El que vive en mí
A ratos me abandona
camuflado entre las sombras dice
nutrirse sólo de palabras
mientras
en silencio asumo el hábito secular
de alimentar mi cuerpo.
Me cobijan sombras
Una alberca peina sus aguas tranquilas
sometido el tropel
sólo altera la quietud
el grito inoportuno de un tordo
que festeja algunas migas
Al fondo
la tarde es una dama de ojeras inmensas.
Todo es comienzo
Cada palabra nace y termina justo
donde todo es comienzo
cuerpo de peso vacilante el poema
cae
se levanta
Metal sin edades
El que nombra ¿Volverá mañana?
Afloramiento
Bien
juntemos voces
espejo fragmentado
lenguaje
herido del mundo.