Entrevistas
“La poesía es un camino impredecible”
Entrevista a Ana Isabel Conejo

Comparte este contenido con tus amigos

Ana Isabel Conejo nació en Tarrasa (Barcelona, España) en el año 1970. Es considerada por la crítica especializada de su país como una de las poetas españolas más valiosas de los últimos años. Ha ganado importantes premios literarios de poesía. Esta entrevista pretende conocer un poco más a la mujer, a la poeta y al mundo literario español.

—Ana, vamos al principio, ¿cuándo te decidiste a escribir poesía? ¿Cómo es tu propio proceso a la hora de escribir poesía?

—Empecé a escribir poemas a los nueve años. Aún conservo cuadernos de la infancia con poemas y dibujos de entonces, que tienen bastante gracia. Para mí, escribir empezó siendo algo natural, espontáneo, que hacía en cualquier rato perdido, incluso durante las clases. Con el tiempo, eso ha cambiado muchísimo. Ahora necesito una gran concentración y la creación de cada poema se ha convertido en algo mucho más deliberado, menos azaroso, aunque el azar siempre juega un papel decisivo en la génesis de un texto.

—Sé que has ganado premios importantes de poesía. ¿Qué opinas de los premios? ¿Qué tienen de positivo o de negativo?

—Teniendo en cuenta que las tiradas en poesía son de muy pocos ejemplares y que la poesía tiene muy escaso hueco en el mercado editorial, yo creo que los premios son una buena opción a la hora de dar difusión a un libro. Lo importante es que los premios no condicionen la escritura. Conozco a poetas que confiesan escribir pensando en los jurados habituales de ciertos premios, pero yo a eso no le veo ningún interés. Uno debe seguir su propio proceso literario y no dejarse condicionar por ese tipo de planteamientos.

—Vivimos lejos de la vida literaria de España por una cuestión de distancia, pero siempre estamos al tanto de lo que pasa en tu país. ¿Qué me puedes decir de la vida literaria, las editoriales de poesía y de los jóvenes poetas españoles de hoy?

—Creo que se hacen cosas muy interesantes y variadas, y que las últimas generaciones, a diferencia de las anteriores, huyen de las etiquetas y de los enfrentamientos entre escuelas y dan muestras de una audacia muy saludable a la hora de buscar sus propios caminos literarios, sin recurrir necesariamente a la protección de un mentor o de un grupo.

—He leído tu libro Atlas y sé también que ha obtenido un gran reconocimiento de la crítica y de los lectores, ¿qué me puedes decir de este libro en específico?

—Es un libro más ambicioso que otros que he escrito en cuanto a la amplitud y trascendencia de los temas abordados. Con él se produjo un punto de inflexión en mi trayectoria poética, un cambio irreversible en mi escritura. Creo que podría afirmarse que, en mi obra, hay un antes y un después de Atlas.

—En tu poesía veo que incursionas mucho en la prosa poética, ¿es una tendencia o tal vez una forma más precisa de decir lo que deseas, con más libertad, más allá del verso libre?

—La prosa poética y el versículo permiten imprimir un ritmo rápido al texto, decir muchas cosas en poco espacio, y desarrollar ideas poéticas más complejas de lo habitual. Por eso son recursos formales que empleo a menudo, aunque también me gusta experimentar con otros formatos.

—Publicaste tu libro Colores con la editorial La Garúa. ¿Qué me puedes decir sobre este poemario?

—En su momento me pareció una apuesta arriesgada, al ser un libro de proyecto, con un hilo conductor muy definido (la reflexión poética sobre el color). Luego, para mi­ sorpresa, el libro ha tenido muy buena acogida, y su intelectualismo no parece haberle restado capacidad de llegar a los lectores, sino más bien al contrario.

—Si tuvieras que dar un consejo a alguien que recién empieza a escribir y que desea escribir sobre todo poesía hoy en día, ¿qué le dirías?

—Le diría que no pensase en el éxito, que profundizase en lo que realmente le interesa y necesita decir, que buscase la autenticidad y que no temiese aventurarse por caminos poco transitados o que no parecen estar de moda. Pero tampoco le aconsejaría que buscase la originalidad por la originalidad. Lo importante es tener algo que decir, y para eso hace falta mucha sinceridad con uno mismo y mucho valor. Sin valor no se puede escribir buena poesía.

—¿Qué poetas son tus referentes y tus autores de cabecera?

—Entre los poetas actuales, admiro a muchos, desde Antonio Gamoneda, Juan Carlos Mestre, a Alexandra Domínguez o Blanca Andreu... En su momento, me influyeron mucho los simbolistas y otros autores franceses como Char o Saint John Perse. Montale, Hölderlin, Keats, Celan... Pero el que más me ha marcado sin duda es Rilke.

—¿Cómo ves la poesía española de hoy? ¿Qué conoces de poesía de nuestro continente a más de los grandes poetas y ya clásicos? (me refiero a Neruda, Vallejo, Borges, etc.). ¿Conoces la poesía ecuatoriana?

—Tengo que decir que, a excepción de los clásicos, conozco poco la poesía latinoamericana actual. He leído con entusiasmo una reciente antología de Hiperión, pero es difícil encontrar poemarios enteros, como no sea de autores ya muy consagrados. En cuanto a la poesía ecuatoriana, confieso avergonzada mi desconocimiento.

—Y por último tengo la impresión de que tu poesía es muy distinta a la que se produce constantemente en España. Tus libros son procesos muy individuales; de búsquedas, de señales, de registrar el mundo a través de sus esencias, de su musicalidad, de sus olores y colores, ¿qué opinas al respecto?

—Creo que la poesía es un camino impredecible, una búsqueda espiritual e intelectual que nunca se termina. En ese camino, he procurado que mis aliados sean siempre el valor y la imaginación. Todo ser humano tiene el derecho y la facultad de crear mundos. Es la única forma de llegar a ser verdaderamente libres, y mi máxima aspiración ha sido siempre la libertad.