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AtanorEl atanor y la llama

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En el oficio concentrado, la intensidad de un destino. Asir esencial y hacer sustancial proyectan al hombre en su obra y a ésta en el mundo: si el artista es uno con su obra, su obra es una con el mundo. Él habita el mundo a través de su obra.

Oficio de escritor y destino de poeta se penetran y fecundan mutuamente como experiencia y expresión de vida. Esto suena simple para quien espera difíciles especulaciones o complejas explicaciones, y lo es, en la cierta medida que lo simple resulta el medio más apto y el camino más corto para mostrar la verdad. No se trata de especular ni explicar, sino de transparentar y mostrar. El arte no explica la vida ni especula sobre ella: la muestra en transparencia, la dice en trans-apariencia. El lenguaje es el cristal donde el mundo se transfigura en pensamiento y el pensamiento se transforma en mundo.

Oficio en busca de palabra y destino que encuentra pensamiento, versión externa de una visión interior, la palabra de escritor comprende lo que el pensamiento de poeta contempla. Palabra y pensamiento conversan en el poeta y convierten su habla en una escucha. El habla primordial se le descubre escucha de pensamiento en la palabra. Conversar es convertir el habla en escucha.

Destino que porta palabra y oficio que soporta pensamiento, oficio concentrado e intensidad de un destino son el atanor y la llama que destilan el poema.