Letras
Tres poemas

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En tu senda

Enlodada en tu ardor
enfrías mi sangre y atas mi cuerpo.
El hierro viscoso paraliza
mi lengua.
Hiedo a sal, arde mi pecho.

Sacrificas mis oídos
escuchando tu enojo
corro, corro por el lindero,
enredándome en las
hortensias y violetas que
sosiegan mi pecho.

Me visto en su follaje
para confundir tu ojo inquieto.
resuello, resuello, mientras
me atrapa la lanza perdida
que encontró en mi cuerpo
lugar bendito donde callar.

 

La suavidez de tu adiós

Anticipando, ya está ahí, en la penumbra del silencio,
como una enmienda a su vida ya sin remedio.
Robaré tu sueño, robaré tu entraña de vez en mes,
enlodando el letargo enmudecido de tu avidez.

Mi solapa cubrirá tu frío y una fronda maquillará
el espacio que aún queda vivo.
Sentaré pues en la alfombra de tu cuerpo
para que tu alma no se pueda levantar hacia el infierno.

Tu susurro se esconde, y se inmola ya,
atiéndeme vida que me quedo sin quién vivir,
señala el camino que debo seguir
tras la larga espera de mi vivir.

 

Destino

Solloza, trémula y exacerbada,
inclino la mirada en el cadáver roto,
atenciones sin premeditación,
círculo de miradas preguntonas dilucidan
la inescrupulosa intención.
Sublevan cada vez más mis sentidos,
fluctuando la presencia de vistas,
lanzas de murmullos,
que sólo me hacen ver la pronta sepultura
ante la despistada conciencia
de quien cruza la avenida
con las manos libres, con la mente en blanco,
con el cumplimiento del grande