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Poemas

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acércate
tómame la radiografía,
mi sangre brinca

mi piel se endurece

estalla la ira

como un copo de nieve

 

...Sin domicilio

Palabra sin domicilio,
palabra que gime,
con genitales

palabra que ignora ser palabra

Roja, tal vez negra,
palabra sin esperanza
palabra dura
como la semilla del aguacate

Vértigos vitales,
de las vísceras de estas palabras,
vitrales rojos, vaginales,
el sexo de las amapolas francas y empapadas

fraguar, urdir un instante
en el pulmón de esta vida
es abrir realidades
que saben lo que es el tiempo

respiración,
urgencia,
de cientos de órganos

la luna se refleja sobre la espalda de los montes nevados
su luz rasgada por los cuchillos negros de los pinos
y la asmática gime como un asno desesperado

el sol que se enroscó y se olvida
dejó sombras mortecinas sobre la carretera
que atravesamos a ciento sesenta kilómetros por hora

fumarolas en la boca
el fuego y el sartén de una india
crean un eclipse de teflón
y duplican la neblina etérea de las cumbres

el cáncer
con tumores de presencia en la piel
escupe un pedazo de pulmón

y tu mirada siente sumergirse en el saber

palabra que viaja sin saber a dónde

roja la reja de palabras,
palabras que sufren, envejecen,
reumáticas, estériles, artríticas,
amarradas a su angustia
Se retuercen
con ojos oblicuos
te miran. Se ríen,
risa amarga y sabia,
que sabe e ignora,
risa de palabras
se escapan entre tus manos,
el hueso tergiversado del tiempo
les otorga forma

Sin domicilio
tengo tantos

nuestras vidas
atascadas de domicilios
como la corteza de un árbol
tapizada por mariposas monarcas
antes de partir

calles y números
sabana y sartén
plumaje y piel

la cocina se transforma en el templo de los frijoles

desnudo en el excusado
frente a la ventana
con vista al sol

Llegué a conocer un domicilio en el cual
había una Jacaranda en la calle
Alejandro se abrió la frente ahí
y chorreó su sangre

nunca dejaban crecer a la Jacaranda
un día desapareció el niño Alejandro,
yo abandoné el domicilio
y el árbol se alzó sobre el cuarto piso

las cataratas nublaron la mirada de la portera

Conocí jardines donde crecieron los picos blancos
de los alcatraces y graznaron

graznidos erizos,
que arañaban las páginas de las noches

en que Pepe, esquizofrénico, se quitaba el pato blanco
que le colgaba a la cintura
y desnudo, velludo como una maleza de bellos,
se defecaba por los pasillos de la casa

Ejércitos de palabras
y días de paz, porque los hay,
azules,
como el cielo del desierto
el estado de Sonora al sur,
al norte la energía nuclear,
las chimeneas blancas,
la vida con su centro partido
el eructo del patriotismo
de todos los patriotismos
y su ejército de palabras

sus murallas de arcilla

¡Viva lo que no se habla!
lo que otorga forma
a lo que no se habla

Esta raza de palabras
que te estrechan las manos
que empapan tus ojos
y les llamas vida

bajo las calles y avenidas
el metro subterráneo,
la línea de transporte azul
la verde epazote,
o amarillo crema
ataúd móvil
con gargantas humanas que ríen
y pechos que sudan

por las playas
corre el loco,
se sentó a platicarme
y me dijo:
“Yo nací del hueco de un árbol,
sin madre ni padre.
Mira mis piernas de pájaro,
mis ojos anémicos
mi plumaje de mentiras”.

Le picaba el cráneo
un cuervo como si estuviera muerto él
y él simplemente se agitaba
clavándome la mirada

Si digo tu nombre lloro amigo

no tengo domicilio

ven mujer, por un instante,
con tus rizos
y tu risa sana
y tus manos que se hundieron en mi ser
tu voz fecunda,
tus pechos y caderas
de madre,
con tus páginas azules

ven a nuestros tiempos
y destiempo
te espero en la congestión de destinos
de los aeropuertos

Dame una semilla azul
estas palabras de atardeceres fríos
llevan vientos que arrancan las letras del invierno

te confesaré
algo sobre las residencias azules
de cemento y ladrillo
con actas

no nos conocen
y yo no les hablo de ti

cuando los soles de las tardes se doblan
como hermanas empujadas por el oleaje del tiempo

gota de ausencias
gota de encuentros

Este mercado por la mañana
está salpicado por el alba de cientos de voces
de cientos de apetitos
y un hambre con mil bocas
y sobre su dilapidar continuo
tus miradas
y tu brazo como sabia víbora
enredado en la rama de mi brazo
y tu susurro

“vive...”

Aquí lo sucio
y el derroche continuo
se sientan
en bancas angostas,
rozan la piel,
compiten por espacio
el muñeco de plástico
y los pedazos de res,
el miembro fragmentado
y la cabeza de un cerdo sin ojos,
el cuchillo
y el licuado
la hierva
y el maíz

Esta palabra tiene sangre
y pensamientos,
aliento,
sabe a olvido y
a escape,
a mugre
y amor

Esta palabra me habló
me hizo
me amarró con sus hilos
un espejo de agua
tiene hijos
tiene hijas
se acomoda entre sus labios
y sus dientes
los que quedan, los que sonríen
y los que se van

palabra que duele

nos recoge en sus puños de asfalto
nos da forma
palabra tras palabra,
en la repetición de las fábricas
en el laberinto del dígito
en las copas de los árboles
y en la raíz

 

El Té

tu espalda es página
que se dobla
tu espalda
arco y cascada
que empuja
el tiempo

tu ropa
se deshace
como la pasta
de un libro

tus senos pintan
el camisón empapado
bajo la regadera
como la bolsa de té
que pinta la servilleta

mis labios que te beben son
un par de canoas
que desembarcan
en las islas de tus pechos

los recuerdos te esculpen
como al templo de piedra
las lenguas verdes de la selva
te estiras como un arco
me sacudiste con desesperación

aire,
respiración,
urbe de sentimientos
aovan
bajo tus párpados cerrados

por fin sonríes
ante las revelaciones de
nuestro sexo

reverdecido

acostada a mi lado