dijo: “podrán vencer pero nunca podrán convencer”?