Entrevistas
Carlos Orlando Pardo
“El escritor de provincia está aislado, lejos de los grandes medios, los cocteles y las roscas”

Carlos Orlando Pardo

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Este viernes 25 será presentada en la Feria de Bogotá la colección “50 novelas colombianas y una pintada”, un vasto emprendimiento editorial de los sellos Pijao Editores y Caza de Libros en el que están reunidos los autores más representativos de la novelística colombiana contemporánea, y del que destaca no sólo la circunstancia de que se trata de una iniciativa ajena a la influencia de Bogotá como capital del país, sino que se han publicado al mismo tiempo los 51.000 ejemplares de que consta la colección: mil de cada novela y mil más de un libro que contiene las cincuenta portadas acompañadas por comentarios del artista que las creó, Darío Ortiz Robledo.

Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo, por parte de Pijao Editores, y Pablo Pardo, de Caza de Libros, son los tres hermanos que fungieron de artífices de este gigantesco proyecto. La primera es una editorial con 35 años y más de 260 títulos de andadura; la segunda es un sello naciente que da cuenta de la pasión familiar por el libro.

“Lolita Golondrinas”, de Carlos Orlando PardoEl mayor de los tres hermanos, Carlos Orlando Pardo (El Líbano, Tolima, 1947), autor de más de 25 libros entre los cuales se pueden contar novelas, libros de cuentos, ensayos, antologías y otros, es periodista, promotor cultural, compositor de música popular y editor. La Oveja Negra lo incluyó en su lista de los cien mejores escritores en su colección Biblioteca de Literatura Colombiana. Conversamos con él sobre este proyecto que sin apoyo externo —el financiamiento provino de las arcas familiares— representa desde ya un hito en el hecho editorial colombiano y latinoamericano.

—¿Cómo nace la idea de publicar al mismo tiempo estas cincuenta novelas?

—La posibilidad para el lector es múltiple y mucho más cuando en términos generales se trata de los mejores escritores colombianos que siguen a la generación de García Márquez, e inclusive presentando a novelistas de su época como Eduardo Santa, Pedro Gómez Valderrama, Eutiquio Leal y Manuel Zapata Olivella.

—De este proyecto sorprende fundamentalmente el que todas las novelas hayan sido publicadas en forma simultánea, ¿por qué no siguieron el esquema tradicional de irlas publicando una a una?

—Ante la agresividad del mercado que ejercen las grandes editoriales con todos los medios a su favor, una de las maneras de llamar la atención es con una propuesta agresiva. Y la nuestra lo es, hasta el punto que por vez primera en Colombia y suponemos que en varios países de América Latina no se había presentado.

—Es difícil pensar en las dificultades que representan la revisión, transcripción, diseño e impresión de 50 novelas, pero si a eso se le añade el contacto con los autores, e incluso la gestión de los permisos para la publicación de los títulos de los seis autores ya fallecidos —Alape, Leal, Tafur, Zapata Olivella, Gómez Valderrama y Ruiz—, lo que ustedes han hecho es toda una proeza. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido para hacer de esa idea una realidad?

—Acariciamos el proyecto durante varios años y veíamos como Moisés apenas de lejos la tierra prometida. Sin embargo, gracias a nuestra vieja amistad con todos los escritores y con sus familias para el caso de los ya fallecidos, pudimos llegar a un acuerdo de manera fácil en pocos días. El trabajo no ha sido fácil y son jornadas esclavizantes de 18 horas buscando que cada detalle esté en su sitio. Y un gran equipo familiar que además de jugar un riesgo alto lo hace con placer porque es y ha sido nuestro mundo desde tiempos tempranos. Realmente fue una tarea de apenas seis meses pero no improvisando ni con los nombres ni con la obras sino bajo un criterio definido. Y contamos con asesorías al estilo de la de los escritores Benhur Sánchez y Álvaro Medina.

—Háblenos de Pijao Editores y Caza de Libros, el sello veterano y el novel que se unieron para lanzar esta iniciativa.

—Por los años 70 ninguna editorial se lanzaba a publicar libros de principiantes así hubiesen ganado concursos nacionales de importancia. Tal el caso de mi hermano Jorge Eliécer y el mío. Entonces en vez de irnos de una parte a otra con el fólder debajo del brazo, gracias a nuestro sueldo de maestros hicimos nuestra publicación inicial llamada Las primeras palabras, cuando corrían los finales de 1972. Y así hemos seguido sin que los obstáculos, particularmente de dinero, nos metieran pánico. Mucho de soñadores, poco de financistas pero con ello persistimos.

—¿De dónde proviene el financiamiento del proyecto?

—Sin la alianza con Pablo Pardo, nuestro hermano menor que para el efecto fundó Caza de Libros, no hubiera sido posible. Él y su esposa acaban de pensionarse como educadores y vino el retroactivo, las cesantías y de común acuerdo préstamos (tenemos credibilidad), particularmente entre los miembros de la familia que es bastante grande. Mamá se quedó limpia sin sus pequeños ahorros desde cuando muriera papá hace ya un cuarto de siglo. Y al final también cuentan los agiotistas.

—En los títulos de la colección parece haberse cuidado tanto los géneros como las generaciones. ¿Cómo fueron escogidos los títulos?

—Una generación cuyo 76% ha obtenido premios nacionales e internacionales de literatura, que ha sido publicada por las mejores editoriales españolas, mexicanas, chilenas, argentinas y desde luego colombianas, empezó a quedar a un lado por la promoción de nuevas y en muchos casos valiosas figuras. Durante los años del sueño bajo el plan la lista fue hecha y rehecha hasta que dejamos la definitiva. Y debía ser novela. Después vendrán libros de cuentos, de poesía, de ensayos y nos alienta mucho hacer una edición con representantes de América Latina.

“Celia Cruz, Reina Rumba”, de Umberto Valverde—Las portadas de las novelas están ilustradas con obras de Darío Ortiz Robledo. ¿Cómo lo seleccionaron? ¿Cuánto tiempo le tomó hacer las 50 portadas?

—El pintor Darío Ortiz Robledo es hijo de un novelista e historiador con su mismo nombre que ayudó mucho a Pijao Editores desde los comienzos. Él ha hecho exposiciones en Estados Unidos, Europa y no menos de tres en Caracas, por ejemplo. Como el director editorial de la colección es mi hijo, periodista y escritor, él y Darío Jr. son tan hermanos como lo fui yo de su padre y no sólo conoce de memoria su obra sino ha escrito catálogos sobre su trabajo. De lo conservado por él en su archivo se sacaron las obras, aunque ilustró varias especialmente como ocurre con Celia Cruz, Reina Rumba, de Umberto Valverde. Así lo escribe el caleño. Darío vive en Nueva York donde tiene su estudio como antes lo hizo en Florencia y Miami.

—Hay una fuerte presencia de la provincia colombiana en la lista de autores participantes. ¿Hay actualmente oportunidades en su país para el escritor de provincia?

—El escritor de provincia está aislado, lejos de los grandes medios, los cocteles y las roscas pero cerca al talento, la disciplina y el oficio de manera profunda. Por eso después del tiempo fueron quedando por fuera. Aquí está la resurrección. Son autores y libros que merecen ser editados, reeditados, leídos y releídos.

—¿Tienen en proyecto alguna otra idea del mismo calado para el futuro?

—Como editorial regional e independiente pensamos en una serie latinoamericana tras publicar 50 libros de los mejores cuentistas colombianos a partir de Tomás Carrasquilla.