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Poemas

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Desnuda en la arena

Cierro mis párpados y te veo claramente desnuda en la arena. Te veo reír y tu sonrisa es una gaviota que no tiene tamaño ni edad que se escapa de la geometría de mis ojos. Cierro mis párpados y te veo besando mis pies. No sé si es un sueño o es una ilusión óptica. Vuelvo a cerrar mis párpados y tu cuerpo se desvanece en partículas que la mano no guarda en mi cuerpo.

 

Invocación a los muertos

En esta noche recuerdo a mis muertos. Los recuerdo como quien inmortaliza el primer hueso de la miseria, el pájaro verde disecado del zoológico que vuela herido, los ojos ciegos que miran la isla del fuego. El lápiz que escribió por primera vez nuestros apellidos. Añoro sus leyendas en blanco y negro. Animales húmedos que anhelan las caricias. Libros que esperan el paso de los dedos amarillos. Peces salvajes navegan en mi memoria y descubren la calavera que esconde la escritura de los vivos. En esta noche recuerdo a mis muertos. Invoco a los fantasmas. Enciendo la luz de las velas para recibirlos con mis brazos mutilados.

 

En la penumbra de esta habitación

Veo el papel en blanco como veo tu cuerpo horizontal tendido en la cama. Miro la ventana con el perfil de mi ojo y sólo alcanzo a divisar pequeñas imágenes. Observo en la penumbra de esta habitación a dos cuerpos calientes que descansan después del sexo. Veo las sábanas azules mojadas de placer. Miro tu espalda y aún reconozco mis huellas digitales alrededor de tu piel. Observo tus pies que siempre beso con ternura. Veo una pintura perfecta entre tu piel y mi piel. Escribo, mi mano aún tiembla.

 

Extrañas palabras en un papel

El tiempo está desnudo en la intemperie de su cuerpo. Su mente es una palabra vacía. Es una imagen difusa que no tiene coherencia ni significado. Su sien está esparcida en miles de átomos que florecen con la luz de la luna. No llora ni tiene vergüenza de nada. Anota extrañas palabras en un papel que el viento vagamente se lleva y se hunde en el mar. Ella y su cuerpo se han abandonado en el filo de la noche. No hay amarguras ni desenlaces felices. Aquí yace la realidad

 

Mutilados rojos del deseo

En este vacío que me encuentro. Veo cómo los ángeles caen sin alas y mutilados rojos del deseo. Ellos caen desafiantes de las distintas ramas de la historia. Yo soy un testigo con mis ojos pero la memoria terminará de borrar. Hay ángeles en esta habitación que me vigilan y que se esfuman al pasar la brisa de la muerte. Cae un terrible aguacero en la ciudad y nadie me conoce. Los ángeles siguen cayendo mutilados rojos del deseo y yo los numero en mi frente.

 

En el interior de su vestido desecho

Mi pupila la mira fijamente y la recrea en interminables arco iris y siluetas azules. Mi pupila la desarrolla y le da una cierta vida, ajena a la que tiene. Su cuerpo es un nombre resbaladizo que nunca se queda en mi memoria. Toco su piel y me doy cuenta de que es un cuerpo hermoso derrotado en el interior de su vestido desecho. Le doy respiración boca a boca, pero ella no toma color ni respira. Sus glóbulos rojos navegan en las aguas del delirio.

 

Historias de infancia

Ella descansa en mi regazo y me cuenta historias de su infancia. Yo me la imagino con la carita redonda corriendo en busca de agua y alegría. Sonriendo al ver a los payasos y a los regalos de cumpleaños. Abrazando a su madre y a sus distintos hermanos que nunca más volvió a ver. Acurrucada en el ataúd de su padre y en la melancolía de su abuela. Ella descansa en mi regazo y me sigue contando historias de infancia aunque poco a poco se duerma. Yo la miro, la veo allí, sola, débil y abandonada y lloro por sus ojos.