Entrevistas
Fredy Pacheco
“Hoy me reflejo en los ojos más tiernos de la historia del arte”

Fredy Pacheco

Comparte este contenido con tus amigos

Hablar de Fredy Pacheco es maravilloso porque en él encontramos a un ser humano sencillo, jocoso, inteligente y con unas cualidades exquisitas que podemos sentirlas a través de su arte: el de la palabra verbal y escrita en sus poemas, discusiones, ensayos, investigaciones, inquietudes y en la magia que encierra su obra de arte llena de colorido en la que se arrullan los matices de sus trazos sueltos en un sentir profundo que va más allá de lo imaginable.

Un amigo en común, Pablo Cassi, al ver las obras de arte de Fredy le escribe el siguiente comentario:

Fredy:

No soy pintor pero sí he leído mucho sobre arte, especialmente, pintura. Me agrada tu colorido, el íntimo desorden de tus emociones sobre la tela, el trazo seguro en la búsqueda de un motivo superior y diferente en cada una de tus temáticas. A simple vista el espectador se encontrará con una explosión de luz ante sus pupilas, pigmentos que hablan de un temperamento forjado en el límite mismo de la propia existencia y la sutil invitación para que un profano, con el debido criterio, recoja de la misma vertiente aquellos pomos que por alguna razón u otra decidiste dejar de lado. En síntesis, una pintura que sugiere e invita a crear otros mundos a partir de una concepción ya establecida.

Conozcamos, entonces, un poco más de Fredy Pacheco, y de esa manera enfocaremos con más precisión la sencillez de este hombre valioso que nos regala en esta entrevista esa parte profunda y necesaria que lo hace crecer cada vez más como persona y la comparte con humildad con el resto de la humanidad o con todos aquellos que hemos tenido el placer y la dicha de conocerlo y tratarlo.

—Gesto y sonido como poesía universal... ¿por qué transcienden el experimento de la vida?

—Sin la vida no hay gesto ni sonido referentes para señalar la poesía. Si no existiéramos los humanos, quizás los paisajes cósmicos tendrían igual belleza, pero no existiría el poeta ni el pintor para interpretarla. Nuestra vida trasciende el experimento de la razón del universo. Somos la única especie que puede expresarse a sí misma y perder el tiempo en entender y valorar al otro. El resto se comen los unos a los otros. Indudablemente conocimos antropófagos que hicieron del gesto y el sonido una poética gastronómica. Nunca antes ni después ha sido tan sagrada ni tan poética la vida como para que estos dones se convirtieran en alimento verdadero de los dioses. El resto de la liturgia invocando el sacrificio, en todas las religiones y sectas, es pura demagogia.

—En el Génesis dice: En el principio... la luz. Y podríamos agregar: la magia, la nada, las rosas, el amor, las sombras, el dolor, las espinas, el silencio, la soledad, la vida... Allí encierra toda la creación y la existencia. ¿De dónde surge esta simbiosis de oscuridad y luz, de sed y espera, de sequías y oasis?

“Arlequín y su globo de colores”, de Fredy Pacheco—No se en qué tabloide leíste esa versión del Génesis; pero en las tablas que he leído en toda mi vida, dice: En el principio... La mujer. La verdad es que aquí me perdiste, porque busqué en los cuadros que voy a exponer y no veo ninguno oscuro, ni sediento. Mis pinturas, como mi poesía, nunca son intérpretes de mis temperamentos o de aberraciones viscerales. Lo excremental no lo considero yo con posibilidades artísticas. Cuando tomo el pincel o la pluma es para plasmar en un soporte la idea, el pensamiento y la razón humana, en simbiosis con el universo que me rodea. Y yo he creado ese universo, ergo tiene que ser cálido, exuberante, apasionado, paradisíaco, y estar en armonía con el color, las palabras y el gesto de mi poética del lenguaje plástico o literario. Por eso en esta muestra “Fragmentos, emociones y sutilezas” puedes ver eso exactamente: la fantasía del color y los juegos infantiles en “Tropical”, “Juego”, “Un arlequín y sus juegos de colores”, donde interviene lo bello que reflejo de mi hijo de cuatro años. En “Fragmentos de amor”, están quizás los dejos de otras pasiones; pero en esos “Fragmentos” están los colores hermosos, armónicos; los desprendimientos poéticos que quedaron. En “Tú y yo” o en “El beso” está reflejada la alegría que irradian los momentos exquisitos de una relación amorosa. En “Hipervínculos” quizás se sienta un poco la confusión de las nuevas relaciones humanas virtuales y su complejidad entre la realidad y la fantasía de los nuevos tiempos. Tengo un cuadro en esta muestra: “Una sonrisa desde el averno”. Aun pensando en el infierno, imagino que una sonrisa sarcástica debería salir de ese pandemonium.

—¿Es usted polifacético o simplemente es un todo integrado en su misma naturaleza, desdoblando sus pensamientos y moldeándolos en el mundo mágico de la palabra y el arte?

—Tú lo has dicho mejor de lo que pudiera pensar. Sólo pongo todos los sentidos al servicio de la creación. Mira, es lo más sencillo del mundo explicarme como “toero” en el arte. Cuando aprendes a manejar, puedes conducir cualquier cosa con ruedas. Sólo te basta con conocer cada mecanismo (hoy software). Y la vida tiene una sola dirección: adelante, cuando retrocedes ya no se llama vida. Cuando aprendes a leer y escribir y pones tus sentidos al servicio de crear, pero además eres libre, las imágenes y los versos van fluyendo, como arroyuelos transparentes hasta convertirse en grandes y caudalosos ríos. Eso sí, mientras ese manantial (tu cerebro) te pertenezca íntegramente. De lo contrario serás el mejor conductor del mundo pero siempre lo que conduces será una chatarra inservible. Aunque sea un costoso auto de último modelo.

—Cuando envejecemos, ¿cree que el tiempo nos ganó la partida, o nosotros a nuestro mejor ritmo somos tiempo y vida y viceversa?

—Bueno Lidia, aquí ¿quién es el entrevistado? Porque estás dando las respuestas más geniales que a mí no se me hubiesen ocurrido. Pues eso: “nosotros a nuestro mejor ritmo somos tiempo y vida y viceversa”. No competimos con más nadie ni con nada más subjetivo que nosotros mismos. No tenemos destino señalado. Nosotros lo vamos construyendo. Como te dije antes: el universo que me rodea lo he tenido que crear yo, para plantarme ante él y ofrendarle mi arte. Te voy a contar una anécdota: Ese “Arlequín y su juego de colores” ya no van para el baile. Una mujer que se sintió ofendida tomó un cuchillo y lo rajó con tal odio, como si me estuviese hiriendo a mí; y en efecto lloré de dolor y exclamé al cielo el porqué me habían hecho tal cosa. Esa noche no pude dormir. La victimaria se había fugado, quizás muerta de risa, pero satisfecha y feliz por su venganza (parece una novela mejicana). Pues a las cuatro de la madrugada, sin saber qué hacer, desesperado ante uno de mis hijos tasajeado con sanguinaria premeditación, prendí la computadora y, ¿qué crees?, me topé con un texto titulado: “Tú eres el resultado de ti mismo”.

No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie porque fundamentalmente Tú has hecho tu vida.

Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar, corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error.

Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón.

No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfrenta con valor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos y la prueba que has de ganar.

No te amargues con tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño, recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu fracaso. Si tú has sido el ignorante, el irresponsable, tú, únicamente tú, nadie pudo haberlo sido por ti.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente.

Aprende de los fuertes, de los audaces, imita a los violentos, a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo.

Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin alimento morirán. Aprende a nacer del dolor y a ser más grande, que es el más grande de los obstáculos. Mírate en el espejo de ti mismo. Comienza a ser sincero contigo mismo reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por tu debilidad para justificarte.

Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede hacerlo, reconociéndote a ti mismo más libre y fuerte, y dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú mismo eres el destino y nadie puede sustituirte en la construcción de tu destino.

Levántate y mira por las montañas y respira la luz del amanecer. Tú eres parte de la fuerza de la vida.

Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados.

Volví a dormir tranquilo y decidí simplemente pintar otro arlequín.

—¿Es la fuerza del espíritu lo que lo mueve? De ser así, ¿cómo es su espíritu?

—Creo más en las fuerzas mentales, impulsoras de nuestro quehacer. Lo que pasa es que ese “todo” que somos, forjadores del universo que creamos, produce unas motivaciones determinadas y a eso lo llamamos “espíritu”. Entonces, nos levantamos al accionar de nuestras necesidades espirituales y todos los sentidos se organizan en función de ese impulso. Si decidimos traducir ese mandato en la creación, ese será nuestro producto diario.

—Si pudiera pintarlo en un lienzo ¿qué figura tendría?

—Sería la suma de todas mis pinturas y escritos. Quizás pintaría una maraña de tejidos cerebrales; las circunvoluciones muy agitadas. Las temporales ocupadas en el amor y las terminaciones nerviosas tendrían manos dejando sus huellas dactilares en todo lo que tocan. Bueno, ésta es la primera locura que se me ocurre. Claro que fui a ver un cerebro... (No me había fijado que toda la masa tiene la apariencia de un feto. Anda y míralo).

—¿Se considera una persona humilde capaz de recoger lo sembrado, o siembra sencillamente para dar alimento a los demás?

—Absolutamente cada día recojo una buena cosecha de conocimientos para crecer. Son infinitos frutos los que están a tu alrededor, dispuestos y disponibles para que los recojas y los transplantes a tu mente, para alimentar la idea. Y no imaginas la variedad, la policromía imperceptible de conocimientos que hay en cada ser humano que encuentras. La humildad consiste en reconocer en los demás esos valores inmensos para construir cada día las estructuras de tu ser. Esa cosecha permite que tú crees la siguiente obra poética o plástica, o simplemente ordenes el amoroso beso a un ser querido. O tendrás forjada en tu alma la humildad para recibirlo.

—¿Cómo le ha llamado a la obra que expondrá este 8 de julio? ¿En qué se inspiró?

—La he titulado “Fragmentos, emociones y sutilezas”. Han sido motivadas por esta etapa especial de mi vida, en la que mi hijo de 4 años marca mis tendencias. Con sus explosiones de ternura me impone la urgencia del color y el movimiento elemental. Esa obra infinita de pureza que tiene en su alma reta cada instante, cualquier consideración contaminada de ideología, fe, y cualquier otro planteamiento estético ordenado por el convencionalismo social. Así que trato de vivir al lado de sus sabias por sinceras apreciaciones sobre lo que debe ser la vida: jugar y joder.

—¿Se considera un artesano de la vida y del arte?

—Un aprendiz. Siempre. Aprendo, luego existo. La vida y el arte, entonces, son agregados a la existencia.

—¿Le agrada combinar la literatura con la pintura?

—No se combinan. Para mí, se complementan en todo caso. De cualquier manera son dos lenguajes idénticos. Puedes poner color y luz en ambos. Cualquier apreciación sobre uno puedes hacerla al otro. Yo he ejercitado las dos formas de expresión, casi al unísono. De joven, que es cuando luchamos sinceramente por ideales, escribía un panfleto y casi simultáneamente pintaba una pared, expresando lo mismo. O viceversa, hacía un mural contra la represión y luego escribía un comunicado. Creo que así fui forjándome en las dos disciplinas. Igual le enviaba rosas a una novia y al mismo tiempo le escribía un poema. Claro, como no tenía dinero para comprarlas, la mayoría de las veces se las pintaba... El resto ha sido ejercicio constante.

—¿Se inspira en musas o en duendes?

—Mi pensamiento, mis ideas, están organizados para atender las motivaciones de las musas, y sin ninguna duda; oh, sí, siempre hubo una musa y espero que no me falten hasta la muerte, ja, ja, ja —suelta la carcajada—, y como dice aquel bolero: “...Y si los muertos aman, después de muertos amarlas más”... Ellas ordenan el ochenta por ciento de mi quehacer en el arte, y en general en mi vida. El otro porcentaje son mis respuestas.

—¿En algún lugar de usted existe la inocencia o cree que sólo está en el corazón de los niños?

—Nosotros mantenemos la inocencia siempre. Si entendemos la inocencia como transparencia, fe en los seres humanos, el amor puro, con la pasión incluida por supuesto; sin la introyección del deseo no hay amor. En los enfrentamientos con realidades ajenas a nuestra inocencia, respondemos con ese mecanismo de autodefensa que vamos desarrollando en la medida que intentan violar nuestra inocencia, pero nunca la perdemos. Siempre estamos dispuestos a encontrar respuestas positivas.

“Juego”, de Fredy Pacheco—¿Duele crecer? ¿Hasta qué punto?

—No, en absoluto, es necesario incluso que duela bastante. El crecimiento es proporcional al dolor. Sólo los seres humanos sacamos ese beneficio. Como en el texto que te apunté: somos arquitectos de nuestro destino... y quizás por alguna dosis de masoquismo en nuestras células, sentimos la necesidad de autolacerarnos para aprender, cuando somos tercos y no avanzamos. Eso de volver al viejo amor, saber lo que duelen los hijos y seguir creando esos maravillosos engendros; estar “conscientes” de los efectos de una cruda y reincidir... Son efectos amnésicos que nos dejaron, por alguna razón. Quizás para que este mundo sea más alegre.

—Si no basta con ser curiosos, entonces, ¿por qué la curiosidad mató al gato?

—Esa es la razón fundamental del hombre en su lucha por la supervivencia. Arriesgarlo todo hasta encontrar su piedra filosofal. En esto tenemos que dar la vida. Si no imagínate una vida sin tener nada que curiosear, nada que buscar. Y que todo lo encontráramos abierto a nuestros ojos, al alcance de nuestras manos. Te imaginas a lo que me refiero, ¿verdad? ¡Qué aburrimiento más aburrido!, como dirían en Colombia.

—¿Cree que todo tiempo pasado fue mejor? De ser así, ¿qué parte del tiempo le gustaría rescatar para guardarla en sus bolsillos?

—En mi memoria están los buenos y los malos tiempos. Todos conviven armoniosamente en mi cerebro. Ellos juegan ahí. Se entienden. Jamás saco de los malos tiempos el rencor, sino lecciones positivas. Igual, de los buenos tiempos saco la experiencia para alcanzar mejores acontecimientos. Si mi infancia fue feliz, hoy, ya ves, sigo pintando muñecos y garabatos. Si hubo un gran amor en el pasado, hoy tengo uno más grande y más inteligente, aunque no sea perfecto y siga en busca, o bien de perfeccionar éste idealizándolo, o de encontrar otro.

—Para usted ¿qué es un poeta?

—Un poeta no es más que una peste, como el amor mismo; se adhiere a los tejidos humanos, se cristaliza, se apelmaza en la complejidad de los laberintos neuronales, creando una masa pastosa y ocre. Nada más pernicioso para la transparencia que el contacto con esa materia amorfa y verdosa liberando versos, desde algún extraño orificio luminoso en su interior. Este poeta no es menos viscoso ni más dulce que las higueras intestinales de todos los poetas lacerados por ese divino bacilo codicioso y avariento de sensualidad. Primigenio impulso poético de vida en la resonancia de esas cavidades acuosas a treinta y siete grados permanentes y universales, donde la serenidad y el equilibrio tienen un sentido real.

—Regáleme dos poemas suyos, uno que haya dejado huella y el otro que haya brotado del olor del amor y los colores de la vida.

—Este se lo de dedico a todas las musas, aunque finalmente me dejan. Todas ya lo son todo para mí casi en el mismo instante en que las percibo posibles. Creo que este poema es una idealización integrada a mí en el mismo paquete congénito.

No puedo dejarte

Ya eres mi carne
Ya eres una peste que me invade
Ya eres huesos desmoronándose en silencio
Comprimidos en un reloj de huesos
Ya eres clítoris entre mis dientes
Mientras mis dedos recorren tus cavidades.

Ya eres sueño y pesadilla
Ya eres poema leyéndome dormida tus olvidos
Ya eres el beso frágil desgarrando mis erecciones
Ya eres voraz cauce de mi semen cálido y dulce
Ya eres víctima de tu poesía y mis versos
Estás muerta, querida niña,
Exhausta de hacer el amor conmigo
Hace un siglo.

Y... todavía preguntas...
¿Qué quiero hacer contigo?

El encuentro será cierto. Que importa el destino.

¿Sabes?
No sólo es un juego, sino que ya se inició
El indetenible incendio.
Tus manos en mis manos son brasas ardiendo
Se parecen a mi lengua y a mi sexo,
Después que habitaron tu cuerpo.
Miro tus ojos en este momento
Y son candiles que vibran con mi aliento.

Cuando me hablas de poemas fundamentales, tengo que decirte que en mis archivos tengo clasificados los poemas en “Poemas maricones”, dedicados al amor y al lloriqueo a lo Pedro Infante, y los “Poemas cabrones”, que son poemas de intención social, ideológicos en su propuesta; responden a mis concepciones sobre el ser humano y la sociedad. De continencia política, ambientalistas, en fin, toda esa pajística inútil que no cambia finalmente el mundo, pero uno pierde el tiempo, haciendo una mala copia de los redentores, tan mala que uno pierde la vida pero no se construyen iglesias con nuestros sacrificios. Claro, siempre el que pega primero pega dos veces. Te imaginas adorando a ¿Fredy el crucificado? Es que ni el nombre tiene carácter de santo. Pero de esos poemas claro que hay varios memorables:

Invoco tu espíritu
Escucho la voz de los actores
envejecidos por el tiempo
convertidos en semidioses de la nada.
Siento tus magistrales obras
la actuación infinita y dolorosa
tu angustia excesiva en la penitencia.
No agonizabas como cualquier mortal
sabías que tu alma
traspasaría la muerte
para encontrarse con nosotros ahora
nosotros la posteridad
cabalgando sobre nuestros rostros
de ayer y de hoy
clavando tu espada en gargantas voraces
despertando a los pequeños hombres
Lázaros adormecidos por la cobardía.

 

II

Poeta, eras hombre bondad
definitivamente humano.
La manada de cipayos
en tus últimos días
en nuestros días
ambiciosos gendarmes
disfrazados de guerreros
convirtieron tu imagen
en ecuestre mármol
en fría piedra
distante.

 

III

Poeta, tu desnudez de harapos
de sangre
de vino y mujeres muchas veces
hizo solitario tu encuentro con la muerte.

Tenías el Verbo del Olimpo
en la ceremonia épica de las batallas.
Eras, sin embargo, festivo de jerigonzas
de versos trágicos
de opereta dulce
contradictorio
de la vida amante.

 

IV

Tu humildad aprendió a ocupar espacios:
La espada en su vaina
La Pluma para los versos
La mirada en Manuela

No era todopoderosa tu estancia
menos arrogante el ceño
que esa figura
pintada por Tito Salas.

Ceñudos, crueles, déspotas
son los rostros de ahora
miserables posturas
de podrida conciencia.

Si no tiene la Patria hombres
No bajarán tranquilos y serenos

tus restos al sepulcro.

 

V

La demagogia de hoy te condena
La ambición de rapaces
mantiene tu espíritu en pena.

Tus pupilas de mirada iracunda
inyectadas de fervor por la Patria
no se parecen en nada
a los rostros complacientes de hoy.

Tu desprendimiento generoso
no se parece en nada
al Verbo asalariado de hoy
La historia fue condenada encerrada en curules
relucientes escritorios
almacenadores de patrañas.

 

VI

Bolívar.
Imaginamos la soberbia de tu espíritu
cuando los “Broncos” bombardearon Cantaura
Imagino tu ira oprimida en el Limbo
cuando tus hijos vestidos de generales
mataron a tus hijos pescadores en La Colorada

Bolívar.
Sentí tu grito desgarrador
aquel Veintisiete de Febrero
cuando un General alegre
asesinaba
a los muertos de hambre
de tu pueblo.

Invoco tu espíritu, ¡Oh Bolívar!
Liberador
prisionero de tu grandeza
No cesarán los Partidos
porque no han llenado aún las alforjas
No se consolidará la unión
porque no es posible una cofradía de perversos.

(Este poema fue publicado por el Centro de Historia Larense el 17 de diciembre de 1990 con motivo del sesquicentenario de la muerte del Libertador Simón Bolívar).

“Fragmentos, emociones y sutilezas”, exposición de Fredy Pacheco