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Junot Díaz, en Roma (2008). Foto: Claudio OnoratiJunot Díaz, Premio Pulitzer 2008

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A principios de abril de 2008, el dominicano Junot Díaz (1968), criado desde pequeño entre New York y New Jersey, fue galardonado con el Premio Pulitzer de Literatura. Educado entre la inevitable disparidad de dos mundos, el hispano caribeño y el anglosajón, blanco, protestante y ajeno, Díaz confiesa haber buscado escape en la lectura, no la que se considera elevada y culta, sino más bien en la popular, la fantasía y la ciencia ficción, pasando por los comics y los libros de bolsillo. Junot Díaz1 fusiona este imaginario urbano-popular con la historia de la República Dominicana —la oficial y la que nace de la leyenda— para crear un estilo único que llama poderosamente la atención.

Sacudidas, tropiezos y conflictos están presentes en las páginas de su novela The Brief Wondrous Life of Oscar Wao.2 Los tópicos giran en torno al problema de la migración, el transplante a un lugar ajeno y el choque cultural que conllevan dificultades lingüísticas, además de diversas tensiones sociales. La supervivencia en un ambiente hostil, en síntesis. Producto del primer viaje trasatlántico que hace el protagonista Beli (Hypatía Belicia Cabral) a los 16 años rumbo a los Estados Unidos, desde Baní, República Dominicana, a Nueva York: otro mundo, otra vida, otra brega. La obra, desde el primer capítulo, introduce al lector en la gran maraña en la que están metidos todos los personajes: el titular, Oscar de León, los miembros de su familia y hasta sus amigos, como es el caso de Yunior, el narrador principal.

El primer viaje trasatlántico es familiar para distinguirlo del Primero de todos: el que comienza con el Almirante en 1492 y la maldición que trajo consigo, el fukú que dejó y que aún sigue virulento y pleno en el siglo XXI.

No que Junot Díaz fuera totalmente desconocido; ya contaba con el libro Drown (Ahogado, 1996) cuyos cuentos ya habían sido publicados en varias revistas importantes como The New Yorker, Time Out New York y The Paris Review, entre otras.

El autor real se describe a sí mismo con el apelativo de “come libro de barrio” o sea un ghetto nerd como también le dice a su Oscar. Ante ello, el lector se pregunta, ¿se referiría a un personaje wow (léase en nuestro vernáculo wao), es decir, algún tipazo súper chévere, un mamito süave, un “cool dude” latino, o sería acaso alguna graciosa tergiversación del apellido del escritor irlandés Oscar Wilde? ¿Y por qué en inglés una novela escrita por quien se autodenomina dominicano?

Contrario a los hispanoamericanos y españoles que desde el siglo XIX vienen salpicando sus obras con el inglés,3 The Brief Wondrous Life of Oscar Wao está redactada en un inglés muy bien aderezado con frases, dichos y refranes en español. Si bien puede ser leída por angloparlantes conocedores de la lengua de Cervantes y María de Zayas, posiblemente se les escape el sabor y el saber cultural que Junot Díaz ofrece a lo largo de la misma. Es evidente el hibridismo lingüístico que Díaz expone a través de una inteligente intertextualidad donde se filtran infinidad de rasgos y elementos prestados tanto de otros géneros literarios como de fuentes históricas. Como el Quijote, Oscar de León es asiduo y apasionado lector, rasgo que le permite integrar realidad y ficción.

La maravillosa vida breve de Oscar Wao muestra a un narrador cuya voz se ramifica en múltiples voces que se entrecruzan con el pasado y el presente “reales” con lo puramente fantástico e inverosímil. Por un lado, Junot Díaz acusa a la dictadura de Trujillo (“El Jefe”) en la República Dominicana y, por otro, señala los tropezones que enfrenta la diáspora dominicana al radicarse en los Estados Unidos en busca de su American Dream, guiño autobiográfico que ya aparece en Drown.

Con el conocido artificio de interpolar historias,4 Díaz incorpora diversos productos de la cultura popular y la mass media tales como Batman, Captain Harlock, Fantastic Four, Madame X o Terminator 2.

“The Brief Wondrous Life of Oscar Wao”, de Junot Díaz¿Quién es Oscar de León? Lo conocemos intermediado siempre por la voz del narrador que se llama Yunior (narrador también de algunos cuentos de Díaz) y que nos lo describe como un joven gordo y bonachón, plagado de acné, quien un buen día se enamora de cuanta chica conoce sin que ninguna llegue a ver más allá de su apariencia física. Frustrado, obsesionado con el sexo, un solitario sin redención, Oscar busca amparo en ese otro mundo que le sirve para negar y mantenerse al margen de la realidad en la que vive. Después de haber tenido dos noviecitas a la misma vez cuando apenas tenía los siete años, Oscar “never had much luck with the females,” algo “(...very un-Dominican...)”, enuncia el narrador en uno de sus muchos comentarios entre paréntesis. Cuando Oscar sufre su primera decepción sentimental, se mete en su cuarto y recurre a su “pre-Korean-sweatshop-era cartoons-to the Herculoids and Space Ghost” (14) y, años después, a la pregunta de si tiene novia, responde con candidez: “I got one... She’s the girlfriend of my mind” (291).

Oscar Wao está concebida, además, con elementos cómicos y horrorosos. De hecho, hay pasajes gráficos de la tortura que bajo Trujillo padeció tanta gente entre quienes se encuentran algunos familiares de Oscar. En el fragmento a continuación el narrador describe la pesadilla vivida bajo Trujillo a la luz del genre favorito de su amigo:

In some ways living in Santo Domingo during the Trujillato was a lot like being in that famous Twilight Zone episode that Oscar loved so much, the one where the monstrous white kid with the godlike powers rules over a town that is completely isolated from the rest of the world, a town called Peaksville. The white kid is vicious and random and all the people in the “community” live in straight terror of him, denouncing and betraying each other... (After each atrocity he commits [...] the horrified people of Peaksville have to say, It was a good thing you did, Anthony. A good thing.) (224)

Esta mezcla extraña y confusa de lo verdaderamente serio y bárbaro con un género que se considera puro entretenimiento, lo detectamos desde los dos epígrafes que Díaz escoge para abrir su novela. El primero proviene de los Fantastic Four de Stan Lee y Jack Kirby —“Of what import are brief, nameless lives... to Galactus?? (Vol. I, Nº 49, April 1966)”— y el segundo es un poema del antillano Derek Walcott, Premio Nobel de Literatura 1992. Ambos establecen el tono que prevalece a lo largo de la obra: la yuxtaposición de lo fantásticamente ficticio y lo trágicamente real. Christ have mercy on all sleeping things!, ruega el yo poético de Walcott en un reclamo para que la gente despierte y no sucumba a la sound colonial education que fomenta lo que para Arcadio Díaz Quiñones es la memoria rota.

Junot Díaz utiliza la técnica de notas al calce que, según él mismo ha confesado, saca de otros escritores, entre ellos Patrick Chamoiseau de Martinica, autor de la novela Texaco. Con estas notas aclara datos históricos —“After Trujillo launched the 1937 genocide of Haitian and Haitian-Dominicans, you didn’t see that many Haitian types working in the DR. not until at least the late fifties... (n. 26, p. 218)— o ficticios —“My shout-out to Jack Kirby aside, it’s hard as a Third Worlder not to feel a certain amount of affinity for Uatu the Watcher; he resides in the hidden Blue Area of the Moon and we DarkZoners reside (to quote Glissant) on ‘la face cachée de la Terre’ (Earth’s hidden face)” (n. 10, p. 92). Sin duda estas anotaciones le sirven a Díaz para hilar la narración y si es cierto que divierten también instruyen a pesar de que hay quienes le critican la falta de rigor histórico y señalan contradicciones y errores en su narrativa.

No es posible concluir sin hablar de la presencia del mal hado, la mala suerte, el fukú dominicano que trasciende siglos. Después de los epígrafes, nuestra novela empieza así:

They say it came first from Africa, carried in the screams of the enslaved; that it was the death bane of the Tainos, uttered just as one world perished and another began; that it was a demon drawn into Creation through the nightmare door that was cracked open in the Antilles. Fukú americanus, or more colloquially, fukú—generally a curse or a doom of some kind; specifically the Curse and the Doom of the New World... (1).

Los dominicanos en los Estados Unidos emprenden su vaivén cruzando el Canal de la Mona en yola, en un principio indocumentados para huir de su Galactus, enfermo, loco, dedicado a destrozarles la vida a los nameless beings que como Beli y su futura prole buscan refugio en el prometido sueño norteamericano. Esta novela se caracteriza entre otras cosas porque no es solamente una tragedia, aunque es mucho lo que hay que lamentar. El Yunior a quien Díaz le encarga la mayor parte de la narración se distingue por su jocosidad. Morboso, irónico y sarcástico, irreverente, irrespetuoso y malhablado, chistoso e hiriente, el narrador —al igual que la variedad de voces mediatizadas por él— parece jugar con los sentimientos del lector: un pasaje serio y de gran patetismo causa hilaridad, mientras que la más cómica escena ocasiona honda pena o indignación. En Oscar Wao, Junot Díaz expone las vicisitudes de los inmigrantes dominicanos que —contrario a los Puerto Rocks que la tienen desde 1917— llegan y continúan adelante, contra viento y marea, en pos de conseguir la deseada ciudadanía estadounidense y recuperar la dignidad. Los “domos” como los de León, se enfrentan a los Galactus que en ambos lados del Atlántico amenazan con robarles el menor atisbo de felicidad en la backbreaking drudgery of the factorías, en la loneliness of the Diaspora (164) y lo que es peor, en el frío norteño que cala los huesos y aun más el alma en esta súper americana America donde son muchos los que no encuentran lo que buscan.

 

Notas

  1. De hecho, a principios de marzo de 2008, Junot Díaz ya había recibido el National Book Critics Circle Award for Fiction, otra distinción que prepara el terreno para su reciente estrellato en el mundo de las letras estadounidenses.
  2. La maravillosa vida breve de Oscar Wao [mi traducción]. Riverhead Books, 2007
  3. Martí (Cartas de Nueva York), Federico García Lorca (Poeta en Nueva York), José Luis González (En Nueva York y otras desgracias), Pedro Juan Soto (Spiks) y Ana Lydia Vega (“Pollito Chicken”), entre tantos otros.
  4. Recuérdese las páginas del Quijote que desvía la atención y entretiene con múltiples novelas que van desde la pastoril hasta la morisca, pasando por otros registros literarios que no excluyen ni la poesía ni el teatro.