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Cumbre del Grupo de RíoEl reino del sentimiento

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No en vano América Latina (incluyo a el Caribe, ese concepto heterogéneo que flota en el mar) es creadora, productora y exportadora de un recurso renovable hasta el infinito, que no suele ser muy valorado pero es determinante, incluso en las conferencias internacionales. Ese recurso es el sentimiento.

La más clara manifestación mediática del sentimiento es el melodrama, invento latinoamericano que se vende por millones en el mundo entero, en forma de telenovelas. A pesar de considerarse como “culebrones”, o “mercado de lágrimas”, se convierte en un importante producto de exportación para países como Venezuela, México, Brasil, Argentina y Colombia. El sentimiento, que puede derivar en sentimentalismo, aunque sea condición innata del ser humano, independiente de su origen, debería ser patentado por los latinoamericanos, porque en ninguna parte se siente como en esta parte del mundo.

Una prueba clara de esta condición latinoamericana, fue evidente en la reciente cumbre del Grupo de Río, celebrada en Santo Domingo, República Dominicana, país caribeño y sentimental, en donde afloraron sensaciones a flor de piel, paralelamente a los argumentos políticos y diplomáticos. No entraré a analizar los efectos en materia internacional de esta reunión, no me corresponde, pero no puedo evitar referirme al aspecto humano. En el encuentro transmitido el viernes 7 de marzo a todo el continente, que pudo haber superado cualquier rating de la final de un campeonato de fútbol, afloraron detalles humanos que estaban lejos de los fríos estudios, cuestiones tan íntimas que pueden llegar a enternecer.

Observar y escuchar a los presidentes de Colombia y Venezuela, hacerse reclamos sobre la amistad, sobre llamadas telefónicas no contestadas, el reconocimiento que somos caribes o andinos, y en el fragor de las circunstancias se dicen cosas que no se desean pero surgen intempestivamente como los huracanes o terremotos que afloran en esta parte del mundo. Guiños, papelitos, secretos, murmullos, miradas severas, apretones fuertes, abrazos tripartitos, sonrisas y suspiros. Ignoro si este es el capítulo final o apenas un episodio más, circunscrito a una historia densa y compleja. Pero lo que haya sido, en el momento cumbre de la Cumbre, no sólo se impuso la razón, fue un triunfo de esa materia difícil de identificar pero que suele situarse en el corazón.

No en vano, América Latina es inventora de conceptos como el tango, el joropo, el bambuco, la bachata, la cumbia, pero sobre todo del bolero, puro sentimiento.